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Tentaciones

Los Lobos de la Noche. Así es la milicia motera de Putin

Nacieron a finales de los años ochenta como una adaptación de los Ángeles del Infierno, pero Los Lobos de la Noche han evolucionado hasta convertirse en parte de la maquinaria propagandística de Vladimir Putin

Enrique Alpañés

Ese día Vladimir Putin comió esturión ahumado y caviar con huevos junto a Barack Obama. La reunión fue más larga de lo esperado y se centró en temas internacionales, con una especial atención a Ucrania. Después de comer, Obama continuó con su agenda oficial. El presidente de Rusia (entonces primer ministro) cambió su traje por una cazadora de cuero y se dirigió a un bar de moteros a las afueras de Moscú. Era el 7 julio de 2009.

El Sexton tiene una pista de baile, varias barras de bar y un restaurante. La estética motera se mezcla aquí con obvias referencias a la película Mad Max. No es el típico sitio donde esperarías ver a Vladimir Putin. El Cirujano tampoco lo esperaba. El líder de los Lobos de la Noche, la banda de moteros propietaria del Sexton, pensó que se trataba de una broma. Estaba en Sebastopol preparando un espectáculo de motos cuando recibió una llamada del gobierno ruso. Colgó. Pero el gobierno volvió a llamar con una orden clara y concisa: “tienes que volver a Moscú”. El Cirujano aceptó escéptico y un día más tarde estaba charlando con Vladimir Putin. El mandatario le regaló una bandera rusa para que le diera suerte en su espectáculo en Sebastopol. El motero le replicó que tenía que conseguir anexionar esta ciudad ucraniana al imperio ruso. Cuatro años más tarde, el propio Cirujano ayudaría a Putin a convertir ese sueño en realidad.

Los Lobos de la Noche (Nochnye Volki en el ruso original) es, con unos 5.000 afiliados, el club de moteros más importante y antiguo (nació en 1989) de Rusia, pero su importancia no es tanto cuantitativa como cualitativa. Los lazos que unen a esta sociedad con el Kremlin son fuertes y se empezaron a gestar aquella tarde de julio de 2009. Desde entonces, las reuniones entre Zaldostanov y Putin, con y sin cámaras, han sido constantes. El presidente ruso se ha referido a este grupo de moteros como sus “hermanos” y ha condecorado a El Cirujano con la prestigiosa Orden de Honor, una medalla que premia “su trabajo activo promocionando el patriotismo en la juventud”.

“Hoy día los Lobos de la Noche son una parte integral del paisaje político del Kremlin”

El Cirujano es la cara más visible del ultranacionalismo ruso, un hombre mediático que lanza diatribas contra la prensa extranjera, los homosexuales, y los movimientos europeístas. “Es parte de la maquinaria propagandística de Putin” asegura Marcel H. Van Herpen, experto en política rusa y autor del libro Putin's Propaganda Machine - Soft Power and Russian Foreign Policy. Pero su trabajo no se limita a organizar espectáculos acrobáticos y desfilar por las ciudades rusas y ucranianas. “Hoy día los Lobos de la Noche son una parte integral del paisaje político del Kremlin”, añade Van Herpen, que no tiene dudas al calificar a esta asociación como violenta. Los Lobos de la Noche se han autoproclamado parte del ejército ruso y su participación activa en el conflicto de Crimea hace pensar que tal afirmación va más allá de una mera bravuconada. El Cirujano se dibuja así como un sicario espiritual del Kremlin, un personaje que fascina a los medios, locales y extranjeros, y que cobra protagonismo en la nueva Rusia ideada por Putin.

El Cirujano del poder

Pidió al parlamento que prohibiera la existencia de dos grupos de moteros rusos, los Bandidos y los Ángeles del Infierno, por considerarlos “indeseables organizaciones extranjeras”, “demonios” y “carteles de la droga sobre ruedas”.

Los tatuajes arrastrándose por su cuello, la melena leonina al viento, las ropas estrafalarias. Todo en El Cirujano, empezando por su nombre, parece sacado de un cómic de serie B; podría ser un nuevo y malvado personaje de The Walking Dead. Pero su personalidad es mucho más compleja. Alexander Zaldostanov tiene 51 años y es el hijo de una rusa y un ucraniano, algo que en opinión de Van Herpen, explica su nacionalismo expansionista. Pasó a llamarse El Cirujano en sus primeros años de motero. Algunos ex compañeros de carretera recuerdan que su primer apodo fue El Dentista, pero que optó por cambiarlo por otro más intimidante. Y más certero. Zaldostanov era un cirujano especializado en reconstrucción facial postraumática. El trabajo era abundante en el Moscú de los años ochenta gracias a la guerra criminal que surgió de los escombros de la Unión Soviética. En aquella época, Zaldostanov ya tenía una moto y se pasaba las noches recorriendo Moscú. Solía entrar en su clínica por la puerta de atrás, para no asustar a los pacientes con su aspecto. En una entrevista con la edición estadounidense de Rolling Stone, El Cirujano recordaba tener un estilo de vida diferente en aquella época. “Era negativo para el gobierno, para la policía… Estaba en la oposición entonces. Teníamos nuestro propio club, y yo estaba constantemente participando en peleas”. Podría decirse que El Cirujano era un rebelde sin causa. Hasta que Putin le dio una por la que luchar.

No es fácil convertirse en el paradigma de los dogmas del Kremlin sin caer en un par de contradicciones. La biografía de Zaldostanov está plagada de ellas. Pasó su juventud entre Moscú y el Berlín occidental, donde encontró un trabajo como guardia de seguridad de un bar de rock, el Septon. Mientras Putin empezaba a destacar como agente de la KGB al otro lado del muro, Zaldostanov se abría un hueco en la escena underground berlinesa. Allí entró en contacto con Los Ángeles del Infierno germanos y quedó fascinado con la cultura biker. Después de un matrimonio fracasado, Zaldostanov regresó a Moscú, convirtiéndose en un pionero de la contracultura rusa. Abrió un local al que bautizó Septon, en honor a su homólogo berlinés. Fundó un club de moteros a la imagen y semejanza de los Ángeles del Infierno alemanes, a los que invitó para que recorrieran con él las calles de Moscú. Hoy El Cirujano reniega de todo aquello. El pasado junio pidió al parlamento que prohibiera la existencia de dos grupos de moteros rusos, los Bandidos y los Ángeles del Infierno, por considerarlos “indeseables organizaciones extranjeras”, “demonios” y “carteles de la droga sobre ruedas”. Ahí es nada.

Pero si hay un episodio del que Zaldostanov no quiere ni oír hablar es aquel que le llevó a ganar su primera medalla al honor. Fue en 1991, cuando los Lobos de la Noche empezaron a ganar notoriedad. En agosto de ese año El Cirujano y sus secuaces formaron barricadas humanas protegiendo el parlamento ruso de los tanques que intentaron sitiarlo. Hicieron así abortar el intento golpista de un grupo de comunistas radicales descontento con las reformas de Gorbachov. La medalla que le otorgó su sucesor, Boris Yeltsin, vino acompañada de una fama notable. El Cirujano empezó a protagonizar anuncios y programas para adolescentes. Incluso contrató a un manager. Era otra época.

El Cirujano gestiona su renovada fama de manera diferente a como lo hizo en el pasado. Prefiere las páginas en los periódicos a los anuncios en televisión . No se prodiga en entrevistas. También sus espectáculos -ahora financiados por el Kremlin- han cambiado. Nada de bailarinas semidesnudas, adiós a las justas de moteros vestidos con armaduras. Ahora los Lobos de la Noche hacen representaciones de batallas históricas a la mayor gloria de la madre Rusia. Pero el mayor espectáculo tiene lugar fuera del escenario. Sus “marchas patrióticas” por las carreteras de Ucrania -Crimea o Lugansk por citar dos ejemplos- han llamado la atención de la prensa extranjera. Su participación junto a rebeldes pro rusos en la toma de ciudades como Sebastopol tampoco ha pasado desapercibida.

Los Lobos de la Noche se mueven así en el filo entre la militancia armada y la propaganda nacionalista. Entre la estética occidental y la promoción de los valores comunistas. Tienen mucho en común con las bandas de moteros occidentales, pero solo en la superficie. El propio Zaldostanov lo describe así. “Vamos en la dirección contraria. Vamos de Satán a Dios. Estamos preparados para joder bien a alguien, pero no por temas de drogas ni nada por el estilo”. No. Ellos solo joden por la madre Rusia.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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