Algiers, con el puño en alto
Al habla con los autores de uno de los debut del año: discurso político-social mezclado con góspel, punk, música industrial y soul
Algiers es una de las bandas debutantes del año gracias a un disco que exhibe un descomunal y, a priori, abrumador despliegue estilístico que va del soul al punk pasando por el góspel y la música industrial. Entrar en su universo creativo es toparse con la larga historia de la lucha (racial, de clases, lo que se quiera). Sorprende que con esta propuesta que puede parecer esquiva, un cóctel caótico en el que tiene cabida todo y está permitido todo, hayan conseguido sacar adelante este álbum al amparo del tótem indie Matador. Sus canciones tienen miga, están bien hechas y captan tu atención a la primera. El domingo actúan en el Primavera Club de Barcelona y, aunque es un festival sin cabezas de cartel, que rastrea lo mejor de los talentos emergentes, bien podrían considerarse su principal reclamo. Casualidad o no, son los últimos en tocar, los encargados de echar el cierre a esta edición que empieza hoy. Llamamos a Ryan Mahan para que nos hable de espiritualidad, activismo político, cómo manejan todos estos sonidos y qué esperar de su directo, y nos sorprende con un discurso claro, que aunque pueda sonar intelectual o hasta pedante sobre el papel, escucharle es conocer a un tipo muy firme en sus convicciones, con las ideas muy claras y muy sincero. Un gustazo de entrevistado al que es mejor no interrumpir y dejarle explayarse.
Veo que no giráis hasta vuestro concierto en Barcelona. ¿Qué estás haciendo estos días?
Acabamos de terminar nuestra gira norteamericana en el Rough Trade de Brooklyn, fue un concierto muy chulo. He aprovechado para volar hasta mi ciudad natal, Atlanta, para pasar una semana con mi madre. Y luego ya vamos hacia Europa y, como vivo en Londres, también tendré una semana para mí. Estamos grabando un poco y haciendo demos porque estamos pensando en nuestro siguiente disco y de ahí directos a Barcelona.
Grabasteis el disco en Londres, donde te mudaste hace ya años. Pero no me queda claro si estáis todos ahí o alguien en Atlanta.
Lee y yo vivimos en Londres. Estoy desde 2006 y él desde 2010. Franklin vive en Nueva York y nuestro batería de gira, Matt Tong (ex Bloc Party), también. Así que estamos un poco esparcidos.
¿Y por qué te mudaste a Londres al principio?
Hay muchas razones. En Atlanta me sentía bastante frustrado y forzado por el ambiente político y económico. Tenía un trabajo que era a la vez aburrido y estresante. No veía oportunidades de participar en la política a nivel local, aunque esto ha cambiado un poco. Pero básicamente quería irme, desafiarme a mí mismo, mis asunciones y convicciones de identidad, crecer y expandirme. Me fui a Londres a fin de cuentas porque hice mi master en la LSE. Cada vez me involucré más y más en política y dejé de lado la música durante un buen tiempo. Estuve en bandas con Lee durante cinco o seis años y decidimos dejarlo estar por un tiempo. Me permitió refrescarme y darme el impulso para crear Algiers.
¿Cuál es la etiqueta más rara que has leído para describir vuestro sonido? Te doy unas cuantas: industrial gospel, noise-soul, blues-punk, afrofolk, soul distópico…
Es difícil. Estoy seguro de que has hablado con muchos músicos que están muy preocupados con todo el tema este de los géneros y las etiquetas. Pero creo que algunas de ellas son bastante apropiadas. Escuchamos noise, pero es una larga y profunda tradición de la que siento que no formamos parte, hay muchas propuestas vanguardistas y lo nuestro no es eso si sabes lo que quiero decir. Nos gusta la música ruidosa, el soul, la primera electrónica y el industrial, pero es muy difícil adscribirnos a una cierta etiqueta. Todas ellas capturan algún elemento de lo que hacemos.
¿Cuál es el secreto de tratar con tantos géneros y no sonar a un rollo improvisado o free?
Es un auténtico desafío hacer que esta música suene diferente en algunos aspectos. Aunque parezca muy orgánico, para hacer esta música no nos sentamos y lo planeamos. La mezcla de los tres y nuestros respectivos ambientes locales juega un gran papel. Para mí, el hecho de crecer en el sur ha sido muy importante a la hora de descubrir el soul, a James Brown, el góspel y su conexión espiritual con el folk y el folk de los Apalaches. Todo eso me marcó, pero al mudarme a Londres y estar ya influenciado por el protopunk y la música industrial no hizo más que exacerbar y potenciar nuevas influencias. Siempre buscamos nuevos puntos de inspiración y maneras de inspirarnos mutuamente. Con Lee, Franklin y, ahora, Matt podemos explorar cualquier idea y llevarla donde queramos. Siempre habrá limitaciones o cosas irrealizables. Por ejemplo, nos puedes preguntar sobre este álbum y te diremos que es ruidoso, extremo y desafiante, pero es el disco que hemos hecho y la música que podíamos crear en este momento. Siempre nos forzamos a expandir fronteras y ahora que tenemos la oportunidad de hacerlo y una plataforma que nos apoya todo es más fácil porque no esperábamos que tuviésemos los medios para grabar el álbum. Vamos más allá y, como dices, explorar el secreto de esta música para ir adelante.
Hablando de góspel, es una música muy espiritual y religiosa. ¿Cuál es tu punto de vista respecto a la religión?
Crecí en una iglesia conservadora baptista en el sur que estaba muy segregada. Tenía todas las asociaciones estereotípicas de ese ambiente. De muy pequeño sentí rechazo por la iglesia. La primera vez que me desconecté de la religión fue cuando sentí su alienación, la manera arcana de hablar y comunicar. La música en sí misma era muy seca, aburrida, gris y con un sentimiento autoritario. Así que me distancié muy pronto y he seguido siendo ateo desde entonces. Pero el góspel no es sólo música religiosa, también es una música hecha desde la lucha, es política y tan existencial como el rock, el hip hop, el punk o cualquier otro género que apareció en tiempos de lucha y opresión. Si vas a meterte en este tipo de música, has de establecer algún tipo de conversación con la religión porque ha jugado un papel muy importante.
Hay un rollo muy oscuro y ominoso en estas canciones. ¿Es la muerte un tema fuerte aquí?
Sí, por supuesto. Franklin dice que es un disco muy existencial y que confronta la descomposición. Pero si te fijas en las temáticas dominantes de muerte o apocalípticas, se suelen centrar básicamente en qué pasaría con el colapso del capitalismo. Para nosotros eso no es suficiente, tenemos que pensar en una manera de huir del capitalismo igualmente. Nos involucramos en la temática de la muerte pero fuera de este paradigma conservador maquiavélico de post-capitalismo y post-apocalipsis.
¿Es el speech del pastor que suena al final del disco una manera de introducir luz en toda esta oscuridad?
Creo que sí. Si miramos la historia moderna y los fantasmas, la violencia y la opresión que ha sufrido la gente durante los últimos 250 años especialmente, por obligación ha de ser un disco oscuro. No podría ser de otro modo. Pero, por otro lado, no puedes hacer música sin un sentido de afirmación, sin mirar hacia el futuro, sin algo de luz, por muy naíf que pueda sonar decir que puede haber un mundo mejor o que hay luz al final del túnel. Lee y yo no podríamos haber hecho este álbum solos. Pero el hecho de que Franklin haya sufrido conflictos personales y comunidad, nos obligó a encontrar un punto de luz. Lo que es interesante del sample es que aparece en la última canción, que para mí es como una suerte de libro de revelaciones: “esto es el fin del mundo y no sabemos lo que va a pasar”. Y justo después hay un momento de elevación. La voz del sample es la del abuelo de Franklin.
¿¡En serio!?
Sí. Sufrió un extremo racismo institucional e interpersonal. Era un trabajador que vivió muchas de las cosas que Franklin comenta en sus letras. En esa grabación de campo escuchas sabiduría, resistencia, resiliencia. Un hombre que sigue en pie y optimista.
Mucha gente se puede asustar al leer alguna nota de prensa vuestra o al visitar vuestra web con tantos géneros y referencias, pero el disco es mucho más accesible de lo que parece. ¿Qué les dirías a los escépticos para atraerles hacia vuestra música?
Como dices, no es necesario. Es un álbum accesible en muchos sentidos. No nos planteamos hacerlo así, ni tampoco al revés. En particular la voz de Franklin creo que atrae a la gente. Todo el mundo está insatisfecho con la actual situación global, el neoliberalismo, el lenguaje ambiguo y la manera en la que la prensa enfatiza el espectáculo y rechaza mostrar la lucha política y los movimientos progresistas. Esto creo que también hace que la gente se acerque a nuestra música. Hay una causa común y solidaridad a la hora de escucharla. Y, espero, como te decía antes, que a medida que crezcamos, la música nos desafíe a nosotros y también al oyente.
No parece que os ubiquéis en una escena en particular. ¿Lo ves así? ¿Cómo os ha ayudado musicalmente?
Eso es una pregunta muy interesante. Siempre hemos hablado sobre cómo tocamos música desde que éramos jóvenes. Justo cuando Deerhunter y Black Lips, ambos de Atlanta, empezaban a ganar notoriedad en el país. Pero nuestras bandas siempre estaban en la periferia, en anteriores encarnaciones, hemos tocado en grupos de todo tipo de géneros: hardcore, noise, hip hop, math-rock cuando era popular… Así que nunca hemos encajado en una escena particular y sigue ocurriendo con Algiers. El hecho de que vivamos en diferentes lugares y que no hayamos estado incrustados en una escena local hace que sea natural que no encajemos en ningún espacio en particular y que esquivemos las corrientes actuales, aunque viene con algunos desafíos. Si volvemos a tu pregunta anterior, una de las maneras en las que te creas un público es formando parte de una escena, estar asociados con otras bandas. Por ejemplo, ahora vuelve a haber muchas riot grrrls, como Perfect Pussy o Good Throb. Eso es una escena. También hay una serie de bandas que están muy influenciadas por los primeros Swans, The Birthday Party o Boys Next Door. Las puedes encontrar en sellos como Sacred Bones. Pero como nuestra música se asienta en la periferia de estas influencias, no nos vemos en ninguna escena. Cuando hemos tocado en vivo hemos tenido dificultades para encontrar grupos que conecten con nosotros. Incluso estando en Matador, que tiene bandas muy distintas pero ninguna como nosotros, nos da la oportunidad de tener el espacio para hacer lo que nos venga en gana.
Tenéis unas fuertes convicciones políticas, algo que es poco común en el indie rock de ahora. ¿Os preocupa que vuestros coetáneos no sean tan activos como vosotros?
Para nada. Hay muchos que sí que son muy activos de distintas maneras. Aunque nuestro discurso sea muy fuerte y claro, eso no significa que el de los otros no lo sea. Algunas de las bandas con las que hemos tocado en Londres son muy activas políticamente. Hemos girado por el Reino Unido con JUPITER-C, que están muy metidos en sindicatos y en la lucha underground. Si miras al hip hop moderno de los últimos años hay un aspecto sociopolítico en él. Hay un descontento que está brotando en la superficie y que empieza a llegar al pop. Queremos dejarnos influenciar por otras bandas como Downtown Boys y nosotros influenciar a ellos. Creemos que la música y la política están intrínsecamente conectadas.
Aparte del activismo propio de la banda, ¿practicas alguno a nivel personal?
Sí. Franklin está metido en Black Lives Matter y en movidas de Black Power. Yo estoy muy en el movimiento antiausteridad en el Reino Unido. También me involucro para reclamar los derechos de los sin papeles. Aquí trabajo en una organización que busca asilo a refugiados y exiliados. Hay mucho más allá de la música. Obviamente no me puedo meter en política a nivel nacional por ser americano. No puedo votar. Intenté meterme en el Partido Laborista cuando Jeremy Corbyn fue elegido porque sentí que por primera vez el partido se movía de manera muy progresiva. Pero no pude hacerlo por mi estatus.
Más allá de la música, la literatura Southern Gothic, que ahora está viviendo un nuevo impulso, también os ha marcado. ¿Puedes nombrar algunos de vuestros autores favoritos?
Desde mi punto de vista, hay muy pocas personas que puedan expresar las complejidades del sur de Estados Unidos, su terror y violencia, tan bien como William Faulkner. Su estilo es muy moderno y futurista y por eso nos ha influenciado mucho tanto en contenido como en forma. Si escuchas nuestra música nos queremos librar de las cadenas de las, entre comillas, asociaciones étnicas. También nos ha marcado la escritura de Flannery O’Connor, que está tan imbuida de muerte, violencia y aflicción. Tiene mucho en común con nuestra música. Sus crisis existenciales, su desesperanza…
Tocáis en el España por primavera vez en el Primavera Club, que es la edición otoñal del Primavera Sound y suele traer a debutantes o bandas que no han estado nunca por aquí. ¿Hay alguna que te interese ver?
Pues una buena pregunta, porque no he tenido la oportunidad de ver el cartel. Llegamos justo el día que tocamos y luego seguimos con la gira. ¿Quién más toca?
Bueno, el domingo, justo antes de que toquéis está el pianista ucraniano Lubomyr Melnyk, así que tendré que ir corriendo de una sala a otra, también Empress Of…
He escuchado hablar de ella, estoy interesado.
Y también Ultimate Painting y bandas locales.
Mira, déjame que vea el cartel y te digo. (Risas)
En el estudio os encargasteis de la percusión por vuestra cuenta, pero para la gira habéis decidido contar con Matt Tong (Bloc Party) como batería. ¿Por qué? ¿Se convertirá en miembro fijo o sólo estará en los conciertos?
Bueno, eso ya es cosa de él. Pero se ha metido tan de lleno en nuestra música y concepto que sentimos que ya es un miembro más, pese a que tocamos con él desde febrero. Ha superado nuestras expectativas de lo que sería un batería de gira. Proporciona un montón de ideas creativas, así que le vemos grabando con nosotros y contribuyendo en el proceso, lo que seguramente marque nuestro sonido en el futuro. Somos una banda con percusión de máquina de ritmos, pero su irrupción permitirá embellecer nuestro sonido y progresar. Nunca habíamos querido tocar con batería, pero luego nos fijamos en referentes del rock y del punk que todos tenían y cambiamos de idea. Nuestro ingeniero de sonido nos dijo: “¿Por qué no tocáis con Matt Tong?”. Y todos nos reímos por su pasado, preguntándonos por qué iba a querer tocar nosotros.
Veo que sólo tocáis material de vuestro álbum de debut. ¿Qué podemos esperar de vuestro directo?
A ver, sólo tenemos un disco, así que es de esperar que toquemos esas canciones, aunque hemos trabajado en algunas versiones, música espiritual y vanguardista. También hacemos mucha instrumentación improvisada para hacer un show más congruente, así que escucharás cosas que no suenan en el álbum.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.