La ciudad es de todos
Tengo una minusvalía o, para ser políticamente correcta, discapacidad.
Llevo una silla de ruedas eléctrica y, dejando aparte los sitios por donde no puedo pasar, tengo que agradecer a los dueños de perros que dejan las cacas en las aceras, con la dificultad que supone esquivarlas, o en los rebajes de las aceras. Por esquivar uno de estos “regalitos” volqué y tengo todo el lateral derecho lleno de moratones que me recuerdan constantemente que no tengo que creer que las cosas son como no son, y que la movilidad la tengo más restringida de lo que podría gracias a mis congéneres que no piensan en que la ciudad, y el mundo, son de todos y tenemos derecho a movernos cada uno como podamos. O a lo mejor es que, simplemente, no piensan.— Aurora Díaz Madroñal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.