11 fotosLos nuevos rostros del cine españolDirectores, actores y actrices que prometen renovar la cartera de los Goya para la XXIX ceremonia que se celebrará el 7 de febreroJordi Costa28 ene 2015 - 12:41CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLe han llamado el Steve McQueen del cine español, apelativo que podría pesar como una losa si, tras ese físico emparentable con el icono, no hubiese auténtica madera de actor capaz de calzarse personajes completamente distintos con la misma naturalidad. Castro ha superado esa prueba de fuego defendiendo con igual arrojo sus papeles en dos de las películas más celebradas del año: “La isla mínima” y “El Niño”, donde encarna el papel del título y borda un personaje mucho más matizado y complejo de lo que puede parecer a simple vista. En nuestro cine, ha habido muchos guapos de temporada que han tenido que luchar con uñas y dientes para revelar al actor exigente bajo la impecable carrocería: con su mirada triste y su capacidad de sugerir turbulencias interiores sin recurrir a la sobreactuación, Castro ha hecho ese recorrido en tiempo récord. No sería descabellado decir que forma parte de ese tipo de actores que hubiesen fascinado a Nicholas Ray.Foto/Claudio Álvarez Texto/Jordi CostaEl cine español ha tardado en descubrir a este valor seguro de la escena teatral que, en la pequeña pantalla, ha sido, entre otros personajes, el capitán Rodrigo de “Águila Roja”, el Raúl de “Cuéntame cómo pasó” y el Matías Salazar de “Amar es para siempre”. El mismo año en que ha encarnado a un sensacional Misántropo de Molière puesto al día en el fuera de campo de una fiesta, Elejalde ha sido convocado por dos cineastas tan heterodoxos como Pablo Llorca y Carlos Vermut –ambos con encomiable puntería a la hora de reclutar talentos interpretativos fuera del star-system-. Un personaje inquietante descrito con trazo sobrio -Alfredo, el marido que somete a control farmacológico a la patológica femme fatale de “Magical Girl”- le ha valido una nominación que debería ser la puerta para una presencia regular en nuestro cine.Texto/Jordi CostaA pesar de haber figurado en el reparto de la extraordinaria “Tres díes amb la familia” (2009) de Mar Coll y de su regular presencia en la escena teatral catalana, este gerundense del 83 ha necesitado convertirse en la mitad masculina de “10.000 km.” para proclamar a los cuatro vientos su fortaleza como actor dramático y sortear ese encasillamiento como agente provocador cómico que sus participaciones en programas como “APM?”, “Polònia” y “Crackòvia” podían propiciar. En la película de Carlos Marques-Marcet, Verdaguer ofrece un veraz retrato de una fragilidad afectiva masculina que rara vez ha sido explorada de manera tan implacable por un objetivo cinematográfico.Hija de extremeña y vasco, nacida y criada en Londres, Natalia Tena ha tenido que recorrer, bajo la piel de la metamorfomaga Nymphadora Tonks, el barroco bosque de artificios de la saga Harry Potter y escapar de las hostiles tierras de la Invernalia de “Juego de tronos” antes de recalar en el, en apariencia, menos épico de sus destinos: la austera propuesta de “10.000 km.”, una película a la que le bastan dos actores y los sutiles peligros del Skype para golpear muy hondo, hablando de desintegraciones afectivas y desamores de la era digital. Álex es, probablemente, el más desnudo de sus personajes, pero ha sido en la obra de cámara de Carlos Marqués-Marcet donde esta actriz, que, entre otras cosas, lidera su propio grupo musical (Molotov Jukebox), ha podido desplegar todas las gamas y matices de su potencial expresivo.Jordi CostaQueda raro aplicar la etiqueta de actriz revelación a una todoterreno de la comedia que lleva años dando pruebas de su versatilidad hilarante tanto en el medio televisivo (“Homo Zapping”) como en los escenarios teatrales (“La cavernícola”), pero es cierto que a esta barcelonesa formada en el mundo de la revista aún se le estaba resistiendo un papel cinematográfico tan inolvidable como el de la Yoli de “Carmina y amén”. Las dos películas de Paco León han contribuido a romper fórmulas dentro del humor costumbrista español: la escena porrera que comparten la Ramos y Carmina Barrios parece sintetizar el secreto de una fórmula basada en la renuncia a todo corsé y la liberación de la espontaneidad del reparto. Casi se puede palpar el placer que sienten las dos actrices mientras construyen, mano a mano, el delirio de ese momento mágico.Foto/Samuel Sánchez Texto/Jordi Costa“Hermosa juventud” ha sido recibida como la película más accesible de Jaime Rosales, que en este trabajo renunciaba a dispositivos formales y otros artificios para afrontar, de manera directa, los daños morales de la crisis económica sobre una joven pareja de barrio. No obstante, esa renuncia a estrategias de distanciamiento no sirve para explicar del todo el verdadero poder de seducción de la película, cuya luz interior se encarna en la figura de esa Natalia que, de hecho, parece la segunda piel de Ingrid García-Jonsson: hasta tal extremo parece haber desaparecido la actriz en el interior de su personaje que, antes que proeza interpretativa, lo suyo parece transubstanciación en flor de extrarradio. García-Jonsson venía de participar en un #littlesecretfilm –“Todos tus secretos” de Manuel Bartual-, pasando, así, del low cost a la gran liga en un solo paso.Foto/Samuel Sánchez Texto/Jordi CostaToda la opresión y la claustrofobia de “La isla mínima”, esa tierra de nadie sojuzgada por señoritos y recorrida por monstruos demasiado humanos, parece grabada a fuego en el rostro doliente de la madre a la que da vida y verdad Nerea Barros. Descubierta por el gallego Xavier Bermúdez, esta coruñesa encontró en la serie televisiva “El tiempo entre costuras” la plataforma idónea para dar ese salto de trampolín que su talento reclamaba desde hacía tiempo. No pudo caer en terreno más firme (aunque la atmósfera sea marismeña): la película de Alberto Rodríguez ha sido una de las más celebradas de la temporada y en su centro, el personaje de Rocío, logra conmover incluso al espectador más descreído.Foto/Ware Images Texto/Jordi Costa. Profesores en el instituto del cine, Juanfer Andrés y Esteban Roel han velado sus armas en contrastadas plazas de la industria del audiovisual antes de debutar en el largo como tándem, inaugurando el recorrido de la productora Pokeepsie Films, fundada por Álex de la Iglesia y Carolina Bang. El primero había sido realizador publicitario y de vídeos musicales, mientras que Roel posee una larga trayectoria como actor que se abrió con “Planta 4ª” (2003) para llevarle a transitar por destacados títulos de la ficción televisiva española (de “Un paso adelante” a “La fuga”, pasando por “Los Serrano”, “Los hombres de Paco” y “El comisario”). Su opera prima, “Musarañas”, es un cuento cruel, claustrofóbico, donde represión sexual y disfuncionalidad familiar engendran una poderosa historia para no dormir en la España de posguerra.Foto/Kiko Huesca Texto/Jordi Costa“Paco de Lucía: la búsqueda” es un retrato inacabado, porque la muerte se cruzó en las previsiones de un proyecto que podía haber seguido añadiendo matices a un retrato complejo de un hombre sabio, tocado por la gracia, pero golpeado constantemente por la insatisfacción de la auto-exigencia. La película no lo hace explícito, pero este es un retrato íntimo, en familia: un retrato del padre como enigma, genio liberado de toda afectación, tímido, remiso a profundizar en interioridades y a exteriorizar sus afectos. El debut de Curro Sánchez-Varela no era una empresa precisamente fácil, pero el resultado revela que el documentalista supo sortear todos los peligros potenciales del proyecto. Generosa y precisa en su rescate de viejos documentos de archivo, hábil a la hora de propiciar que el artista se abriese y desplegase su inteligencia humana y artística, la película plantea la trayectoria de Paco de Lucía como búsqueda incesante, perpetuo desafío y ampliación del campo de batalla. Si los dedos del guitarrista buscaron, la cámara de su hijo encontró.Texto/WireImages Foto/Jordi CostaEl primer aviso sobre el talento emergente de Beatriz Sanchís vino con su corto documental “La clase” (2008), que se centraba en los ensayos dramatúrgicos de unos alumnos de cuarto de primaria y compartía título con la mirada hiperrealista a un aula multicultural y conflictiva que propondría ese mismo año Laurence Cantet en su celebrado largo. “Todos están muertos”, la película que le ha valido esta nominación, es una arriesgada aproximación a los naufragios vitales de la Movida, con una gran Elena Anaya atrapada en su Neverland doméstico. Hay ecos de la mirada sobre el desvalimiento –pero también sobre la fortaleza- del diferente (y el raro impenitente) que la joven cineasta ejercitó en otro notable corto, “Mi otra mitad” (2010), pero lo más interesante de esta opera prima es su capacidad de situarse al margen de todo referente, en un punto equidistante entre Zulueta y Almodóvar, combinando, con alto riesgo y sin miedo alguno, lo cotidiano y lo fantástico, lo cómico y lo trágico.Foto/Santi Burgos Texto/Jordi CostaUn larguísimo, elegante, virtuoso y extremadamente íntimo plano secuencia esculpe, al comienzo de “10.000 km.”, la sólida e intensa relación amorosa que el resto del metraje someterá a una implacable disgregación, a golpe de abrupta conexión de Skype entre Los Ángeles y Barcelona. Con larga trayectoria en el cortometraje y con trabajos tan notables en su haber como el montaje de ese western casi bressoniano que era “Caracremada” (2010) de Lluís Galter, Carlos Marqués-Marcet convierte su primer largometraje en un estudio del desamor en los tiempos de la hiper-conectividad. Le bastan dos actores, un sabio uso de mínimas localizaciones, una valiente inversión de roles y un inteligente aprovechamiento narrativo de la tecnología como herramienta de incomunicación para demostrar que un proyecto aparentemente modesto puede jugar en la liga mundial.Texto/Jordi Costa