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Kim Jong-un abre Pyongyang a los ‘runners’ del mundo

Por primera vez, Corea del Norte permite la participación de corredores aficionados en el maratón que conmemorará en la capital el nacimiento de su gran líder Kim Il-sung

Kim Jong-un, en una imagen de abril de 2014.
Kim Jong-un, en una imagen de abril de 2014. RODONG SINMUN (EFE)

Dice la mayoría de quienes corren maratones que lo importante de la carrera no es tanto la competición como prepararse físicamente para el extenuante esfuerzo y disfrutar de la satisfacción que da cruzar vivo la línea de meta. Pero, claro, si la prueba se celebra en la capital de Corea del Norte, el aliciente va más allá del clásico lo importante es participar. En Pyongyang, lo de correr pasa a un segundo plano, porque lo realmente interesante es la posibilidad de acceder al país más hermético del mundo y ser parte de un hito histórico: el próximo día 13, por primera vez, deportistas aficionados podrán concurrir a las pruebas -maratón, media maratón, y 10 kilómetros- que se celebrarán en la capital norcoreana para conmemorar, dos días después, el cumpleaños del fundador de la patria y primer dictador de la saga comunista, Kim Il-sung.

Hasta ahora, la participación en las carreras anuales estaba restringida a atletas de élite que requerían una invitación oficial. “Los tiempos de corte se establecían en 2 horas 27 minutos para hombres y 2:38 para mujeres, algo que imposibilitaba el acceso incluso a los mejores corredores no profesionales”, ha explicado Andrea Uri, director de la agencia estadounidense Uri Tours, al diario británico The Daily Mail. Este año, sin embargo, puede participar todo aquel capaz de completar los 42 kilómetros y 195 metros del recorrido en menos de cuatro horas. Y el interés que ha despertado la iniciativa parece haber superado todas las expectativas: 200 corredores foráneos se han inscrito ya y están tramitando el visado que les abrirá las puertas del país que dirige ahora Kim Jong-un, nieto de quien, tras la guerra de Corea (1950-53), instauró el comunismo en la mitad de la península al norte del paralelo 38.

La maratón de Pyongyang en su edición de 2009.
La maratón de Pyongyang en su edición de 2009.CORDON PRESS

Los corredores partirán del megalómano estadio que lleva el nombre de Kim Il-sung, podrán hacer una reverencia frente al monumento en honor de los soldados chinos que ayudaron a liberar al país del yugo capitalista, cruzarán el río Taedong, y seguirán su curso hasta regresar de nuevo al estadio. Pero eso es lo de menos, porque luego tendrán tiempo para pasear por todos los monumentos históricos dedicados a la dinastía Kim y visitar los pocos lugares de esta ciudad de 2,5 millones de habitantes a los que se pueden acercar los extranjeros. Aunque los corredores tendrán guías que ejercerán de comisarios políticos y que los seguirán como su sombra, la apertura de la prueba a los aficionados se interpreta como un ejemplo de la apertura gradual del país. ¿Habrá salido victorioso el treintañero Kim de la purga política que inició con la destitución del Jefe del Ejército y la ejecución de su propio tío, Jang Song-thaek, acusado de traición?

Es la pregunta del millón de euros. Pero no hay duda de que Corea del Norte quiere darle un bocado al goloso pastel del turismo. Varios de los proyectos que ha puesto en marcha el orondo Kim en los últimos tiempos así lo confirman: a principios de año se anunció la construcción de varias zonas dedicadas a ese sector, pensadas casi siempre para viajeros chinos, y ya está en marcha la polémica estación de esquí que llegó incluso a provocar un conflicto internacional por la exportación de unos telesillas que Suiza consideró que violaban las sanciones económicas que pesan sobre Pyongyang, y que restringen incluso la venta de productos de lujo.

Sin duda, al joven Kim le gusta el deporte y no hay normativa internacional que le detenga. De hecho, su peculiar amistad con el exjugador de la NBA Dennis Rodman ha acaparado titulares en todo el mundo. Juntos crearon la ‘diplomacia del baloncesto’, que se plasmó en un partido disputado entre la selección norcoreana y un equipo de viejas glorias estadounidenses. Ahora, el objetivo es el atletismo, y Kim ya ha anunciado en varias ocasiones su interés por organizar unos Juegos Olímpicos de invierno. Si no se los conceden y se cabrea, siempre puede apretar el botón rojo que detona una nueva bomba atómica.

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