Devotísima Letizia
Hablando de herederos, y de becarios que pican alto, la que se está currando a tope su lugar en la Historia es doña Letizia. La princesa acaba de aceptar el puesto de Camarera de la Virgen de la Amargura
Tengo un disgustazo: se me han soliviantado los becarios. Décadas criándolos a mis pechos, para que ahora se me molesten por lo de la malla antitrepas. ¿Que no te enteras? Te explico. La semana pasada, sugerí que la solución de Jorge Fernández-Díaz para repeler el salto de los subsaharianos podía servir también para proteger a los seniors de la escalada de los juniors en el curro. Y van los practicantes y se me cabrean como monas. Que les increpo. Que les ofendo. Que les prejuzgo. Como si me gustara poner etiquetas, insinúan los muy bisoños, cuando lo que me priva es quitarlas y salir de la tienda con la ropa puesta, no sea que la palme sin estrenarla. Al grano, que chocheo: envidia asesina, es lo que les tengo a los nuevos. Y más miedo que a Montoro, todo hay que decirlo. Cada año vienen más jóvenes, más digitales y más políglotas. Si tuvieran un poco más de cintura serían perfectos, pero no se les puede pedir todo, como la jueza Alaya a Magdalena Álvarez en el caso de los ERE. Yo, por si acaso, ondeo la bandera blanca, no sea que mañana tenga que ponerme a las órdenes de uno de ellos, cosas más raras se han visto y no precisamente en La nave del misterio.
Eso no pasa en otros colectivos. Lo del asalto al poder de los jóvenes, digo. En el de los obispos, la unidad de tiempo es el siglo, y tienes que haber cumplido los 65 y ser varón con uve para aspirar a algo más que a monaguillo. Esta semana, precisamente, tenemos chico nuevo en la Conferencia. Un sorpresón que ríete tú de la salida del armario de Ricky Martin en su día. El hecho de que el ascendido fuera el segundo del saliente Rouco y de que ambos llevaran lustros pasándose el testigo es secundario. Ahora, Blázquez, el nuevo jerarca, un pipiolo de 72 tacos, estaba como si en vez de un cargazo, le hubiera caído encima la cruz de Cristo propiamente dicha. Daba lástima verlo aceptar su ministerio con cara de qué he hecho yo para merecer esto. “No tengo programa”, confesó, humildísimo, a su parroquia. O sea, lo mismo que muchos presidentes, pero este por lo menos lo dice. A ver si con ese ejemplo de transición pacífica, se les bajan los humos a los aprendices. El de los curas sí es un tapón sucesorio y no el del príncipe Carlos con su Eterna Majestad Isabel II.
Hablando de herederos, y de becarios que pican alto, la que se está currando a tope su lugar en la Historia es doña Letizia. La princesa acaba de aceptar el puesto de Camarera de la Virgen de la Amargura de una cofradía de Huesca. Luego nos metemos con Tamara Falcó por caerse del poni y pasar de no pisar un templo a llevar un fufú de agua bendita en el bolsazo de 1.500 euros. Pero lo de la conversión de Letizia de “católica de eventos”, según su tía Henar, en devotísima beata de Todos los Santos es de milagro laico, a cada una lo suyo. El hecho de que sea la heredera consorte del trono de un Estado aconfesional es secundario. Por cierto que seguro que le ha encargado a Felipe Varela un modelo adecuado para sacar en procesión a su patrona, porque ni en Mango ni en Boss se llevan los hábitos este año. Y te dejo, que estos, aprovechando este ratito, me han abierto una brecha en la malla. Letizia, excolega, fíate de la virgen y no corras.
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