Demasiado grandes para caer
Por Sonia Felipe Larios
Al inicio de la crisis financiera, pocos pensaban que los mayores bancos del mundo, las llamadas entidades sistémicas, fueran a tener que recurrir al dinero público para su subsistencia. “Too big to fail”. Esta fue la máxima utilizada por la Reserva Federal de Estados Unidos para justificar la intervención pública ante un posible riesgo de quiebra de algunos de estos grandes bancos, cuyas consecuencias serían desastrosas para la economía. Así, en 2008 el Gobierno de EEUU, adalid del laissez faire en el mundo, no dudó en destinar 700.000 millones de dólares para rescatar a esas entidades “demasiado grandes para caer”. En España, la inyección de fondos públicos a la banca ya va por los 125.000 millones de euros, cantidad equivalente a más de 12 puntos del PIB. Son datos de una institución tan poco sospechosa como la Asociación Española de Banca.
Hasta que el tamaño de estas entidades comenzara a convertirse en un problema, asociado a la concentración de riesgos y la gestión de altos niveles de deuda, la idea generalizada era que “cuanto más grande fuera el banco, mejor”. Sin embargo, cada vez surgen más informes y voces que apuntan hacia otra manera de ver las cosas.
Los resultados de un reciente estudio que comparaba las principales magnitudes de los 29 mayores bancos del mundo con otros bancos éticos y sostenibles, de pequeño y mediano tamaño, también rebaten la supuesta mayor seguridad de los primeros. Los bancos sostenibles cuentan con una mayor solvencia que los grandes bancos y prestan a empresas de la economía real una mayor proporción de los fondos de su balance. Este estudio cuestiona la idea de que la única forma de supervivencia sea alcanzar una mayor dimensión.
Si la seguridad era el axioma preferido a la hora de optar por grandes entidades, esto se pone en evidencia por haber crecido no solo en tamaño, sino también en complejidad y riesgo. “Las finanzas deben volver a ser gestionables, más seguras, sencillas y sobrias”, recomiendan desde el grupo de expertos Sustainable Finance Lab. Y añaden que los bancos deberían reorientarse hacia la economía real, en lugar de atender solo a su propio mundo financiero.
El informe Liikanen, publicado en octubre de 2012 y elaborado por el Grupo de Expertos de Alto Nivel de la Comisión Europea sobre la Reforma de la Estructura del Sector Bancario, recomendaba la división de grandes bancos como medida de reducción del riesgo. Algo que algunos analistas, como James Kwak o Vicenç Navarro, se preguntan por qué no se ha hecho todavía. La respuesta va implícita en sus artículos: los gobiernos no quieren ser demasiado expeditivos sobre cómo deben actuar los bancos sistémicos.
El informe Liikanen proponía además separar la banca de inversión de la banca comercial, y que la regulación de las instituciones financieras se diferenciase en función de su contribución al riesgo sistémico y su utilidad para la economía real, argumentando que la competencia está distorsionada porque los mayores bancos del mundo se benefician de una garantía pública de su deuda. Demasiado grandes para caer.
Desde el Congreso de Estados Unidos diversas voces han mostrado su preocupación respecto a las consecuencias sociales que pueden presentar las entidades de gran tamaño, centradas más en atender los problemas internos que en otorgar crédito a la economía real. Incluso surgen dudas sobre si la expresión “entidades sistémicas” no es en realidad la forma de llamar diplomáticamente a unos hipotéticos “bancos demasiado grandes para existir”. No hay más que ver el caso de Chipre, un país hoy ahogado por el tamaño excesivo que adoptaron sus bancos.
Frente al modelo de concentración bancaria sistémico, se hace necesario un nuevo ecosistema financiero más diverso, que incluya entidades financieras de distinto tamaño, orientadas a prestar servicios y con modelos de negocio especializados e integrados en las regiones y comunidades a las que atienden. Al igual que en la naturaleza la biodiversidad proporciona una mayor resistencia ante las dificultades, la diversidad en el sistema financiero podría contribuir a una economía más justa, sostenible y centrada en las personas.
Foto: Cartel de la película “Too big to fail” dirigida por Curtis Hanson, HBO Films.
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