¡Santa Madonna!
O está la pobre hasta las cejas de cortisona por alergia al polen neoyorquino, o se ha metido el relleno de todos los pavos de Acción de Gracias de la Costa Este entre carrillo y carrillo
Tengo la negra encima. Y no me refiero solo a Beyoncé, a la que últimamente llevo todo el día colgada del bracete a la fuerza. Me explico: como soy un poquitín adicta a las compras, mi terapeuta me ha incautado las tarjetas y no me deja ni mirar escaparates. Pero la carne es débil, y la mía ni te cuento, que llevo las mangas de murciélago de serie. Por eso, en cuanto junto un par de pavos en calderilla, pico una chorradita en H&M y, como han estampado a la doña en las bolsas, tengo que ir con esa mujerona por bandera pregonando que las comparaciones son odiosas. “Esto es una humillación gratuita”, le solté el otro día al cajero: un pollo con más pluma que Falete. “De gratis nada, el tanga comestible marca 1,99. Y peor es lo mío, señora”, me esputa el nota delante de toda la cola, “por si quedaban dudas de que uno es marica, tiene que llevar a Beckham en gayumbos hasta en la bolsa del curro”. Mira, me tapó la boca, la locaza esa. Pero esta se la guardo. A mí, a vengativa, no me gana ni Diego Torres con Iñaki.
La cosa es que, ahora que había conseguido cita con el exorcista Fortea para que me libere de la víbora que me posee, va el mismísimo Francisco —el Papa porteño, no el crooner fallero— y pontifica que “los corruptos son el Anticristo”, así, sin mirar a nadie. Y ya estoy viendo a todos los imputados del Reino colándoseme a ver si ese cura del demonio les devuelve al ídem de los cielos de donde les sacó la pasma. No doy nombres por no dejarme a nadie, porque entre la Gurtelpedia, el Barcenismo, el Pujolato, la Cosa Noostra y los Eregates Andaluces Unidos, he perdido la cuenta de “adoradores de sí mismos”, según definió el otro día el Sumo Pontífice a los que trincan dinero público. Que digo yo, por cierto, que ya podía Rouco tomar nota del jefe y afinar el tiro en vez de dispararle siempre al prójimo en salvas sean las partes. Ahora que, si hablamos de encantados de haberse conocido, además de Neymar, el niñato que ha fichado el Barça, la auténtica Satanasa en persona por mucho nombre de virgen que se ponga es Madonna.
Tenías que verla la semana pasada entre Beyoncé y J.Lo ejerciendo de Santa Madre Cougar en el conciertazo de Londres. Eso era una cumbre de panteras y no la casa de Gandía Shore, aunque estuvieran en un estadio. Ahora, los balones de playa que tienen la Knowles y la López por glúteos los llevaba la Ciccone en la jeta. Hinchadita como un pez globo lucía la italoamericana, tapada hasta el cuello para evitar comparaciones incómodas. O está la pobre hasta las cejas de cortisona por alergia al polen neoyorquino, o se ha metido el relleno de todos los pavos de Acción de Gracias de la Costa Este entre carrillo y carrillo.
Y es que el climaterio es ingrato para todas, por mucho toy-boy que te metas entre pecho y espalda. Te lo digo yo, que voy ahora mismo a montarle el pollo al gay de la caja hasta que me descambie el tanga comestible por uno de leoparda. Lo había pillado por si remato algún día con un becario que me hace ojitos. Pero quita, quita, no sea que nos pase como a Michael Douglas y a Catherine Z y, encima de estos sofocos de abuela, tenga un infanticidio sobre mi conciencia.
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