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PORTERA DE DÍA
Columna
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Beata Tamara

La niña Falcó Preysler, después de un año de catequesis de tapadillo, se ha confirmado en la fe de Cristo en el más riguroso de los incógnitos Ahí está, en la portada del 'Hola'

Luz Sánchez-Mellado
Tamara Falcó Preysler.
Tamara Falcó Preysler.GONZÁLEZ FUENTES

Mañana tengo una comunión de horteras de periferia, un marrón como otro cualquiera. La de los críos de una de pilates que se acaba de separar por un asunto de cuernos y, en venganza, ha invitado a lo más granado del gimnasio para reventarle el convite al exmarido. La cosa es que, encima, la infiel es ella. Por activa y por pasiva. Vamos, que la trincó el legítimo zumbándose al monitor de zumba, y que no ha pisado una iglesia en su vida. Si Rouco oyera lo que suelta por esa boca cuando se le monta un gemelo perreando por Pitbull, la excomulgaba ipso facto. Ahora, sus mellizos son sagrados. Adán y Eva, se llaman, para que no haya dudas de que son los primeritos en todo. Después de ella, claro. Como que se ha pillado un traje rollo Victorio y Lucchino, peineta y mantilla incluidas, “que luego te crecen, se te arrejuntan con un perroflauta, y te quedas sin vestirte de madrina como mi ex se quedó sin estas peras”, suelta, finísima, a quien quiera oírla. Eso, y que el astado de marras va a ir vestido de maestrante. Total, que entre el modelito para estar a la altura y el regalo para los neófitos, doy por pulida la extra de julio antes de olerla.

Desde que se supo el pastón en bombillas que les regaló Correa a Ana Aznar y Alejandro Agag para su fiestón nupcial, las bodas, bautizos y comuniones con ínfulas se han puesto por las nubes para los invitados. Menos mal que lo del tocado lo tengo resuelto. Me planto el Phillip Treacy que tenía reservado para la declaración de la Infanta, o los rodetes de fallera que he pillado por si imputan a Camps y Barberá, yo el protocolo me lo paso por el forro. Peor es lo del óbolo a los comulgantes. En eso, como en el chonismo, no hay clases: los críos son unos tiranos insaciables en Las Tres Mil Viviendas y en La Moraleja. Y más los hijos de padres separados, con dos familias de morros compitiendo a ver quién les hace más la pelota. No hay más que ver a Rafi Camino y Natalia Álvarez, que se tiraron hasta los sofás en los juzgados, sonriéndole beatíficos a su rorro vestido de marinerito, como si fueran el paradigma de la Nueva Familia Feliz Reconstituida.

Visto lo visto, menos mal que Tamara no me invitó a lo suyo. Bueno, ni a mí ni a nadie. Al final, la niña Falcó Preysler, va a ser la más coherente, con lo dispersa que parece. Desde que la chica se cayó del poni y descubrió su yo más piadoso, alterna más con los curas que con la cúpula de Porcelanosa. Resulta que, después de un año de catequesis de tapadillo, se ha confirmado en la fe de Cristo en el más riguroso de los incógnitos. Ahí la tienes, austerísima, en la portada de ¡Hola!, sentadita con otros 999 correligionarios en el atrio de la Almudena para recibir los óleos del mismísimo cardenal Rouco Varela, qué menos. Que no vinieron sus padres, padrastros, hermanos y hermanastros para que no se liara un circo mediático, declaró a la prensa, emocionada, la nueva beata. Que digo yo que si no querías notoriedad, Tamarita, podrás haberte callado la boca. Y dicho esto, me piro a mirar móviles para mis hijastros. Qué menos que un iPhone para los niños de mi novio. Porque lo que no sabe esa ordinaria del gimnasio es que cuando ella va, yo ya he venido. Y que para peras, las mías, aunque sean de invernadero.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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