Marcado por la polémica

Enrique ha sido polémico desde siempre: aún hay gente que cree que no es hijo del príncipe Carlos, sino de James Hewitt, un militar que fue durante cinco años amante de Diana de Gales. Aunque el propio Hewitt dice que el romance empezó cuando Enrique ya había nacido, la frondosa pelambrera pelirroja del príncipe y su carácter abierto, tan distinto al de los Windsor, no han hecho más que alimentar el bulo.

Muchas veces ha sido el propio Enrique el que ha contribuido a proyectar una imagen de irresponsable. Sus borracheras y flirteos con el cannabis de adolescente o la absurda idea de vestirse de oficial nazi en una fiesta de disfraces no le han ayudado.

Sí le ha ayudado, en cambio, su carrera militar y su despliegue en Afganistán, que han permitido proyectar una imagen de joven serio y responsable que no tenía. Esa imagen ha empezado a tambalearse de nuevo. Las fotografías de Enrique desnudo en una fiesta privada en Las Vegas en diciembre pasado y sus polémicas declaraciones de estos días en Afganistán suponen un paso atrás.

Como su padre y como su hermano Guillermo, tiene un desprecio a la prensa que es incapaz de disimular y que nace de los problemas que tuvo su madre con los paparazi, que al final contribuyeron a su temprana muerte en el verano de 1997 cuando el Mercedes en que Diana viajaba con su novio del momento, Dodi al Fayed, se estrelló cuando intentaban eludir a los fotógrafos en París.

El asedio de la prensa influyó en la ruptura de Enrique con la novia más seria que se le ha conocido, Chelsy Davy. Ahora se dice que desde mayo mantiene una relación con la actriz y modelo Cressida Bonas. Enrique lanza a menudo señales de que está muy a gusto llevando una vida de soltero. Pero no está muy claro que vaya a poder seguir de forma tan activa su carrera militar. Y, cuando pase el furor del nacimiento en julio del bebé que espera su hermano Guillermo y Catalina, la soltería de Enrique puede ser más noticia que nunca.