Faldas y estropajos
La cita en una crónica al vestido de la secretaria del juzgado y la imagen de una entrevista a Carme Riera como nueva académica de la RAE han provocado el reproche a tener en cuenta de algunos lectores. Reproduzco sus comentarios. Todas plantean que ambos casos reproducen estereotipos sobre la mujer. En el caso de la citada entrevista dominical, que siempre tiene un tono desenfadado, la entrevistada participa de la broma. La lectora plantea que esta broma, asociada al lema de la institución, no se ha hecho cuando el recién nombrado es un hombre.
Esther Forgas, catedrática de Lengua Española de la universidad Rovira i Virgili escribe: ¿A nadie le ha sorprendido/indignado la gracieta de EL PAÍS del domingo 27 de mayo fotografiando a Carme Riera ataviada de cubo y estropajo limpiando los cristales de la RAE? Me sorprende e indigna que a estas alturas de siglo, con la Ley de Igualdad en vigor, y tras varias décadas de reivindicaciones al parecer estériles, los periodistas de un diario de prestigio como es EL PAÍS hayan sucumbido a la tentación del chiste fácil basado en el lema Limpia, fija y da esplendor de la Real Academia, pero todavía me sorprende/indigna más que Carme Riera, una de las escasísimas mujeres que ha conseguido, por méritos propios, un sillón en la Academia, se preste a tan burdas chanzas, cultivando y reforzando con su imagen uno de los más innobles estereotipos de género: el de la mujer que entra a formar parte de una institución como fregona, es decir, como señora de la limpieza y no precisamente de la limpieza y esplendor del idioma, como le correspondería, sino de los cristales de la docta. Y no se me diga que miro exclusivamente con anteojos de género la realidad –que lo acepto con gusto y orgullo- ya que el detalle es tan explícito que incluso hiere la inteligencia de los lectores y lectoras del periódico, que ni siquiera ha hecho el ejercicio periodístico de la sutileza tendenciosa a la que nos tienen acostumbradas los medios. ¿Qué opinarían quienes creen que hablar de humillación de género es sacar las cosas de quicio si hubiera entrado en la RAE un escritor hispano de raza negra (que, por cierto, los hay y buenos) y saliera en la fotografía el recién elegido limpiándole las botas al director de la RAE? Se justificaría de igual manera la gracia en razón del lema académico, pero estoy segura al cien por cien que tal fotografía no llegaría a publicarse jamás. Es más, sabemos que la mejor manera de descubrir el sexismo oculto o explícito de cualquier situación es jugar al contraejemplo: ¿a alguien se le ocurriría pedir en su momento a don José Manuel Blecua, actual director de la RAE, que posara después de su nombramiento armado de una fregona y cubo sacando lustre a los suelos del venerable edificio? Pues eso, no hay nada más que decir.
Y las tres cartas sobre el vestido de la secretaria. José Sarabia y Álvarezude expone quecomo me importa mucho mi periódico, pues algo de él considero mío por ser lector impenitente diario desde hace 37 años, me tomo la libertad de enviarle este mensaje, con el que únicamente quiero someter a su consideración lo que me ha parecido un desliz, dando a este término el más amplio y desenfadado significado. Y destaca la mencionada frase que me parece inadecuada, si no impertinente y con tufillo machista. ¿Qué aporta a la información de la subasta que el vestido llegue a la rodilla, hasta los pies o que fuera un escueto pantalón? La noticia está redactada de manera admirable, de forma sencilla y humanizada (si cabe, ante la tragedia de aquel asesinato) explica lo acontecido en el juzgado y la trascendencia de la subasta de manera minuciosa y muy comprensible, tanto que se vive la subasta y el lugar. Una magnífica crónica, pero ¿qué pinta que el vestido de la secretaria judicial llegue o deje de llegar a la rodilla?.
Me sorprende enormemente que en la noticia La viuda puja por la casa del asesino, la periodista nos diga que la secretaria judicial lleva una falda hasta la rodilla. Qué aporta esa acotación? Maria Llop.
José Manuel Díaz García, citando la frase de que la secretaria judicial iba con un vestido hasta la rodilla, muestra su sorpresa al leerla. En un principio dudé de haber leído correctamente y mi reacción natural fue leer de nuevo. No, no me había equivocado, la crónica incorporaba la descripción que había producido mi estupor inicial. Instintivamente busque la identificación del periodista que la había remitido. Nueva sorpresa, una mujer la suscribía. ¿Qué interés puede tener el largo del vestido de una secretaria judicial? ¿Cómo es posible que tal descripción sortee los controles de edición de su diario? "
He traslado las cartas a la autora de la crónica, Rebeca Carranco. Ésta es su respuesta: La intención al describir el tipo de indumentaria que llevaba la persona que inicia la subasta de los bienes de Santiago Mainar es sencillamente la de intentar trasladar al lector a la escena. Poder imaginar como es ese momento en el que llama a los pujadores y les conduce hasta la secretaría de la Audiencia de Huesca. Era una mujer y llevaba un vestido hasta la rodilla. De haber sido un hombre, con una americana ajustada (por ponernos a imaginar), también lo habría descrito.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.