Salvamento Marítimo busca al niño desaparecido en Gijón
El tío del menor falleció ayer al volcar la lancha en la que navegaban
El naufragio de una pequeña embarcación de recreo a escasos cien metros de la bocana del puerto deportivo de Gijón destrozó a una familia granadina y a sus parientes asturianos y quebró de forma trágica lo que iba a ser un feliz reencuentro familiar para celebrar en común el fin de año en Asturias. Un niño de diez años, Gonzalo Fernández Menéndez, vecino de Granada, permanece desaparecido en aguas del Cantábrico tras volcar por un golpe de mar la lancha que patroneaba su tío y padrino, Luis Carlos Menéndez Otero, de 48 años, militar, natural de Pola de Lena (Asturias) y vecino de Gijón, que pereció en el siniestro.
Los otros tres tripulantes (un adulto y dos niños, uno de ellos hermano del desaparecido, y todos ellos parientes entre sí) fueron rescatados con vida y se recuperan en varios hospitales tras ser atendidos a causa de hipotermias.
Apenas quedan esperanzas de recuperar con vida al pequeño de diez años, que había llegado a Gijón junto con su hermano de 13 años con dos días de anticipación a que lo hicieran sus padres. Sus progenitores fueron informados del dramático suceso cuando ya estaban viajando desde Granada hacia Gijón para reunirse con la familia.
Cinco embarcaciones, dos helicópteros, un equipo de submarinistas, fuerzas policiales y voluntarios buscaban hoy al niño por segundo día consecutivo sin éxito, rastreando una amplia zona marítima de la bahía gijonesa y las playas de la zona. La operación se reanudará mañana. A los muchos gijoneses que siguen con zozobra desde el litoral el despliegue de búsqueda se sumaron amigos de las víctimas, que no ocultaron su angustia. Ángeles Martínez, cercana a la familia, y que también se personó en el puerto en busca de noticias, expresó hoy su dolor entre lágrimas: "Esto es una tragedia total. Son una gente estupenda".
Una gran ola de unos tres metros de altura golpeó y volteó a la embarcación, de 5,80 metros de eslora, cuando los tripulantes trataban de maniobrar para regresar a puerto en busca de refugio ante el mal estado de la mar. Se apunta a que los embates del oleaje pudieron haber arrastrado la lancha hacia una zona de fuertes corrientes y peligrosa con el mar el mal estado.
Luis Carlos Menéndez Otero, brigada en el acuartelamiento Cabo Noval, de Siero (Asturias), casado y padre de una hija, salía a navegar casi todos los días en su lancha Patri 13. Pero el jueves, el día del siniestro, había un fuerte oleaje -de entre tres y cinco metros- y se había emitido una alerta amarilla por riesgo de vientos fuertes y fenómenos costeros adversos. Hoy todo seguía siendo difícil en el Cantábrico y una de los buques que rastrean la zona para localizar al niño desaparecido tuvo que acudir al rescate de un piragüista en la playa de San Lorenzo, frente a la desembocadura del río Piles, que estaba a merced a de las olas. "Hay marejada, con olas de tres a cuatro metros y mar de fondo", explicó el comandante Montes, de la Guardia Civil.
Las víctimas del Patri 13 navegaban además sin llevar puestos los chalecos salvavidas, según los datos que han trascendido y a la espera de que concluya la investigación. El patrón, fallecido, y su sobrino desaparecido se encontraban en el camarote cuando sobrevino el naufragio, lo que probablemente fue fatal para ambos y les dificultó ponerse a salvo.
Todo apunta a que el fuerte oleaje y la dificultad de gobernar la embarcación hicieron desistir a los tripulantes, que optaron por regresar a puerto. Fue un ciudadano gijonés que estaba contemplando el mar quien dio aviso a las autoridades en torno a la una de la tarde tras percatarse de las dificultades en que se hallaba el Patri 13, que intentaba maniobrar avanzando por detrás del dique de Santa Catalina, con cinco personas a bordo, tres de ellos niños. El vuelco fatal de la embarcación se produjo cuando la lancha se disponía ya a virar a la altura del espigón de Lequerica para protegerse en el muelle.
"La quilla se quedó mirando al sol", dijo el gijonés que avisó a los servicios de emergencia de lo que estaba ocurriendo. Un pescador, Daniel Torres, que también regresaba a puerto a bordo de una lancha, vio al adulto superviviente "agarrado a una boya". "Viré para intentar ayudarle. Pero era una maniobra muy peligrosa. Las olas eran altas en ese momento", dijo.
Los equipos de salvamento desplegados lograron localizar y rescatar, primero, a un niño de 11 años, Ignacio Diéguez Fernández, y poco después una lancha de los bomberos hizo lo mismo con su padre, José Ramón Diéguez Roces, de 43 años, que había logrado asirse a una boya. Ambos son primo y tío, respectivamente, del niño al que se tragó el mar y sobrino y cuñado del dueño de la embarcación. Otro niño, Álvaro Fernández Menéndez, de 13 años, hermano del pequeño desaparecido, fue hallado con vida poco después por un helicóptero tras permanecer media hora junto a la lancha volcada. Los tres supervivientes, con síntomas de hipotermia, fueron evacuados a varios hospitales y el adulto precisó además aporte de oxígeno y curas por un fuerte golpe en la cabeza. El cadáver del patrón de la embarcación no fue avistado hasta que se remolcó la lancha siniestrada hasta la rada.
Algunos familiares de las víctimas estaban en las inmediaciones del puerto cuando se supo la tragedia. La esposa de José Ramón Diéguez y madre del niño Ignacio Diéguez tuvo que recibir asistencia en una cafetería cercana al puerto deportivo por la fuerte impresión que le causó la tragedia. Poco después llegaron al puerto deportivo la esposa del dueño de la embarcación, Aidée de Lucas Cuesta, y la hija de ambos, Patricia, totalmente desoladas y que apenas acertaban a articular palabra. El militar fallecido había estado destinado en Kosovo y Líbano como Brigada del Regimiento Príncipe de Asturias del Cabo Noval (Siero, Asturias).
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