'Polònia', plan quinquenal de risa
El programa de humor y parodia política de TV-3 cumple cinco años en antena con un share del 23,5% de media
Toni Soler parece tener el mal de San Vito porque no para quieto: quiere sacar brillo a la Blackberry, resigue la mesa con las palmas; se alisa la camiseta de debajo de la sudadera con capucha... Normal, a parte del rodaje estos días de la película 14 de abril. Macià contra Companys, ayer se cumplieron cinco años desde que se emitiera el primer Polònia; o sea, más de 200 programas ya y las llamadas, emisiones especiales y demás son un no parar. Porque, por más que ahora delegue bastante en una de sus rara avis, el subdirector y jefe de (nueve) guionistas Jaume Buixó, él no deja de dar la aprobación oficial a cada uno de los gags y al programa final que pasan a la cadena autonómica catalana el mismo día de emisión. "TV-3 deposita su confianza en nosotros y yo me encargo de mantenerla, aquí no hay ningún comisario político. Recuerdo lo que me dijo el entonces director, Paco Escribano, cuando hablábamos de hacer el programa: 'Lupa y balanza'. Y así seguimos. ¿Ningún problema nunca? No gordo: un día Mónica Terribas nos dijo que tuviésemos un poco de cuidado porque hicimos una referencia a las hijas de Zapatero cuando salieron en aquella fotografía en la que iban de góticas. Rozamos temas de la vida privada y familiar, que es uno de nuestros techos autoimpuestos", dice bien tranquilo Soler.
Puede ser que su nerviosismo venga de lo que pasa debajo de su despacho con silla blanca en este momento: su Montilla da el carnet del PSC a dos nuevos militantes que se parecen mucho a Trias y Pujol; o bien porque Albert Om se ha metido en la cama del mismísimo Mikimoto.
"Depende de ti levantar este gag", dice medio en broma el director de actores Norbert Martínez a David Olivares -también Tomás Molina y Felip Puig-, que debuta frente al atril como presidente del Gobierno de Cantabria. El regidor grita: "Silencio, ¡grabamos!" Y él responde: "¿Sin ensayo?"; "Ensayar es de cobardes" replica un cámara, desde la oscuridad. Y allí va, exigiendo la misma mierda para su comunidad que la que tiene Cataluña. Tres repeticiones. Buena la última. Rápidamente, la bandera de la comunidad se va a una caja donde pone precisamente esto, Banderas. Muy cerca del timón de Artur Mas y de una foto del consejero polaco Saura. Gag acabado, que se adjuntará a los 3.000 que ya llevan grabados en este quinquenio.
"En septiembre hacemos siempre una selección de rentrée; el cambio de gobierno nos ha dado aire fresco", dice Buixó, que en el programa de hoy hace debutar a la consejera de Educación Irene Rigau. "Lo que cuesta es encontrar el matiz de un personaje, su rol, una característica que nos parece que tiene y que amplificamos; en el caso de Nuñez fue su tacañería; en el de Felip Puig, que es duro y por eso el bate de béisbol, y en el caso de Rigau, por los ordenadores en las escuelas lo que nos llevó a convertirla en una profesora antigua. Propondremos tres momentos diferentes sobre este concepto en el gag y acabará saliendo uno", apunta Buixó.
Tanto determina encontrar un personaje y su rol que este es un argumento expuesto por Soler y su jefe de guionistas para explicar por qué tocan menos temas socioeconómicos. "El problema es identificar un tema con alguien; sí, nos falta encontrar anónimos potentes que personalicen situaciones", admite Buixó, que piensa que esto lo mitigan con gags como el vecino-denuncia.
"Un programa tiene que tener una marca y el nuestro es político; aún así nos hemos abierto al mundo mediático y al cultural, con parodias como la de Pere Gimferrer, creo que ya le estamos pidiendo bastante a la audiencia", dice Soler. Pero la plantilla de personajes (ya han imitado a 180) es "un sudoku: procuramos tener a aquellos que aparecen en los telediarios e intentamos que un mismo actor no acapare los de todo un partido político".
También hay una razón dedicada: "Haciendo humor y sátira es fácil ser injustos y el único factor que hay para compensar esto es que el político parodiado tenga el consuelo de saber que también lo será el del partido contrincante". Insiste el responsable de Polònia: "No, ni una llamada en cinco años de ningún partido, si lo han hecho a TV-3, no sé si me lo han dicho; yo no pido que los partidos lo encajen o no; tampoco quiero saber si les gusta o no: quiero el respeto por mi trabajo para poder seguir haciéndolo".
"Antes había que pedir a TV-3 un disco compacto o un DVD con imágenes de los políticos; ahora lo saco todo de Youtube, dice unos de los fundadores, con Manel Lucas y el mismo Soler, del núcleo del programa radiofónico Minoría Absoluta que daría pie a una productora de la que ha salido Polònia y Crackòvia); es un Queco Novell con la barriguita de Mikimoto y que pisa el plató casi una hora y media después de haber entrado a maquillaje (el programa acumula 11.000 horas de transformismo) mientras ve como Om (Pep Plaza) practica cómo se colará en su casa. Plaza se ajusta la camisa y pone unos morritos que encantan a uno de los cámaras. "¿A que sí que lo hace? Me he fijado", dice Plaza. "Es un misterio; ya han pasado cinco años y la gente sigue riéndose con nosotros, ¿hasta cuándo?", se pregunta metafísico Novell antes de reincorporarse a la grabación: llevan más de 4.000 horas.
No le preocupa mucho a Soler que el suyo sea el único programa de humor político. "Cataluña es un país de monopolios: tenemos un gran club deportivo, el Barça, una gran película, Pa Negre, una única cadena de televisión... No, la cosa no da para tener dos programas de sátira política, pero si se escucha la radio, por pequeño que sea el país hay cosas de humor". ¿Y la responsabilidad de dar una imagen de la política que cree desafección entre la ciudadanía? "Nosotros vamos después de haber leído diarios y de haber visto Àgora, somos un complemento del Telenotícies: difícilmente parodiamos nada que no haya sido antes un tema periodístico, pero si a la gente le da pereza leer diarios o consumir los informativos serios no es culpa nuestra. ¿Puede pensar alguien que si se suprimiese Polònia la gente miraría más según que programas o iría a votar más?
Tampoco se siente especialmente culpable de hacer un humor demasiado sencillo que incluso ha acabado salpicando a otros espacios de la televisión catalana como los deportivos o que tengan carencia de subtexto. "Esto es una crítica absurda y delirante que se nos ha hecho demasiadas veces a nosotros y a TV-3, que se tilda de cadena frívola cuando es la más pública de todas las españolas; a la semana deben emitir unas 36 horas de información seria frente a nuestros 30 minutos de programa; ¿la proporción no es bien modesta?; por otro lado, sí, por casa corrían revista como Por Favor, el Papus y Barrabás y sabía qué había sido El Be Negre y cuando hacía el bachillerato tenía en la cabeza que un día querría hacer un Spitting image, que entonces parodiaba a Tatcher y Reagan, pero me encantan Martes y Trece y me atrae la payasada lights. Queda claro al ver Polònia que la política frecuentemente es teatro y, el teatro, política; los gags con mis apariciones fuera de decorados lo escenifican".
El programa, sin duda, ha hecho aportaciones en estos cinco años. "La originalidad en el objeto humorístico, creo: Alfonso Arús se inclinó por temas del corazón y de frikismo; Andreu Buenafuente también fue refractario al tema político...", dice Soler. Y quizá conseguir que figuras de gran relieve o una de intocable desde la transición como el Rey sean ahora uno de los personajes más parodiados. "Igual hemos subido el listón de la causticidad en Cataluña". "Los gags sobre la Casa Real pueden ser más lights pero están", concede Buixó, que antes de marcharse a ver cómo ha quedado la Rigau debutante deja caer nombres de guionistas como Ricky Gervais (The Office) y Larry David (Seinfeld), y series muy actuales como Me llamo Earl, Big bang theory y Breaking bad como referentes. "Ahora estamos sitcomitzando un poco más Pòlonia, no son tantos gags sueltos. Trabajamos también en no quemar tanto los personajes, estamos siendo más maduros", confiesa. Y se desliza entre decorados de Polònia y Crackòvia, una habitación de planchar, ropa del Barça clasificada y un montón de corbatas y trajes que ni en unos grandes almacenes.
¿Cuántos años le quedan a Polònia? "En radio fueron nueve pero con la sensación de que dependía demasiado de nuestras voces, aquí estamos creando una estructura que creo que funcionará independientemente de que Queco o yo permanezcamos en ella", dice. Los Estudios Ideal del Poblenou barcelonés en los que se produce el programa movilizan a unas 70 personas, casi sin deserciones en estos años. La fórmula funciona: la serie tiene una media de 673.000 espectadores y un share del 23.5% de media, con un perfil de audiencia más joven y más urbano que el de la propia cadena. Y ha sido mayoritariamente líder en su día de emisión. Esta Polònia sí que funciona...
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