Opiniones de Moneo
Hace unas semanas El País Semanal publicó una entrevista con Rafael Moneo. A pesar de ser extensa, tuve que editar mucho el texto y aparcar varias de sus respuestas y comentarios por falta de espacio y por considerarlos más apropiados para un público específicamente interesado en la arquitectura. Pueden leerlos ahora.
CASA:“Creo que también las casas son capaces de absorber la personalidad de las personas sin que sea la arquitectura quien lo imponga. La última que he estudiado es la vivienda de un profesor de Harvard (no hace falta que cites Harvard), una casita del año 51 intrascendente pero bonita. Le he añadido otra casita muy respetuosa. Le he dado la oportunidad de ser lo que es sin intervenir en ella y sin cambiarla, pero le he añadido un añadido muy añadido que reconoce la libertad de moverse que nos ha explicado Gehry, por ejemplo. No es una casa de madera, como las de Nueva Inglaterra, es una casa con distintos niveles en un paisaje, metida en un bosque. Una casa que alguien que la hubiera montado muy bien hubiera podido hacer coincidir el mensaje de su vivienda con su persona. Bien. Dicho esto, el profesor que me hizo el encargo se ha ido de sabático y la ha alquilado por dos años a otro profesor. El otro día, al visitarla, pensé: ¿Cómo es posible que una casa desaparezca tras los muebles?”
CIUDAD:“En medio de mi carrera, en un momento en que es importante entender el influjo que la ciudad tenía y la capacidad de entender la ciudad de la arquitectura, una idea convertida en eslogan por Rossi y hoy menos atendida, tuvo mucho valor. Creo que he entendido algunas propuestas rossianas del modo de entender la ciudad y de sentir lo que es la arquitectura: cuánto la arquitectura va irremediablemente ligada a ese sentido de pasar por este mundo en un determinado periodo de tiempo pero, del mismo modo que digo que los edificios nunca están solos, también desde nuestros genes estamos menos solos de lo que nos parece. Y en eso la arquitectura es el testimonio físico más flagrante. Este énfasis de la presencia de la ciudad en mi obra está seguramente aprendido de Rossi. La residencia creo que es la sustancia de la ciudad. Sea colectiva o individual, la ciudad tiene esa sustancia que se debe especiar y dinamizar con elementos destacados. Siento una cierta nostalgia de no haber hecho vivienda”.
AUTORÍA:“Todo en la arquitectura es mediato. Para todo tiene uno que servirse de ayudas interpuestas: técnicas, lo que sea. No tiene la condición inmediata de la pintura. Si hablo con Antonio López, él cuenta: “Me interesa mantener la memoria de este momento. De la situación en la que la flor recibía la luz… Mañana no la podré pintar ya”. El arquitecto piensa de otro modo. No sé cuánto cambiarán las cosas. No es tan fácil pensar que la aparente libertad que ahora creen tener los arquitectos, cuando el manejo de los nuevos métodos de expresión parece poner en sus manos medios de definición gráfico, en el fondo, los acerca a cualquier otra cosa. No es tan obvio que todo lo que hay detrás del proceso constructivo vaya a permitir hacer eso. Si no es así, me parece más juicioso incorporar a lo que se hace, al trabajo del arquitecto, también esa presencia menos evidente de todos aquellos factores que están presentes en el proceso. Coge el Escorial. Sería el paradigma de una obra de arquitectura asociada a la labor de un arquitecto.
EL ESCORIAL:“Yo veo El Escorial como obra de Herrera solo a medias. Es un edificio menos limpio de lo que parece. La decisión, por ejemplo, de no hacer otra cosa sino palpable el granito ya es una solución suficientemente importante para que todo parezca la mano de un arquitecto. Pero al final uno podría ver allí muchas manos. En los orígenes de Juan Bautista, en La Galería de Convalecientes… En el fondo es un cañamazo que al final tiene la fuerza y la suerte de ser un edificio que condensa una idea y una visión del mundo de una sola vez, pero no me atrevería a decir tanto que es solo Herrera lo que veo. Entonces me parece que el arquitecto adopte y acepte que ya es un papel suficientemente importante el dejar realidades físicas tangibles. Si es que el paso por este mundo significa algo…”
EL PRADO:“Estuve siete años sin hacer otra cosa que el Prado porque entendía que había que estar atento a eso. Se hubiera podido hacer con más facilidad con otra gestión. No ya con los líos previos, por la propia mecánica de la ejecución de los proyectos públicos es difícil. En una universidad americana hubiera sido sencillo, pero eso no hace al caso”. (…) “Mi proyecto más difícil ha sido La Catedral de Los Ángeles. Al fin de cuentas en el Prado, en el primer concurso, con setecientos participantes, la estrategia a seguir era la que yo estaba señalando. Seguramente porque yo lo conocía mejor como arquitecto de Madrid. Luego los proyectos evolucionan y se mueven. Y eso es bonito en nuestra profesión. Por ejemplo, en el proyecto del segundo concurso situé la biblioteca en lo que ahora es el claustro. Arquitectónicamente es muy parecido: mismo lucernario… pero era un lugar un poco más privado. Fue un acierto que quienes tenían la responsabilidad decidieran convertirlo en un espacio más abierto, en una sala más para todo el mundo. Los proyectos incorporan cambios. Y eso es muy satisfactorio. No sé si a un escritor le pasa lo mismo cuando redacta una novela. La obra va dándote cosas en su propio hacerse”.
LA CRÍTICA:“Crítica hay poca. La crítica se ha desplazado a la crítica de los medios y un comentario crítico en un periódico tiene que estar atento a buscar lazos que conecten la arquitectura con otros intereses más amplios de la sociedad. Hay muy poca crítica en el propio terreno que desmenuce los problemas disciplinares de la arquitectura. Todavía menos cuando en los años ochenta y noventa ha habido el traslado de los críticos de los medios académicos a los más populares. Lo que ha quedado en la Academia, superada la crítica formalista, ha sido una crítica que tomaba como modelos literatura y filosofía que en realidad, hará que los años ochenta se vean como años de una deliberada oscuridad personalista. Tafuri hasta que es mayor y se ve cercano a la muerte hace una crítica ideológica y ligada al marxismo. Los dos o tres últimos libros vuelve a una crítica más disciplinar. Pero son los libros que nadie lee. No sé si debieras citar a Quetglas pero en sus últimos trabajos, escribiendo piezas con valor literario en sí mismo, ha tratado de pasar a estudios que pueden reclamar el calificativo de filológicos. Ha habido una crítica de arquitectura explícita. Hay algún crítico de arte que ilumina de manera poderosa. Pero no tanto en el campo de la arquitectura”.
UTZON:“Utzon era una figura muy carismática. Un arquitecto muy potente. Curiosamente, la Ópera de Sidney, el emblema de la ciudad, no es que sea un edificio fallido es que algunas de las cosas que prometía no se han llegado a resolver, como la continuidad entre los dos teatros. Uno de los dibujos más hermosos de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX es el dibujo de los dos auditorios. Es un programa de edificio preciosísimo. Con raíces en Aalto… tiene unas resonancias clásicas valiosas. Pero al final de la Ópera de Sidney ha quedado a lo mejor lo que era más valioso de ella que era la implantación en aquella península de aquella pieza tan inesperada. Pero que los dos teatros estuvieran juntos quedó sin resolver. Tengo una propuesta para Sidney, que no se hará, pero que creo que es lo que habría que hacer: dejar las conchas vacías. Completamente abiertas (no son las conchas que había hecho, pero mantienen la impronta de lo que quería que fuese). Pero para que ocurriese lo que me gustaría, los dos teatros tendrían que fundirse sin cierre alguno y como además todo eso se construyó de muy mala manera, la gran restauración sería vaciar las conchas y dejarlas como un monumento transitable, como un teatro griego. Lo puedo defender más. Esto sería lo que honraría de verdad lo mejor de la Ópera de Sidney, que son las conchas, no el caracol de dentro, que es irrelevante y feo”.
AMÉRICA:“Pude quedarme en América, pero dejé Cambridge porque hubo una especie de conjunción a principios de los noventa. Me encontraba haciendo Atocha, estaba el Aeropuerto de Sevilla, Luego Thyssen y Manuel de Solá y yo ganamos la Illa de Barcelona. Eso fue el detonante. Me daba mucho apuro ver a Manuel solo con ese proyecto de la Diagonal, y ver a todo el mundo una vez al mes solo cuando venía de América. Al final, en el año 90 decidimos regresar. Entonces yo no había hecho nada allí”.
LIBRO:“El libro Apuntes sobre 21 edificios (Gustavo Gili) es una especie de crónica de lo que yo he visto. De las cosas que me han ido preocupando en la arquitectura de cada momento”.
SOLEDAD:“Mi visión ciudadana indudablemente lleva a poner en duda la idea centrífuga de edificio fragmentado, desplegado sin consideraciones a propósito del perímetro. Por ejemplo, la alusión al fragmentarismo de los años 80 y 90 viene en mi caso referido en el proyecto del Museo de Houston desde una posición antitética. En ese sentido, los últimos proyectos en cuanto a subrayar cuánto las arquitecturas no están solas, seguramente aluden también a un iconografismo y a una visión de los edificios solo con contenido icónico que ha estado tan presente en la segunda mitad de los noventa y la primera de los 2000. En eso creo que a lo mejor no coincido con el main stream. En realidad, la coincidencia con el pensamiento de las elites arquitectónicas se puede dar más en los primeros proyectos que luego. Luego me voy quedando más solo”.
GEHRY:“A Frank Gehry lo conocí el año 76 en Nueva York. Peter Eisenman dijo ‘Viene este amigo mío chifleta de Los Ángeles’. Fuimos a comer al Oyster Bar. Luego nos ha tocado muchas veces compartir contexto, con las diferencias que median, pero también con la proximidad: Bilbao y San Sebastián. Y luego la catedral y su auditorio. Y ahora en Bilbao, vecinos de nuevo. Ha habido siempre esta especie de reencuentro. De trato distante”.
ARQUITECTURA RELIGIOSA:“La arquitectura religiosa son muchas cosas. Puedes entenderla como simple experiencia sensorial y asociarla casi al románico y hasta Ronchamp. Lo religioso está asociado a lo histórico. Y está asociado a las décadas oscuras de la Edad Media y a la extraordinariamente brillante intervención lecorbuseriana de Ronchamp. No hay color entre Ronchamp y La Tourette. Contrariamente a lo que digan algunos lecorbuserianos que se sientan ortodoxos, Ronchamp es una auténtica joya dentro de esta espiritualidad confundida con lo mistérico. La iglesia gótica es otra cosa. Explicarla lleva a explicar unos afanes espirituales de toda una Europa naciente que en realidad piensa que depositando la trascendencia en Roma todavía es capaz de ofrecer a la divinidad una figura tan perfecta como es la suma teológica de la escolástica. Lo que Ruskin llama la lámpara del sacrificio. Entre tanto, hay muchas otras cosas, ¿qué es la arquitectura religiosa de Palladio? No hay arquitectura más fría y laica”.
SINGULARIDAD:“A pesar del respeto que tiene lo tipológico es importante ver en la arquitectura la importancia de lo singular y de lo específico. Entender cada caso como casi algo diverso”.
CONTEXTO:“Me parece importante pensar que los edificios que uno hace casi nunca están solos. Me gustaría que la idea recurrente del contexto pasara a tener en cuenta no ya que un edificio no está solo sino que en muchas ocasiones altera la vida de los demás. No es tanto el contexto en el que te inscribes como el cambio que produces”.
CAMBIO:“Los proyectos no todos tienen la misma importancia para las ciudades en las que se construyen. Hay proyectos como Atocha que es un proyecto casi social. No es exagerada la analogía que compara las estaciones con los corazones bombeando gente en la ciudad para que éstas funcionen. Allí se siente el pálpito casi más que en ningún otro lado. Al final, llegar a una estación es llegar a entrever aquello por lo que te interesa estar en una ciudad. La estación está en los orígenes del viaje, en lo que trae a la gente a la ciudad. Madrid es una ciudad en la que la topografía ha sido determinante y la estación de Atocha está colocada estratégicamente en el punto inferior de la vaguada de la Castellana que es la espina dorsal. Hay capítulos que trascienden los problemas arquitectónicos que plantean. Ambos, Prado y Atocha, plantean la conclusión a la que se llega al leer el libro (Apuntes sobre 21 edificios), aunque no esté escrita: la importancia que tiene el leer el continuo de la ciudad, entender la ciudad como algo que inevitablemente tiene que ver con cómo se han movido las cartas en el pasado predisponiendo un cierto futuro, ese continuo que lleva la respuesta arquitectónica de esos planos horizontales tan generosos para acoger las estructuras ferroviarias y la invasión de la gente. El caso de Atocha es el ejemplo claro de cómo en una vida tienes tiempo de ver cambiar tus propios edificios”.
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