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Una sentencia que da alas a los independentistas

Un estudio de la UPF analiza el impacto del recorte del Estatuto

"Nuestra sentencia: independencia". El lema se podía leer en una de las pancartas de la manifestación y lo han hecho suyo muchos soberanistas tras el fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto. Personas tan poco favorables a la secesión como José Montilla y Josep Antoni Duran Lleida avisaron que tras la sentencia crecería el número de personas que quieren un Estado propio para Cataluña. Un estudio realizado por 21 universidades europeas y coordinado por la Universidad Pompeu Fabra (UPF) analiza la creación de nuevos Estados basándose en la anterior oleada de independencias, la surgida a principios de la décaada de 1990 tras la caída de la Unión Soviética, y concluye que en el caso catalán la sentencia del tribunal acrecienta la demanda de un Estado propio.

El estudio coge como referente naciones sin Estado que cumplen tres requisitos: haber tenido instituciones propias en la Edad Moderna; ser sociedades que no forman parte de la cultura mayoritaria del Estado al que pertenecen, diferenciándose por una lengua propia o una religión diferente, y gozar de niveles de descentralización que le permitan ejercer el poder legislativo. En la Europa actual, son seis: Escocia, Irlanda del Norte, Flandes, Groenlandia, el País Vasco y Cataluña. Al estudio se le añade Quebec por su similitud en el proceso.

¿Se parece la situación actual en estas zonas a que rodeó la desmembración de la Unión Soviética? Jaume López, profesor de Política de la UPF y coordinador del estudio, sentencia que, si bien hay un elemento desencadenante que los diferencia ?la caída del telón de acero?, hay puntos en común entre los procesos. "Si no cambian las circunstancias, si van en la dirección de los hechos de los últimos 10 o 15 años, estamos más cerca de ver nuevos Estados en Europa". Las conclusiones del estudio apuntan a una serie de variables presentes en la tercera oleada soberanista que se pueden repetir en la actualidad en regiones sin Estado. En principio, reivindicaciones democráticas que se refuerzan cuando el centro de poder responde negativamente se convierten en reivindicaciones independentistas que van creciendo por una espiral de tensión entre el Estado matriz y la región pujante. En el caso soviético, la independencia llegó tras el hundimiento del sistema comunista.

López reconoce que la caída de la URSS fue el desencadenante clave y que en este caso es difícil prever cuándo llegará, si llega, la independencia de las regiones. Sin embargo, el profesor señala que el caso español tiene diferencias respecto a los otros países. "En las democracias occidentales España juega en una liga diferente del resto. No ha habido un reconocimiento explícito de la soberanía de las naciones sin Estado", dice, y ejemplifica: "Dinamarca ha reconocido explícitamente el derecho a decidir de Groenlandia y el Tribunal Constitucional de Canadá ha dejado claro que si los independentistas ganan un referéndum en Québec, se deberá pactar su independencia". Contrapone a España, con un Tribunal Constitucional que ha repetido 11 veces "la indisoluble unidad de la nación española" en la sentencia del Estatuto.

A juicio de López, una posible secesión no queda cerca si no cambian algunas cosas: se debe convertir el movimiento independentista -que, según las encuestas, seduce al 20% de la población- en una corriente muy amplia de reivindicación democrática. Para ello, tienen un papel preponderante los grandes partidos -Convergència pierde cada vez más su timidez soberanista- y las élites catalanas. "Juntar los dos elementos, democracia y economía, es importante", apunta. En cualquier caso, apostilla, la sociedad se moverá con la sentencia: "Es un momento clave".

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