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El autocar de Sant Pol iba a casi el doble de la velocidad permitida

Ninguno de los seis fallecidos en el accidente llevaba abrochado el cinturón de seguridad

Un error del conductor desencadenó el accidente que, el pasado julio, se cobró la vida de seis turistas holandeses en Sant Pol de Mar (Barcelona). El hombre se equivocó al tomar la salida y abandonó la autopista a 73 kilómetros por hora, en un tramo limitado a 40. El exceso de velocidad -casi el doble de la permitida- fue, pues, la principal causa del accidente. Ninguno de los fallecidos llevaba abrochado el cinturón de seguridad, lo que agravó las consecuencias del siniestro.

El accidente, el más grave en las carreteras catalanas, ocurrió a las once de la noche. El autocar partió de las fuentes de Montjuïc en dirección a la costa del Maresme para trasladar a los pasajeros tras un día de excursión en Barcelona. En el bus viajaban 67 personas. El conductor conocía el recorrido a la perfección y pretendía abandonar la autopista por la salida de Santa Susanna, una curva fácil donde se puede circular a 80 kilómetros por hora. Pero salió antes y "cuando se dio cuenta, ya no tuvo tiempo de reaccionar y disminuir la velocidad", ha explicado en rueda de prensa el jefe de Tráfico de los Mossos d'Esquadra, intendente Sergi Pla.

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El lateral izquierdo del autocar impactó con una valla metálica a 67 kilómetros por hora, la rompió y continuó su recorrido fuera de la vía hasta chocar con otra valla, tras la cual hay undesnivel profundo. "Si hubiera roto esa valla, estaríamos hablando de más muertos", ha indicado Pla. A pesar de que la obligación es no sobrepasar los 40, los informes de la policía autonómica confirman que se puede circular hasta 64 kilómetros por hora sin riesgo de sufrir un accidente. El problema es que el conductor sobrepasó incluso ese margen de seguridad. El vehículo llevaba encendidas las luces de cruce. Ese factor hizo que el conductor, de 59 años, no apreciara la primera señal de velocidad, que ya indicaba una importante reducción.

Los Mossos descartaron el mismo día del accidente que el hombre hubiera tomado alcohol o drogas o que el accidente fuera fruto de una conducción temeraria. Pla ha subrayado la necesidad de usar el cinturón de seguridad para minimizar los efectos de un siniestro. "Esta circunstancia ha agravado mucho el accidente", ha lamentado el mando policial. "Si todos hubieran usado el cinturón, habría más heridos leves y, quizá, ningún muerto".

Sólo 22 con el cinturón

Lo cierto es que, de los 67 pasajeros, sólo 22 lo llevaban abrochado. Y que todos los fallecidos -y la mayoría de los 30 heridos graves- tampoco lo usaban, según el atestado elaborado por la División de Tráfico, que ya ha sido remitido al juzgado que investiga el caso. Los pasajeros que no iban atados salieron disparados por la ventana y fueron arrastrados o chafados por el vehículo, de dos plantas y seminuevo. El conductor abrochó su cinturón con una pinza para tender la ropa: pretendía producir el efecto de que lo llevaba puesto, pero evitando al mismo tiempo la "presión" sobre el cuerpo. Un comportamiento irregular que hizo que el hombre colisionara fuertemente contra el vidrio. De hecho, es el único de los heridos que aún hoy sigue ingresado en el hospital.

Algunos de los pasajeros, entre ellos cuatro de los fallecidos, padecían una disminución psíquica. Según Pla, los Mossos han constatado en el transporte colectivo de este tipo de personas la gran dificultad de obligarles a ponerse el cinturón. "Se sienten incómodos y es difícil obligarles", ha relatado.

El exceso de velocidad provocó el accidente de Sant Pol de Mar.- Los seis fallecidos y 30 heridos no llevaban abrochado el cinturón.- Ofrecemos imágenes inéditas en las que se cuenta lo ocurrido

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