"La crisis obliga a recuperar el sector público económico"
Pregunta. ¿La nacionalización de sectores económicos de que habló en Valencia el líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, ¿está en el programa de la coalición
Respuesta. Lo que está en el candelero es la recuperación del sector público. Lo dice incluso Obama, el presidente de Estados Unidos: Para salvar la General Motors tiene que haber una inyección de dinero público. ¿Qué es, sino, la inyección de capital público en la banca?
P. Pero de eso a nacionalizar sectores económicos enteros, va una cierta distancia
R. En el sentido que le decía, sí hay que ir a una recuperación clara del sector público. A mi entender, eso pasa por un aumento de los ingresos que a su vez requiere una reforma fiscal. Si se quiere invertir en obra pública y responder a los retos y las necesidades en materia de enseñanza y sanidad hay que aumentar los ingresos públicos, incluso aumentando los impuestos y por supuesto perseguir el fraude fiscal.
P. ¿Aumentar los impuestos?
R. Siempre pongo el ejemplo de Dinamarca, al que tanto le gusta referirse también al candidato de CiU, Ramon Tremosa. Lo que él no dice cuando habla de la flexibilidad laboral en Dinamarca, y en cambio yo subrayo siempre, es que en Dinamarca hay una presión fiscal del 50% y eso es lo que permite unas prestaciones sociales muy elevadas, que representan hasta el 90% del sueldo, cuando se pierde el empleo. Perder el empleo es, entonces, menos grave allí que aquí. Pero eso sólo es posible con impuestos elevados. El sector público termina siendo el corrector de las ineficiencias del mercado. Ahora nos hemos encontrado con que el sector público ha debido ser el salvador de la banca, en América y en Europa, y en este sentido sí defiendo la entrada del sector público en determinadas esferas económicas.
P. En el sector del automóvil, por ejemplo, ¿hasta dónde cree usted que puede ir la ayuda pública?
R. Este es el debate que hemos tenido en Cataluña estos días pasados. Nosotros somos partidarios de que las ayudas vayan a vehículos menos contaminantes y que no sean para ricos. Es absurdo pensar que quien puede pagarse un coche de 50.000 euros necesita un incentivo fiscal de 1.000 euros para cambiar de coche. El incentivo tiene que ir a otro tipo de comprador. Tal como ha quedado el plan en Cataluña, es un error.
P. ¿Pues cómo debía haber quedado?
R. Tendría que haber una mayor coherencia entre la ayuda a un sector económico, que es necesaria, y la política medioambiental. Si planteas una ayuda a coches que contaminan más de 160 gramos de CO2 por kilómetro, estás incentivando la contaminación, simplemente, y contradices otras políticas.
P. Y entonces resulta que uno de los aliados en el Gobierno catalán que ha incluido los coches más contaminantes entre los subvencionables, contra el criterio de ICV-Verds, es ERC, que en el Parlamento Europeo forma parte del mismo grupo parlamentario que usted, el de Los Verdes-ALE. ¿Cómo se puede entender, esto?
R. Si, esta es una de las paradojas que creo que tendremos que solucionar. Aunque, en puridad, ERC no forma parte del grupo de Los Verdes Europeos, sino de la Alianza Libre Europea, que es otra cosa, pero que está a su vez aliada con Los Verdes. A mi modo de ver, les ha faltado visión global de los problemas. Podía haberse hecho de otra forma. El plan de ayuda del Ministerio de Industria fijaba un tope en los 120 gramos de CO2 por kilómetro, pero ERC y PSC han querido aumentarlo en Cataluña.
P. El desarrollo de la crisis económica mundial parece haber dejado igualmente perplejos tanto a quienes se proclamaban como fuerzas alternativas, Los Verdes, por ejemplo, como a los neoliberales que preconizaban las políticas y el sistema que se ha hundido aparatosamente.
R. Lo que a mi juicio ha sucedido es que la filosofía económica del dejar hacer, el laissez faire tan clásico del neoliberalismo, ha caído. Dejar funcionar a su aire al sector financiero ha sido un fracaso.
R. ¿Entonces, qué?
P. Había dos grandes modelos, el neoliberalismo de Friedman, Hayek, etcétera, y el keynesianismo. Unos decían: reducir al mínimo la intervención pública en la economía. Los otros decían que la intervención pública servía para dinamizar la economía y garantizar una sociedad más justa. Yo me defino como keynesiano y considero que las políticas neoliberales comportan unos desajustes que, luego, tienen que ser corregidos con el dinero público. Es lo que está pasando con la banca.
P. ¿No había también algo de keynesianismo en muchas políticas aplicadas en los últimos decenios?
R. Lo que ha fallado es la parte no keynesiana del sistema económico. Por ejemplo, el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea limitó la capacidad de respuesta de los Estados al fijar el déficit presupuestario en el 3% y la deuda pública en el 60% del PIB. La obsesión por eliminar el peso del sector público, del Estado, ha provocado parte del problema. Nosotros decimos que la solución a la crisis pasa, en parte al menos, por recuperar el papel del sector público como incentivador de la economía.
P. ¿Qué proponen para dinamizar la economía?
R. Entre nuestras propuestas destacamos la de crear cinco millones de puestos de trabajo en Europa en el ámbito de la economía verde.
P. ¿Qué se entiende por economía verde?
R. Promover ecoeficiencia: la rehabilitación de edificios, promoción del transporte público, impulso de las energías redobles...
P. Y cuando hablan de reforma fiscal, ¿de qué hablan, en concreto?
R. Dos elementos, básicamente: Aumentar la presión fiscal de forma progresiva: más impuestos para los más ricos. Y perseguir el fraude, la evasión fiscal. La existencia de paraísos fiscales es uno de los elementos que dificultan la respuesta a la crisis.
P. Tras el estallido de la crisis financiera pareció que la supresión de los paraísos fiscales estaba en la agenda política, pero luego ha desaparecido de ella. ¿Qué ha pasado?
R. En esta campaña electoral me tropiezo con que todos los demás candidatos dicen ser partidarios de suprimir los paraísos fiscales. Pero en el Parlamento Europeo, los grandes grupos, el Popular, el liberal, e incluso partes del socialista, han rechazado las propuestas que nosotros hemos presentado contra los paraísos fiscales.
P. ¿El ecologismo ha perdido el impulso con que surgió en el escenario político europeo?
R. Pienso que estamos en una situación estabilizada. Pero la familia verde tiene un problema en los nuevos países de la Unión, en el este europeo. Allí el ecologismo no está consolidado como espacio político. Nosotros apostamos por un espacio de izquierda verde, que haga compatibles los valores sociales y los ambientales. Aquí nos da un resultado relativamente bueno y la promovemos también para estos países, pero eso no se hace de un día para otro. Y cada país es un mundo, tiene su historia y no vale copiar modelos, como aquí no hemos copiado el modelo alemán.
P. ¿Cerrarán las centrales nucleares?
R. Creo que a estas alturas el debate sobre la energía nuclear ha llegado ya al punto en que toca decir sí o no. Nuestra propuesta es cerrarlas a medida que llegan al fin de su vida útil. La energía de origen nuclear es cara, es ineficiente, es insegura, depende de una fuente energética exterior, el uranio, y, lo peor de todo, genera unos residuos que nadie sabe como gestionar e hipotecan el futuro humano muy largo plazo. Pero quiero destacar que, al mismo decimos sí a una alternativa viable, que son las energías renovables.
P. Pues en algunos países europeos, como el Reino Unido, se ha abierto de nuevo la vía a las centrales nucleares.
R. El premier Gordon Brown decidió liberalizar el sector y abrió la generación de energía nuclear al sector privado. Pero desde entonces no se ha construido ninguna central nuclear. ¿Por qué? Pues por que para los privados no es rentable sin la aportación masiva de capital público. Y lo que nosotros decimos es que si hay que aportar capital público hay que aportarlo a la producción de energías renovables limpias. Y luego está todavía por resolver el grave problema de los residuos.
P. Ahora se apunta la vía de la nueva generación de reactores nucleares que utilizan residuos radioactivos como combustible.
R. Esto no es la solución para el problema de los residuos. Hay algo que resulta muy ilustrativo. El gobierno alemán formado los socialdemócratas y los verdes fijó un calendario para el cierre de centrales nucleares. Pero luego vino el gobierno de cristianodemócratas y socialdemócratas y mantuvo el calendario. Pudo cambiarlo y no lo hizo. No es rentable. La energía nuclear no es un avance. Hoy en día es un retroceso, una energía del pasado.
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