Pujol alerta sobre una sentencia del Constitucional contraria a la inmersión lingüística

Descargado de la responsabilidad política de sus 23 años como máximo mandatario de Cataluña y, por ello, amparado en que habla a título personal, el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol suele pronunciarse en sus conferencias de manera muy distendida, supuestamente perdiendo a veces el hilo, pero siempre con un sustrato de alto contenido ideológico que, por el atrezzo, podría pasar desapercibido.

Esta tarde, en el marco de las charlas que el Institut d'Estudis Catalans realiza con motivo de los 25 años de la primera Ley de Política Lingüística de la Generalitat, repitió fórmula. Y así, entre bromas sobre si es el único que compra diccionarios catalán-sánscrito para regalar a personalidades políticas o sobre si había perdido los papeles de la conferencia, aseguró que si del Tribunal Constitucional, que estudia el nuevo Estatuto de Autonomía, saliera una resolución que impidiera aplicar la inmersión lingüística en Cataluña "habría de considerarse un casus belli, un hecho de extrema gravedad y un atraso muy grande".

En un auditorio que casi triplicaba el que tuvo en el mismo contexto el presidente José Montilla hace apenas un par de semanas, Pujol recriminó a los catalanohablante por ser "gente muy blanda" ante determinadas situaciones lingüísticas: "Tenemos el derecho de ser atendidos en catalán, por aquí hay que apretar más; a los restauradores se les ha de decir que tener la carta en catalán o en bilingüe es la ley". Y en esa línea, afirmó: "El problema del catalán no está en si se habla en el Parlamento Europeo o no, el problema está aquí en Cataluña, que nos ofrezcan una carta en castellano en un restaurante y no protestemos".

También repartió algunas culpas hacia la radio y televisión públicas catalanas: "Además de defender el uso de la lengua, deben tener cuidado de la calidad de la misma". Quizá para compensar, también hizo autocrítica de su gestión política, apartado en el que admitió su fracaso en la implantación de una cuota de cine en catalán y en todo el sector del ocio, desde deuvedés hasta juegos de ordenador y muñecas. "Ese ámbito es el de los jóvenes y ahí predomina el castellano; la presión es muy fuerte".

Los elogios de estos 25 años de política lingüística se los llevó el sector de la educación y, en especial, los maestros. Mientras exigía a los inspectores del Departamento de Enseñanza que "apliquen la ley estrictamente", calificó la labor de las aulas de acogida de "muy buena: se ha de seguir manteniendo como sea".

Preocupado desde que tenía 12 años por la lengua catalana "porque es el hecho diferencial de Cataluña, lo que los otros no tiene", Pujol mantiene su militancia personal. Así, sigue con la pareja lingüística (acción de voluntariado de enseñanza del catalán por parte de un catalanoparlante con un recién llegado a Cataluña), ahora con Fabricio, inmigrante argentino que protagonizó su última referencia: como en su empresa no le hablan en catalán, el ex presidente les envió una misiva diciéndoles que era un alumno esforzado y predispuesto y que, por lo tanto, sus compañeros se dirigieran a él en catalán. "Ni me han contestado la carta", dijo, poco después de lanzar: "No podemos decir que estemos tranquilos con tanta inmigración y tan escaso poder político. Sin voluntad, esto no se aguanta".