A corazón abierto
El Museo Arqueológico Nacional permanecerá abierto durante los tres años que dure su reforma
El Museo Arqueológico Nacional emprende una reforma a fondo del palacio que comparte con la Biblioteca Nacional, entre el Paseo de Recoletos y la calle de Serrano. La reforma durará al menos tres años y costará 41 millones de euros. Para mantener sus puertas abiertas al público, la dirección del centro, que rige Rubí Sanz, ha seleccionado un espléndido y reducido repertorio de las mejores de entre el millón y medio de piezas con las que cuenta, desde la Dama de Elche, joya del arte ibérico, hasta el ajuar visigodo de Guarrazar.
Bajo el título Tesoros del Museo Arqueológico, las exhibe en una exposición que, por su calidad, puede ser calificada de memorable. César Antonio Molina, ministro de Cultura, la inauguró oficialmente este martes. José Jiménez, director general de Bellas Artes, explicó a grandes rasgos la reforma. Esta consistirá en la apertura ex novo de un acceso al público desde la cota del suelo, en la zona sureste del palacio, a la izquierda de la fachada principal a la calle de Serrano. Desde este punto arrancará la visita, de modo que el visitante pueda eludir la secuencia de escaleras, con numerosos peldaños, que precede el actual acceso por la puerta noble.
"Tanto la museología, los contenidos propios de un museo, como la manera de exhibirlos, además de la normativa contra incendios y de accesibilidad pedían a voces esta reforma", señala Juan Pablo Frade, arquitecto responsable de esta actuación, sin precedentes en la historia del edificio, que data de 1867. "Los dos patios simétricos con los que el palacio cuenta", añade Frade, "serán recuperados en su forma original, es decir, cubierta, para exhibir en ellos piezas gran valor arqueológico y de gran formato, de modo que el visitante pueda contemplarlas mientras accede a las plantas superiores".
En la planta más alta, bajo cubierta a dos aguas, "se recobra un espacio enorme, de unos 90 metros de longitud por veinte de anchura, para instalar la biblioteca, que ahora ocupa un amplio espacio en la planta segunda", explica Frade. "Ese espacio contiene una estructura de cerchas roblonadas, que figuran entre las primeras que se construyeron en Madrid", subraya el arquitecto. Las obras, en sus aspectos más trabajosos, que comienzan inmediatamente después del verano, tropezarán a medio plazo con una dificultad añadida: la construcción de un estacionamiento subterráneo en la calle de Serrano, justo sobre el lugar que se había pensado para acopiar los materiales de la reforma del museo.
Juan Pablo Frade ha sido, asimismo, el autor del montaje de la sucinta exposición que reúne los principales florones arqueológicos que el museo atesora. Hasta ocho grandes espacios, jalonados por carcasas de madera negra listada y vitrinas con iluminaciones muy cuidadas, desde los 50 lux para las piezas sensibles, como la madera, hasta los 300 lux para las esculturas de piedra.
El nuevo y sintético itinerario incluye el Antiguo Egipto, con canopas de la IX-XI dinastías, urnas funerarias y dos extraordinarios sarcófagos sacerdotales. Prosigue la prehistoria, con un gigantesco fémur de un elefante de la cuenca del río Manzanares, mandíbulas y astas de gran volumen y consistencia. Dos de los tres toros de Cóstix, en Mallorca, muestran la plenitud de estos astados, uno de los cuales se exhibe ahora en la mexicana Monterrey. El arte griego permite recrearse en su excelsa hechura mediante la contemplación de una colección de cerámica en ocasiones bilingüe, es decir, con figuras rojas y negras, de una perfección rayana en lo inefable. De Roma se muestran dos soberbias estatuas, una de ellas de Esculapio y otra de una matrona con su peplo, además de dos extraordinarios sarcófagos paleocristianos, del siglo IV.
Por doquier se muestran colecciones numismáticas, con la escala entre el cuadrante, semis, as, sextercio y denario, que aproximadamente equivaldría hoy a la secuencia entre los diez céntimos, medio euro, un euro, cinco y diez euros, respectivamente.
A los visitantes más sensibles, la visión de la Dama de Elche, signada por una enigmática mirada perdida en la lejanía, les procurará una invitación a la reflexión mansa y los más proclives a la imaginación, descubrirán en las coronas visigodas que hasta los diseños más vanguardistas ya fueron trazados por los espléndidos orfebres que tallaron las piedras preciosas de sus riquísimas coronas reales en el siglo VII.
La estatua orante de Pedro I y la de doña Constanza de Castilla, las dos de fines del siglo XV, muestran la riqueza de los escultores medievales del alabastro. El recorrido por la historia de la arqueología culmina en el siglo XIX, tras verse jalonado por un arca nupcial florentina, una silla de manos pintada al óleo por luis paret en el siglo XVIII y un retablo de piedras duras, de inferior calidad a los que por su parte atesora el Museo Nacional de Artes Decorativas.
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