A 368 metros del hombre que intentó violarla

Una mujer vive en un municipio de Madrid a exactamente 368 metros de la casa del joven que intentó violarla el pasado 5 de abril, a pesar de que un juez dictó una orden de alejamiento que, teóricamente, debe impedir al agresor acercarse a menos de 500 metros. "De noche no puedo salir ni a bajar a la perra porque tengo miedo, ya no sé si de él, tengo miedo porque me doy cuenta de que estas cosas pasan y, verdaderamente, te cambian la vida: es un antes y un después", ha denunciado la mujer, que ha pedido que no se revele su identidad ni el nombre del pueblo en el que vive.

El pasado 5 de abril, esta vecina de un municipio madrileño regresaba a su casa alrededor de las seis de la madrugada cuando se dio cuenta, cerca ya del portal de su vivienda, de que un chico joven, de 19 años según se supo después, la seguía. "Venía hacia el portal de mi casa, me paré, se quedó mirándome, entré en el portal, él entró detrás mío y ahí empezamos a forcejear", cuenta. Según la denuncia que puso la mujer, el joven le ordenó que le hiciera una felación.

"Yo lo único que hacía era gritar y como él me tapaba la boca, intentaba quitarle la mano para seguir gritando", explica. Entonces, algunos vecinos, alertados por los gritos, llamaron a la policía y el agresor, al ver que una de las puertas del primer piso se abría, salió huyendo, pero cometió el error de volver a rondar por la zona cuando los agentes ya habían llegado.

"Volvió al lugar y entonces, al bajar un vecino, lo vio salir y pudo decir: 'Es éste chico", afirma. Víctima y agresor declararon ante el juez al día siguiente y, para la indignación de la mujer agredida, el magistrado dejó al joven en libertad con una orden de alejamiento de 500 metros.

Posteriormente, con la colaboración de su entorno y de algunos vecinos de la localidad, la mujer supo que su agresor vive en una casa a escasos 368 metros de la vivienda que comparte con su hija. "En el juzgado lo saben. Fui una segunda vez a decirlo y me dijeron que si lo veía siguiéndome u observando en el portal de mi casa, que avisara a la policía", se queja, indignada.

"Lo han pillado en el lugar y entiendo que es un peligro que esté suelto, porque no sé si soy la primera, pero lo que está claro es que no soy la última. Probablemente soy la primera que denunció, pero no voy a ser la última", afirma. Ahora, la mujer espera que el castigo para el crimen que cometió aquel joven esa noche no se quede en la orden de alejamiento. "Aunque sea un presunto para mí no es presunto, porque yo lo he tenido encima mío durante más de diez minutos", concluye.