Mi inquilino, el embajador
Las misiones diplomáticas encuentran dificultades para ampliar sus oficinas en Madrid
Las embajadas del Reino Unido, Canadá y Australia en España han sido noticia recientemente al conocerse sus planes de trasladarse al rascacielos madrileño Torre Espacio. "Es una oportunidad única para implantarnos en un edificio vanguardista, un icono del distrito de negocios madrileño", dicen fuentes de embajada australiana. Pero el movimiento de estas dependencias diplomáticas no es una excepción; en los últimos dos años, una decena de embajadas o consulados han modificado su residencia o ampliado sus instalaciones de manera discreta, hasta hacerse con unos 10.000 metros cuadrados de oficinas en la ciudad, en su mayoría en alquiler. Entre ellas,la de la República Popular China, Ghana, Nueva Zelanda, EE UU, Dinamarca, Noruega y Paraguay.
Ángel Estebaranz, director de Oficinas de Aguirre Newman, explica que estos organismos dejan sus espacios principalmente por tres razones: porque necesitan más metros por el aumento de compatriotas que residen en España, para mejorar su ubicación y para contar con tecnología más moderna. Uno de los requisitos que más valoran en un inmueble, señala, es la seguridad, ya que requieren condiciones especiales por razones obvias. También valoran mucho la representatividad del enclave, así como la distancia de la residencia de sus empleados, especialmente del embajador.
Pero si no hay una motivación única para que las embajadas cambien de ubicación, el caso de los consulados es distinto, dice José Miguel Setién, director de agencia de Oficinas de Jones Lang LaSalle, pues habitualmente lo hacen porque requieren más espacio por el incremento de inmigrantes, lo que dispara el número de visados y de papeleo. Éste sería el caso del consulado chino, que compartía sede con la embajada y en 2004 alquiló 1.000 metros cuadrados en la calle de Josefa Valcárcel; o el de la embajada de Ecuador, que ha hecho reiteradas mudanzas. Hasta 1999 arrendaba una oficina de 100 metros en la calle de Príncipe de Vergara.
En 2001 se mudó a otra en el mismo edificio, con unos 200 metros. Después pasó a ocupar un local de unos 400 metros en la calle del General Oraa, 64, en propiedad y, a partir de 2005, el consulado se mudó a su actual sede, en la calle del Comandante Azcárraga, de unos 750 metros . A este país, la embajada también se le quedó pequeña. Y de la oficina de 180 metros que tenía alquilada en la calle de Príncipe de Vergara, 73, pasó a ocupar su actual sede, en Velázquez, 114, con una superficie de unos 375 metros y en propiedad.
Operaciones complicadas
Estebaranz señala que este tipo de clientes son los que protagonizan periodos de búsqueda más largos, pues miran mucho todos los detalles. En el otro lado de la balanza coloca la poca rotación que tienen, ya que suelen estar muchos años en el mismo edificio, y hace hincapié en que las operaciones suelen ser muy reservadas también por seguridad.
Raúl Vicente, director de Oficinas en Alquiler de Knight Frank, admite que las embajadas son de los clientes más complicados para una consultora. Aclara que, en principio, el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid establece que tienen que instalarse en edificios de uso dotacional, que es en el que tienen cabida todas las administraciones públicas, pero este tipo de inmuebles son escasos, por lo que, de hecho, "el 90% de las embajadas se encuentran en situación irregular". Por ello, recalca, "los países más rigurosos con el procedimiento tienen mayores problemas para encontrar espacio. Si quieren cumplir la norma, las opciones son mínimas".
Este directivo explica que la Administración no toma ninguna medida al respecto porque, según el Convenio de Viena, los países receptores están obligados a facilitar la implantación de las embajadas, por lo que en realidad son las propias administraciones consulares las que se gestionan su espacio. Así, las pequeñas acaban yéndose a un piso, como la de Albania, que se mudó a la calle de Goya, 9, lo mismo que las de Dinamarca y Canadá, mientras que las grandes buscan un inmueble exclusivo.
Y se decantan por el alquiler por ser más fácil, pues la compra tiene que ser aprobada por su Gobierno. También tienen sedes en propiedad porque su venta aporta jugosas plusvalías. Este "intento de hacer caja" podría estar detrás del traslado de la Embajada de Gran Bretaña desde su sede de Fernando el Santo, 16, a los 4.500 metros alquilados en Torre Espacio, para lo cual ya ha convocado un concurso.
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