"Con el premio me voy a comprar un lavavajillas"

Ser un arquitecto, con lo que cuesta, y tener un sobresaliente en el proyecto final de carrera, que es una auténtica azaña, no le libra a uno ni del pluriempleo ni del mileurismo. Por eso, Rafael Palomares, nacido en Madrid hace 28 años, responde raudo a la pregunta de qué va hacer con los 5.000 euros de premio por haber creado el segundo logotipo más votado por los madrileños en el concurso de Madrid'16. "La verdad es que el dinero me viene muy bien, porque soy mileurista, así que me compraré un lavavajillas y tal vez haga también un viaje", confiesa con mucho sentido del humor.

Pregunta. ¿Cómo surgió Espejo para el mundo?

Respuesta. De la idea de que Madrid, durante los Juegos Olímpicos, sea el espejo en el que se miren todas las ciudades del mundo. El propio logotipo redunda en esta idea, ya que funciona como un espejo, que transforma un garabato curvo y sinuoso, sin significado aparente, en un mensaje: 2016. Es simétrico, capicúa y reversible. Una curiosidad en la que no sé si se ha fijado mucha gente es que si lo ves reflejado en un espejo sigues leyéndolo exactamente igual.

P. ¿Pensó que su logo iba a ser tan votado?

R. ¡No, qué va!, no esperaba para nada quedar finalista. Cuando entregué el trabajo, me dieron el número mil de la lista [se presentaron en total 2.700], así que pensé que era más o menos imposible. Aunque una vez que me vi entre los diez primeros, ya me crecí (risas) y quería entrar en la terna finalista. Ya sabía que la mano [Corle] iba a ganar por las encuestas, pero tenía alguna esperanza...

P. ¿Es su primera incursión en este campo?

R. No, me he presentado a muchos concursos como es lógico en mi profesión, sobre todo de arquitectura, pero también de diseño y en concreto de logotipos. Tengo un estudio, Espacio Papel, con el que conseguí por ejemplo el primer premio en un concurso para la construcción de 204 viviendas en los Olivos en 2006. También he participado en concursos dentro del grupo 8CTOPOS y compagino todo esto con el trabajo de diseñador gráfico en la revista de Arquitectura del colegio de Arquitectos de Madrid.

P. ¿Qué opinas de las denuncias de posibles plagios?

R. Que no es muy elegante. En todo caso, es muy difícil, muy difícil de probar. Un logo es fácil que se parezca a otro porque nadie crea de la nada, todo está inspirado. ¿Cómo se puede medir? Ni siquiera poniendo uno encima de otro. Yo no lo tengo claro ni en los casos en los que se parecen mucho.

P. ¿Y sobre las críticas del gremio de diseñadores a este concurso abierto y popular?

R. Creo que no tienen razón. Yo tenía derecho a presentarme y son los expertos del jurado los que debían decidir si tenía calidad o no. Que sea abierto a aficionados y a profesionales no lo empobrece, lo enriquece.

P. ¿Cuál te gustaba más de los 10 finalistas?

R. El mío (risas). Y aparte del mío, el que ha quedado el último en las votaciones, Vestir Madrid, que creo que ha sido mal entendido por el público. La idea de Madrid como un mosaico que se puede repetir hasta el infinito es muy buena.