Aceite de oliva y vino para la eternidad
La ministra de Agricultura ha solicitado el apoyo de sus homólogos de la UE para lograr que la UNESCO considere la dieta mediterranea patrimonio de la humanidad
La ministra de Agricultura, Elena Espinosa, ha pedido hoy durante la celebración del Consejo de Agricultura de la Unión Europea (UE) el apoyo de sus homólogos comunitarios para que la dieta mediterránea sea incluida en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO por su contribución a la salud.
"Esperamos que no sólo los países mediterráneos que conforman la UE", ha dicho Espinosa, "se sumen a este proyecto, sino también todos los demás, para después iniciar un proceso que tendrá que empezar en la zona del Magreb e ir extendiéndose para hacer llegar a nuevos países a esta iniciativa".
La ministra ha explicado que la decisión de España de promover esta candidatura se debe no sólo a los alimentos que forman parte de la dieta por su contribución positiva a la salud, reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino también por "un respeto medioambiental, una cultura y unas tradiciones que se han pasado de generación en generación".
En la lista de la UNESCO figuran ya la fiesta de 'La Patum' de Berga (Catalunya), una manifestación popular cuyo origen se remonta a las festividades que acompañaban a las procesiones del Corpus Christi en la Edad Media, y 'El misterio de Elche' (Comunidad Valenciana), un drama musical que se ha representado sin interrupción desde mediados del siglo XV.
La dieta mediterránea consiste en el uso de aceite de oliva como principal fuente de grasa, el consumo abundante de frutas y verduras así como de legumbres, pan y derivados de cereales, pescados, huevos, lácteos (especialmente queso y yogur) y frutos secos, y el consumo moderado de vino y carnes.
El término fue definido por el profesor estadounidense Ancel Keys en los años sesenta, a raíz de una serie de investigaciones sobre la relación entre hábitos de alimentación de vida y enfermedades
cardiovasculares en algunos países. Detectó que en aquellas regiones donde se seguía el patrón alimenticio mediterráneo, la prevalencia e incidencia de enfermedades cardiovasculares era más baja y la esperanza de vida más alta.
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