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Intervención inicial de Gaspar Llamazares y Joan Herrera

Gaspar Llamazares Trigo

Señor presidente, señorías, un sistema pluripartidista como es el nuestro tiene la ventaja de no tener que situarse necesariamente en la complacencia o en la catástrofe. Nosotros no nos sumaremos en el debate de hoy al Señor de los anillos, tampoco nos sumaremos a la ciencia ficción, a Harry Potter, seremos más bien Kent Loach o Almodóvar, intentando ser al mismo tiempo realistas y con voluntad de cambio.

Señorías, el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds ha actuado en esta legislatura como parte de un proyecto que va más allá de los partidos, un proyecto de cambio que viene ya desde el 11 de marzo y que incluye a fuerzas sociales y a organizaciones políticas que querían un mundo en paz pero que también apostaban por el progreso y por el cambio en nuestro país, por un cambio de izquierdas. En ese sentido, dimos nuestra confianza al Gobierno en la primera ocasión, en el debate de investidura y, más tarde, durante el primer año, apostamos por la estabilidad. Estamos ya en la mitad de la legislatura y, por tanto, no tiene sentido volver a demostrar la confianza ni la apuesta por la estabilidad. A estas alturas, nuestro grupo parlamentario se propone el compromiso y la exigencia. Creemos que es lo que hay que hacer en el día de hoy, compromiso con los cambios y exigencia al Gobierno que es el principal responsable de que esos cambios se produzcan. Hemos echado de más en la intervención del presidente del Gobierno un cierto triunfalismo -decía antes Harry Potter, no sabría cómo llamarle-, síndrome de La Moncloa, en relación con la situación económica y política del país, sin lugar a dudas como contrapunto al catastrofismo del Partido Popular, aunque nosotros creemos que hay que entrar más a fondo en relación con lo que sentirían hoy los mismos grupos sociales y políticos que cambiaron la situación del país el 11 de marzo. Estoy seguro de que no están de acuerdo -no estamos de acuerdo- con la visión de una España tormentosa, dividida, invadida por la inmigración, que ha tratado de trasladar el Grupo Parlamentario Popular, pero estoy seguro también de que esas mismas ciudadanas y ciudadanos no están de acuerdo con la visión de la situación económica excelente que ha dado el presidente del Gobierno. Viven en su vida cotidiana situaciones que pueden ser más favorables pero también más complejas: tienen dificultades para tener un empleo de calidad -5 millones de personas tienen un empleo temporal o precario-; tienen dificultades para acceder a una vivienda en condiciones dignas -dedican una buena parte de su sueldo al alquiler o al pago de una hipoteca-; buena parte de ellos están endeudados -la deuda privada y familiar es muy importante en nuestro país- y ven cómo, a pesar de los cambios, a pesar del giro social, las condiciones sociales todavía son bastante precarias en materia de jubilaciones, en prestaciones sanitarias, educativas, etcétera. Por lo tanto, estoy seguro de que esas familias, esos ciudadanos y ciudadanas que apostaron por el cambio no creen todavía que ese cambio haya llegado. En ese sentido, discrepo de la declaración inicial del presidente del Gobierno donde se mezcla una realidad vista desde un prisma bastante favorable que deforma en parte la realidad y también una mezcla de realidad y de proyecto.

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El presidente del Gobierno ha presentado como hechos cosas que solamente son iniciativas, algunas de ellas ni siquiera todavía tramitadas en el Parlamento. Ahí quiero entrar en otra crítica que me parece importante realizarla en este caso. He echado de menos, señor presidente, un poco más de generosidad y un poco menos de monopolio del poder por parte de su partido y por parte del Gobierno. Si este Gobierno ha logrado tomar iniciativas importantes, que las ha hecho, a lo largo de los últimos meses de los dos últimos años, ha sido gracias a una mayoría parlamentaria de izquierdas a la que usted prácticamente no ha nombrado en toda su intervención. Creo que es de señoras y señores justos plantear esta cuestión también de la generosidad en las intervenciones parlamentarias.

Vayamos a la cuestión, señorías. Nosotros vamos a hacer nuestra intervención desde el compromiso y desde la exigencia. En primer lugar, nosotros estamos comprometidos con los cambios democráticos y con la regeneración democrática que ha tenido lugar en estos primeros dos años de legislatura, comprometidos con el proceso de paz en el País Vasco sin ningún tipo de ambigüedad, comprometidos con el desarrollo federalizante de nuestro Estado, en el futuro también estaremos comprometidos con una reforma constitucional en la que defenderemos no solamente nuestro republicanismo, sino nuestra República, pero además estamos comprometidos con los giros sociales que se han llevado a cabo en la primera fase de esta legislatura. Con todo eso estamos comprometidos, nos sentimos partícipes y, por tanto, pedimos nuestra cuota? parte en esos avances sociales, políticos y democráticos en nuestro país.

Quiero hacer una referencia especial a nuestro compromiso con la paz en el País Vasco. Señorías, independientemente de que en determinado momento el Gobierno traslade a esta Cámara la autorización para el inicio de conversaciones que disuelvan definitivamente la organización terrorista ETA, nosotros consideramos que no sería un debate del estado de la Nación si no hiciésemos una referencia a una cuestión tan importante. En primer lugar, porque se cumplen tres años sin atentados terroristas con muertes y sin atentados terroristas cruentos y, en segundo lugar, porque ha habido un comunicado de alto el fuego permanente que nos parece relevante desde el punto de vista político. Nosotros hoy queremos decir aquí que seremos parte de los compromisos por la paz y también de los compromisos por el diálogo político que termine definitivamente en nuestro país y además este compromiso y esta lealtad con el proceso de paz no nos afecta únicamente a las fuerzas políticas democráticas que estamos en esta Cámara. Este compromiso y esta lealtad afecta al conjunto de los órganos del Estado porque ha sido este Parlamento quien ha decidido que va a un proceso de paz y, por tanto, todos los poderes del Estado están en clave del proceso de paz, cumpliendo cada uno de ellos su cometido, pero aquí no hay poderes soberanos, aquí hay independencia y autonomía de los poderes del Estado, pero Montesquieu sigue existiendo, señorías. Por lo tanto, nosotros comprometemos nuestra colaboración leal y, al mismo tiempo, pedimos que haya colaboración leal por parte de todos los poderes del Estado y, yo diría algo más, por parte de los poderes mediáticos, que también tienen deberes de lealtad y de prudencia con el proceso de paz, aunque tengan sus propios criterios en esta materia.

Segunda cuestión, señor presidente del Gobierno. Nos ha parecido de su intervención que había una minusvaloración con respecto al proceso de desarrollo autonómico. Da la impresión de que el desarrollo autonómico es una iniciativa de las comunidades autónomas a la cual el Gobierno no tiene más que responder dándole cierta coherencia de Estado y nosotros creemos que es algo más. Nosotros al menos estamos comprometidos no solamente con las reformas autonómicas, sino con una reforma autonómica del Estado que permita combinar, por una parte, pluralidad y plurinacionalidad y, por otra parte, cooperación y solidaridad entre todos los ciudadanos del Estado.

Ese compromiso nos lleva a respaldar las reformas estatutarias, alguna de ellas no, que quedará únicamente como una reliquia del pasado -me refiero al Estatuto de la Comunidad Valenciana, porque está fuera de este proceso federalizante-, pero el resto de las reformas estatutarias, la reforma del Poder Judicial o reformas que tienen que ver con la intervención de nuestro país en el ámbito europeo, estamos convencidos de que forman parte de un proceso de redistribución del poder, no solamente a las comunidades autónomas, sino también a los municipios y a los ciudadanos. En ese sentido, señor presidente del Gobierno, le emplazamos a que, además de incluir estas reformas en el desarrollo federal del Estado, incluya también a los municipios. Nuestros municipios deben tener más competencias, necesariamente la ley de gobiernos locales debe salir adelante con más participación y más competencias municipales, pero nuestros municipios también deben tener necesariamente más poder político, más competencias, y eso significa una mejora de la financiación municipal que hasta ahora el Gobierno no ha comprometido; mejora de la financiación municipal que nos parece que forma parte necesariamente del desarrollo federal del Estado.

Señor presidente, en su intervención hemos considerado de más el triunfalismo sobre la situación económica y hemos echado de menos los retos del cambio económico, social y ecológico. Señor presidente del Gobierno, nuestros datos macroeconómicos son positivos. Sin embargo, nuestra economía, como no podía ser de otra manera, no es sustancialmente diferente de la economía que existía en España hace dos años. Sigue siendo una economía asentada en unos basamentos frágiles: ladrillo, consumo y sector servicios y sigue siendo una economía que basa su competitividad en bajos salarios y en exigencias fiscales menores que la media de la Unión Europea, es decir, sigue siendo todavía una economía tradicional. En ese sentido, no es muy de recibo que S.S. hable prácticamente ya del cambio económico, porque aún no se ha producido en España. En España no hay todavía un cambio económico. Por eso resulta llamativo, resulta contradictorio con el cambio de izquierdas, por eso para nosotros es un derechazo al cambio la contrarreforma fiscal que ha iniciado su Gobierno. Esta contrarreforma fiscal consolida lo peor de la situación económica del país. Por una parte, pretende que la competitividad de la economía española se base en menores requerimientos fiscales, pretende seguir compitiendo con las ventajas competitivas del pasado, precariedad laboral y, por otra parte, también bajos requerimientos fiscales. Asimismo, señorías, es un modelo fiscal injusto porque sigue tratando distintos rendimientos de manera diferente. Es decir, los asalariados, que son quienes contribuyen en mayor medida a la Hacienda pública, se convierten en quienes contribuyen no solamente a través del IRPF, sino también a través de los impuestos indirectos prácticamente a toda la Hacienda pública y se desglosa lo que es el impuesto a los asalariados de lo que son los impuestos de plusvalías. Se dualiza no solamente la sociedad española, sino que se dualiza también nuestro sistema fiscal.

Señor presidente, detrás de las cifras globales hay un sistema económico en el que la tarta se reparte de forma asimétrica. De acuerdo con nuestros datos, se reparte no precisamente a favor de los asalariados. La tarta ha mejorado básicamente para los sectores empresariales y en mucha menor medida para los asalariados, por eso no comprendemos esta contrarreforma fiscal. No la comprendemos y no la compartimos. Pero es que, además, esta contrarreforma fiscal es un cierre prácticamente categorial a las ambiciones sociales del Gobierno y a las ambiciones sociales de la izquierda. Fíjese, según Vicente Navarro, necesitaríamos más de 6.000 millones de euros anuales adicionales para converger en gasto social con la media de la Unión Europea, más de 6.000 millones de euros.

Pues bien, el presidente del Gobierno y el Gobierno con esta contrarreforma fiscal detraen al menos 5.000 millones de euros anuales del erario público. Los detraen además en unas condiciones de superávit fiscal -no existe superávit social, señor presidente-, unas condiciones en que va a venir menos dinero de la Unión Europea. Es en buena parte la limitación de las aspiraciones sociales que teníamos en la izquierda y que hemos iniciado con un giro social en materia de salario mínimo en relación con las pensiones, en relación con la atención a la dependencia y en relación con la educación o con la sanidad. Ese inicio de giro social da la impresión de que se va a quedar a medio camino si sigue este continuismo en la política económica del Gobierno que nosotros denunciamos y que nos parece un derechazo a las aspiraciones sociales de la izquierda. Por eso, señor presidente del Gobierno, a mitad de la legislatura para nosotros no basta tan solo con una legislatura de restauración democrática o de reformas democráticas, no basta con una legislatura reformadora, sino que es preciso una legislatura de cambio de izquierdas y echamos de menos los mimbres para el cambio de izquierdas, porque no solamente hay problemas en la cantidad, en los presupuestos, sino también en la calidad. Señor presidente, no basta con la cantidad en política de vivienda, hay que cambiar la política de vivienda. La política de vivienda hoy subvenciona a los promotores, no permite el acceso a la vivienda y el acceso a la vivienda de alquiler, en particular de los jóvenes, y ustedes con sus propuestas continúan en esa vieja política de vivienda. La política científica, por ejemplo, en nuestra opinión no ha cambiado sustancialmente. Es verdad que hemos incrementado el gasto en ciencia en nuestro país, fundamentalmente en créditos, pero realmente el sistema científico no ha cambiado y buena muestra de ello es la situación de los investigadores, señor presidente, que sigue siendo una situación insatisfactoria. Por ello, señor presidente, consideramos que esta política no es la política de cambio y por tanto exigimos y emplazamos al Gobierno a que cambie.

Termino, señor presidente, refiriéndome a otra materia que a nosotros nos preocupa, que es la que tiene que ver con la política exterior. Señor presidente, aquí no hay síndrome de la complacencia o síndrome del continuismo, como ocurre en la política económica. En esta materia nos da la impresión de que estamos ante una especie de compensación -no sabemos por qué- en relación con la guerra de Irak y el Gobierno no puede vivir de las rentas de la guerra de Irak, sino que tiene que hacer una nueva política exterior. Y nueva política exterior no es compensar a Estados Unidos en relación con los aviones de la CIA ni en Afganistán. Y nueva política exterior no es compensar a Marruecos defendiendo la autonomía del Sáhara y poniendo al pueblo saharaui como moneda de cambio de la política de reconciliación con Marruecos. Creemos que esa es una equivocación en la política exterior y por eso queremos transmitir al Gobierno nuestro compromiso con los cambios, pero no aceptaremos un Gobierno ambidiestro, porque en todo caso es un Gobierno en el que las dos manos tienen la misma fuerza y nosotros queremos un Gobierno ambizquierdo, es decir, que las dos manos tengan sobre todo sensibilidad y voluntad de cambio.

Joan Herrera

Señor presidente, estamos en el ecuador de la legislatura y si hace un año cuando abordábamos el debate sobre el estado de la Nación se trataba de situar los principales retos, hoy precisamente no es momento de relatar datos macroeconómicos, sino de cumplir con aquello del no nos falles, de liderar las ilusiones de izquierdas, no de dejarnos llevar.

Nosotros entendemos que esos retos se pueden hacer respondiendo a tres objetivos. El primero es el del avance hacia un modelo de Estado más federal y con el Estatut se progresa, porque se abre un proceso imparable, y lo necesario es que la sociedad, y especialmente la sociedad catalana, lo avale con fuerza. El segundo objetivo es el de la normalización y desarrollo democrático, el de la paz, el de los derechos, el de las libertades, para el que se necesita más responsabilidad, por un lado, pero también más decisión. El tercer objetivo es la apuesta por un modelo de crecimiento socialmente justo y ambientalmente sostenible. Eso significa dejar atrás el modelo de crecimiento del Partido Popular. El primero de los objetivos, avanzar hacia un modelo de Estado más federal, tiene en el Estatut su principal aliado. Con el Estatut, Iniciativa Verds e Izquierda Unida también, pretendíamos mejorar la vida de los catalanes y catalanas. Pretendíamos hacerlo mejorando el autogobierno y, además, aportando una reforma a fondo para nuestro modelo de Estado. Señor presidente, ha valido la pena, porque hemos incorporado derechos que la ciudadanía podrá exigir ante las administraciones. Hemos incorporado competencias que van a cambiar la vida de la gente: competencias en inmigración, en inspección del trabajo y en cercanías. Hemos incorporado un modelo de financiación que aporta transparencia, suficiencia, introduce criterios de solidaridad y nos da una Agencia Tributaria, que nos permite compartir la gestión de todos los impuestos. Estas Cámaras han votado por primera vez, y para mí es importante, que Cataluña es una nación o que el catalán estará equiparado jurídicamente al castellano. Además de todo eso, además de todo el ruido, hemos conseguido que el Estatut marque una tendencia claramente federal. Buena prueba de ello es la semejanza del Estatuto andaluz o el hecho de que hoy un presidente del PP, el señor Matas, pida el mismo modelo de financiación que algunos dicen que rompe España. Ello demuestra que el Estatut ya no solo va a cambiar Cataluña, sino que también va a cambiar España. Eso es todo lo que tiene, pero sabe qué le ha sobrado a este Estatut, señor presidente. Le ha sobrado una cosa, a este Estatut le han sobrado las formas. Le han sobrado las censuras previas de muchos dirigentes del PP, también tengo que decirlo, alguno del Partido Socialista, que ya de partida negaban que el Estatut pudiese hablar de competencias o de financiación. Le han sobrado las mentiras, las mentiras del PP, de ver cómo convertían en odio casi todo y cómo hacían de eso un instrumento electoral. Sobre todo, sabe qué le ha sobrado, le ha sobrado el protagonismo. El protagonismo excesivo que algunos exigieron para sumarse al Estatut y la falta de protagonismo, que fue la excusa, para que algunos se descolgasen del Estatut y dijeran que era malo aquello que decían que era bueno, sin ir más lejos, el 19 de enero. Pero, todo eso, no puede hacer que el 18 de junio los catalanes -especialmente los catalanes y las catalanas de izquierdas- echemos por tierra un Estatuto que, sobre todo, tiene de bueno los contenidos. El 28 de junio tenemos que avalarlo porque nos jugamos mucho, ya que con un elevado número de noes e incluso con una alta abstención el señor Rajoy repetiría sus mentiras, pero esta vez diciendo que tenía razón. Con una alta abstención no daríamos fuerza a un Estatut que la necesita, y que la necesita para que los ministerios dejen de hacer leyes que laminen competencias o que necesita fuerza precisamente para que cuando vayamos a la ministra de Fomento y le digamos que tiene que transferir las cercanías, pues que lo haga y que lo haga en breve. El Estatuto catalán, por tanto, va a servir y va a servir mucho. Va a servir para mejorar el autogobierno, va a servir para abrir España y va a servir, en definitiva, para que se empiece a reflejar España en lo que es: la realidad más plural, más plurilingüe y, por tanto, desde mi punto de vista, más plurinacional de toda Europa; sí señor. Nosotros sabemos que el apoyo al Estatut es avanzar, es avanzar hacia un modelo federal, mientras que el no es hacer posible los sueños de aquellos que solo piensan en un lema: Santiago y cierra España. Pero si el reto en torno al Estatut es importante, también se lo digo, es muy importante el reto en torno a la normalización democrática. Para la normalización democrática, ¿qué necesitamos? Lo primero la paz, la ausencia de violencia. Por eso celebramos que este Gobierno, como hicieron otros, abra un escenario de diálogo para conseguir que no haya ni más muertos ni más miedo. Ese es el mejor homenaje que le podemos hacer a las víctimas. Creemos que ahora las condiciones son mejores que nunca. Si bien, y a diferencia de otros momentos, sobran actitudes, que parecen tener más esperanza en un proceso fallido que en el fin de la violencia.

A este elemento de normalización democrática queremos añadir la profundización democrática. Hay que decir que hemos avanzado. La igualdad de derechos independientemente de la opción sexual es un avance y lo valoramos positivamente, pero, en sentido contrario, hay veces en las que aparecen ocurrencias. Le voy a poner un ejemplo. En los últimos días, a partir de la ola de asaltos en Tarragona, se ha abierto la posibilidad de reformar el Código Penal para tipificar la asociación de malhechores. ¿Es que no existe hoy la asociación ilícita? La seguridad -y eso lo comparte la izquierda- se basa precisamente en más fuerzas de seguridad y no en endurecer las penas. ¿Cuál ha sido la experiencia de la izquierda? Que cuando se hacían reformas del Código Penal en función de una circunstancia, se acababa incrementando la inseguridad. Ese es el sello de identidad de la izquierda. Señor presidente, esta puede ser una gran legislatura, puede y debe ser la legislatura, por ejemplo, del derecho a morir con dignidad, del ejercicio de la confidencialidad del voto para las personas invidentes, de una ley de igualdad ambiciosa, de la prohibición de las donaciones anónimas a los partidos políticos en una nueva ley de financiación de partidos. Incluso podríamos tener unos presupuestos que acabasen claramente con el privilegio de la Iglesia para adecuarnos a lo que somos, un Estado aconfesional. Todo esto lo podemos hacer.

En este contexto, señor presidente, le quiero situar dos retos fundamentales. El primero de ellos es la necesidad de una política integradora en materia de inmigración. Frente a quienes han dado entrada en este hemiciclo al discurso de Le Pen, frente a quienes mezclan de forma obscena inmigración con delincuencia solo cabe un discurso y una práctica, una política que garantice una acogida humanizada, que no militarice fronteras, que conceda el derecho de asilo y refugio cuando corresponda, que nunca expulse de forma improcedente, como ha sucedido en alguna ocasión, que dé cédulas de identificación que permitan a los inmigrantes acceder a lo más básico -hoy no las tienen, señor presidente-, que revise la vigente Ley de Extranjería, una ley hecha bajo el prisma de la derecha, y que reconozca el derecho de voto antes de las próximas municipales, porque además de trabajadores, señor presidente, queremos que sean ciudadanos y eso significa liderazgo en materia de inmigración. A ese desarrollo democrático le queremos sumar otra propuesta. Usted sabe que la recuperación democrática es básica y que todos los países que han padecido totalitarismo reivindican la memoria democrática. En este momento de la legislatura pedimos una política pública por la recuperación de la memoria. Eso significa una ley de la memoria que impida, por ejemplo, que en el país de Europa que ha padecido más años de totalitarismo sucedan hechos tan vergonzosos como que en un espacio patrimonio del Estado, el Valle de los Caídos, cada año se hagan actos de apología del franquismo. No lo critico yo, lo censura la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa. Señor presidente, no hacer nada es rendirnos a ese perdón que la transición acabó confundiendo con el olvido. Señor Zapatero, para desarrollar estas políticas necesita, en primer lugar, la mayoría progresista fruto del resultado electoral, y en segundo lugar, la voluntad de utilizar esa mayoría de izquierdas. Lo que pedimos es que haga políticas de izquierdas con la mayoría de izquierdas para profundizar democráticamente.

Por último, el tercer bloque que le quiero plantear es la necesidad de una apuesta por un modelo de crecimiento socialmente justo y ambientalmente sostenible. Señor presidente, aquí es donde hace falta un giro. Llevamos dos años de legislatura y ustedes se han instalado -como acostumbra a pasar a veces cuando uno está un tiempo en La Moncloa- en eso de la España que va bien. Nosotros creemos que hay que corregir algunas cosas. El caso paradigmático está en las líneas divergentes, por ejemplo, entre la política social y la política económica y fiscal. La Ley de Dependencia pactada con nosotros, ¿qué supone? Supone que se garantice un derecho subjetivo, universal y exigible, que contará con una financiación estable y que no incluirá en su parte asistencial un elemento de gestión como el copago. Si bien aún quedan aspectos por acordar, esta ley tendrá signos de la izquierda, si no hacen un vuelco de última hora. Paralelamente a este gran reto, negocian con CIU una reforma fiscal que supone de 5.000 a 8.000 millones de euros menos para políticas de equidad y que consagra que tener un sueldo tribute más que, por ejemplo, invertir en bolsa. Eso se contradice con su programa, señor presidente.

Su propuesta continua sin apoyar el alquiler y su principal política de vivienda pasa a la desgravación por compra, independientemente de la renta o del precio de la vivienda, o a primar a los propietarios por encima de los inquilinos. Y nosotros, señor presidente, en esta política fiscal no somos los únicos defraudados. Los defraudados son Comisiones Obreras, Attac, e incluso muchos militantes socialistas que ven que esa política fiscal puede suponer la fractura de sus objetivos sociales, el reto de acercarnos a Europa en cohesión y en equidad. Aquí está el principal problema de su Gobierno. Las medidas para corregir un crecimiento basado en el ladrillo, en el endeudamiento familiar son insuficientes y la consecuencia es una profunda huella ecológica. La consecuencia de nuestro modelo de crecimiento es que, sí, somos campeones en algo, ¿saben en qué? En el incumplimiento en el Protocolo de Kioto. Hemos incrementado los gases de efecto invernadero un 52 por ciento y, además, tenemos niveles de calidad del aire pésimos, con elevados índices de óxido de nitrógeno, que producen 16.000 muertes al año según la Comisión Europea. Ante estos datos no es momento para decir que en lo ambiental vamos bien. Es hora de corregir políticas. Porque cumplir con Kioto significa, además, contar con bases mucho más sólidas de crecimiento. Usted ha dicho: vamos a reducir el consumo de energía primaria un 8,5 por ciento, y nosotros queremos que así sea, pero la pregunta es: ¿Con qué políticas? Por eso le planteamos políticas que pueden cambiar esa realidad. En primer lugar, la fiscalidad verde. Que llegue ya, que llegue este año, internalizando costes, haciendo realidad, por ejemplo, la progresividad de la tarifa de la luz; haciendo posible que el que ahorra pague lo mismo, pero que el consume mucho, el que despilfarra pague mucho más. Le proponemos revisar el PEIT, el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte, porque no es lógico que con el barril a 60 dólares construyamos 6.000 kilómetros nuevos de autovías. ¿No sería mejor optar por el tren, y por el tren convencional especialmente, cuando hoy, por ejemplo, los servicios de cercanías en el área de Barcelona van colapsados?

Señor presidente, no decidir en materia medioambiental, como dicn Pérez Arriaga y Giménez Beltrán es perder. Por esos nosotros queremos que decida. En este contexto le quiero poner un ejemplo que debe ser precisamente compromiso en estos inicios del siglo XXI: el del horizonte sin nucleares. Usted el año pasado me dijo a mí mismo: le invito a este diálogo para una aproximación a un horizonte temporal, a un calendario de cierre de la energía nuclear en nuestro país. Señor presidente, ya hemos dialogado. Nosotros sí que no hemos fallado a la mesa por la evolución de la energía nuclear. Otros hablan de la mesa pero no han ido apenas a esas reuniones. Nosotros le tenemos que decir que tenemos que plantear ya alternativas para el cierre de las centrales antes que estén obsoletas y nos veamos precisamente obligados a mantenerlas abiertas en condiciones no adecuadas. Debemos ser responsables con el presente y con el futuro. La energía nuclear es más cara que el resto, pese a la propaganda del sector. Una energía que no ha resuelto sus problemas, que genera residuos que duran centenares de millones de años. Lo que le pedimos, por tanto, es que demos respuesta a una exigencia de la opinión pública y que abordemos el calendario de cierre que nos obliga en el campo energético a hacer los deberes. Llevamos muchos años hablando de ahorro y energía, pero, ¿sabe cual es el problema, señor presidente?, que nunca hemos hecho los deberes en ahorro y energía.

Señor presidente, hace un año usted adquirió un compromiso con nosotros. Durante un año nuestro grupo ha hecho sus deberes, ha cumplido su parte; ha aportado análisis, reflexión e incluso una propuesta razonable y muy atractiva para ese calendario de cierre. Ahora, señor presidente, le toca a usted. Además, sabemos y queremos que lo va a hacer. Ayer lo dijo, pese a las influencias y los intereses del lobby. Y lo va a hacer, y esperamos que así sea, empezando por Garoña y anunciando que antes de la legislatura y bajo su liderazgo, bajo el liderazgo de Moncloa, va a situar un horizonte de cierre de las centrales nucleares pactando con todos los agentes sociales y haciendo lo que hoy es responsable. Y lo responsable es no dejar que de aquí a quince años tengamos centrales nucleares obsoletas.

Entrando en el capítulo de la conclusión, señor presidente, yo le decía al principio que este no es un debate del estado de la Nación cualquiera. Es el debate en el momento más decisivo de la legislatura y, me atrevo a decir, más decisivo de los últimos años. Estamos en un año absolutamente clave para la paz. Estamos a tan solo dos semanas de un referéndum trascendente para Cataluña y para el resto del Estado. Estamos a pocos meses de que en mi país, en Cataluña, tengamos que abordar unas elecciones donde tendremos que decir entre dos opciones, una de ellas es la de la vuelta de la derecha catalana, que no ganará, por muchas ganas que tengan algunos, y no ganará porque hoy en Cataluña existe una mayoría de izquierdas que quiere políticas de izquierdas y que también quieren que cambien algunas formas de este Gobierno de izquierdas que hemos tenido.

Señor presidente, lo que le digo a usted es que no puede estar al margen. Mi generación ha padecido veinte años de políticas de derechas donde se primaba lo privado ante lo público. Su responsabilidad, no como presidente, sino como persona de izquierdas, es contribuir a que mi generación y las generaciones que vendrán crezcan con una mejor sanidad pública, con una mejor educación pública, con un mejor medio ambiente, con políticas de vivienda distintas. Usted sabe que eso solo es posible con mayorías y políticas de izquierdas también en Cataluña, porque para cambiar la realidad necesitaremos cambiar las formas del Gobierno catalán, pero necesitaremos un Gobierno más de izquierdas, que continúe escorado en la izquierda.

Además de todo eso, estamos en un momento decisivo, porque algunos se ofrecen de forma reiterada a pactar con usted, otros incluso a veces le empujan a que dejen de pactar con la izquierda, y usted sabe que nosotros cuando estamos convencidos de que se equivocan nos colocamos enfrente. Nuestras diferencias no son coyunturales, nosotros no votamos su presupuesto de Defensa, nosotros nos oponemos al envío de tropas a Afganistán, nosotros criticamos su actitud en el Sahara, y nosotros no aplaudimos su reforma fiscal. Pero al lado de eso nosotros hemos sido un acicate para sus mejores políticos. Sin nosotros su Gobierno no sería el mismo, y sobre todo sin nosotros su Gobierno no hubiese hecho las mismas políticas. No olvide, señor presidente, que sin nosotros tendría una LOE menos pública, el trabajo de Carmen García hizo que la LOE fuese mejor que el trabajo de diez diputados de Convergència i Unió. Con la derecha acabaríamos con una política de dependencia pensada para hacer negocio, no para atender las necesidades de las personas. No sé si sin nosotros los papeles de Salamanca habrían vuelto, o si otros en la negociación hubiesen priorizado, como nosotros hicimos, un incremento de la ayuda oficial al desarrollo. Hoy si la ayuda oficial al desarrollo crece es porque tiene una buena secretaria de Estado, pero sobre todo porque hay un grupo que le exige que la ayuda oficial al desarrollo crezca. Y sin nosotros, señor presidente, han aprobado una ley sobre la deuda que, según la alianza contra la pobreza, adolece de ambición y le faltan elementos para ser una buena ley de gestión de la deuda. Segurísimo, señor presidente, que sin nosotros no tendríamos matrimonios homosexuales, no creo que el señor Duran les hubiese dejado hacer matrimonios entre personas de un mismo sexo, seguro que no. Sin nosotros, señor presidente, estaríamos con centrales nucleares obsoletas, de acuerdo con lo que dijo ayer el señor Duran, y además del trasvase del Ebro también tendríamos ese disparate que solo interesa a los cementeros, que es el trasvase del Ródano.

No solo estamos en el ecuador de la legislatura, sino en el momento del ser o no ser, estamos en el momento del no nos falles. Desde Iniciativa Verds y desde Izquierda Unida vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para que sus políticas sean de izquierdas, solidarias, sostenibles, y que nos hagan avanzar hacia un modelo claramente federal. Es lo que el electorado nos ha pedido a nosotros pero, es más, es lo que el electorado les exige a ustedes.

Señor presidente, lo que le decimos es que acepte nuestras propuestas, porque será la mejor manera de responder a la gente de izquierdas, a la gente ecologista, también a la gente catalanista, porque, en definitiva, será la mejor manera de responder a sus compromisos electorales, unos compromisos que eran de izquierdas y que deben de continuar siéndolo. Por eso le decimos que en algunas cosas, como en política fiscal y en política ambiental, lo que tienen que hacer ya es corregir.

Muchas gracias. (Aplausos.)

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