Un actor aficionado llamado Rodrigo Rato
El director del FMI hace sus pinitos en el teatro al participar en 'La Venganza de Don Mendo' con fines benéficos
Ataviado con una capa de terciopelo, corona a juego, espada plástica y traje azul claro, Rodrigo Rato, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), fue recibido ayer martes en la capital estadounidense al grito de "se acerca el rey". "Cese ya el atambor, que están mis nobles cansados de redobles, y yo ahíto de tanto parchear y tanto pito", respondió el responsable del Fondo ante la algarabía suscitada por su presencia, en un mensaje que por lo críptico bien pudiera recordar al de algunos de los sesudos informes de la institución que dirige.
Pero el escenario de la inusual escena está lejos de los serios podios del FMI, en los que Rodrigo Rato debuta a menudo. La entrada triunfal del ex vicepresidente del gobierno español, reconvertido en el rey Alfonso VII, tuvo lugar en el Teatro Gala, un pequeño centro artístico en el corazón latino de Washington en el que se interpretan obras hispanas. Allí se dieron cita Rato y otros 19 aficionados al arte dramático para poner en escena La Venganza de Don Mendo.
El clásico enredo amoroso-medieval de Pedro Muñoz Seca, estrenado en el madrileño Teatro de la Comedia en 1918, atrajo a un grupo de amigos: diplomáticos, funcionarios internacionales y expatriados varios en la capital de EE UU, que empezaron a ensayar la obra el pasado mes de febrero. El elenco se puso a las órdenes de Victoria Peña, promotora del montaje y esposa de Juan José Buitrago, diplomático español en Washington que arrancó, en su papel de Don Mendo, las carcajadas de los casi 300 espectadores que se dieron cita en el Gala.
"La autoridad aquí era yo"
Don Mendo es un noble sin recursos al que la desgracia y un amor no correspondido (el de la casquivana Magdalena, interpretada por Victoria Peña) convierten en convicto, luego en prófugo y después en trovador a raíz de la traición de su amada, de la que jura vengarse. Pero si Buitrago atrajo la mayoría de los elogios por su gracia y desparpajo, la aparición de Rato, que no llegó hasta el tercero de los cuatro actos, fue el momento más esperado de la velada. No todos los días tiene uno la oportunidad de ver al director gerente del FMI confesando haber sido presa del dardo cruel del amor, al que "tienden a rendirse lo mismo el rey que la sota". Y eso por no hablar de que Rato se mostró esclavo de Magdalena y aseguró querer morir en la cárcel de sus brazos.
El mandamás del Fondo demostró ser un alumno aventajado, al no equivocarse ni una sola vez -a diferencia de otros miembros del reparto- a la hora de repetir su parte del guión. Fuera ya del escenario, Rato aseguró haberse embarcado en un proyecto que consumió los pocos momentos libres de su maratoniana agenda por ser "una bonita idea" que permitirá recaudar fondos para reconstruir la cúpula del Gala. El directivo se negó a revelar si el del martes había sido su debut teatral y bromeó diciendo que había heredado el talento de "una tía", en referencia a una línea del guión. Señaló que sus hijos están "sorprendidísimos" con sus pinitos artísticos y eso a pesar de que no es "un padre ogro".
Dijo no ver nada raro en que alguien de su posición se aventure a meterse de lleno en un proyecto cuyo único propósito es hacer reír y aseguró haber pasado momentos muy divertidos durante los ensayos. Claro que no todo fue coser y cantar. Ensayar los domingos, aprenderse de memoria un guión medieval y asegurarse de que las frases cortadas del último acto se encadenasen con las del resto del reparto fueron los mayores desafíos. Peña dice que eso de darle órdenes a Rato la intimidó un poco al principio, pero asegura que el responsable del Fondo se "dejó dirigir" y afirma que nunca se sintió incómoda diciéndole lo que tenía que hacer. "Siempre dejó claro que la autoridad aquí era yo", destacó la promotora del montaje.
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