Las fuerzas de seguridad mantienen la alerta ante la actividad de células islamistas en España
Sus integrantes aprovechan los problemas de integración de la segunda generación de inmigrantes musulmanes para captar adeptos
Son los hijos de los musulmanes que emigraron a España en busca de una vida mejor los que más preocupan a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Este colectivo encuentra mayores dificultades para integrarse socialmente, lo que ha contribuido a que algunos de ellos hayan radicalizado sus posturas hasta acercarse a las tesis de la red terrorista Al Qaeda. Algunos viajan a Irak a sumarse a la insurgencia, pero otros constituyen una amenaza por la posibilidad de que preparen nuevos atentados en suelo español.
El último informe sobre el terrorismo islamista de los servicios de seguridad del Estado, fechado en enero, apunta a dos organizaciones terroristas que siguen constituyendo una amenaza dos años después de los atentados de Madrid: el Grupo Islámico Combatiente de Marruecos (implicado en los atentados del 11-M y Casablanca, con casi 250 muertos en conjunto) y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (uno de los más activos en Europa y vinculado con el presunto líder de Al Qaeda en Irak).
Menudeo de droga y artículos falsos
Según ha podido saber la Cadena Ser, las células radicales asentadas en España se han vuelto más precavidas: cuidan mucho sus comunicaciones, especialmente por teléfono móvil; explotan Internet para hacer propaganda de sus ideales; y toman las máximas precauciones a la hora de financiarse a través de la delincuencia menor o el menudeo de droga. Su dinero proviene de la falsificación de documentos, la venta de artículos falsos, el tráfico de drogas, de pequeños negocios e incluso de ONG.
Éstas células aprovechan los problemas de integración de esa segunda generaciones de musulmanes radicados en España (los que más visitan los 400 lugares de culto en todo el país), vendiéndoles un paquete de ideales extremistas que incluyen, entre otras ideas motor, la conquista de Al Andalus.
A luchar a Irak
También de ese caldo de cultivo sacan a las personas a las que adoctrinar para luego enviar a luchar contra Estados Unidos y sus aliados en Irak. Los servicios de seguridad temen también que algunos de estos combatientes, los más veteranos, regresen luego a España y aprovechen su experiencia para organizar nuevas células radicales.
A principios de años, la policía y la Guardia Civil detuvieron a 20 personas a las que se acusó de pertenecer a dos células islamistas dedicadas a enviar a terroristas a Irak. Uno de los grupos, dirigido por Mohamed Mrabet Fhasi desde Vilanova i la Geltrú (Barcelona), supuestamente reclutó al argelino Belgacem Bellil, el suicida que conducía un coche que estalló el 12 de noviembre de 2003 en la sede de las tropas italianas en Nasiriya, asesinando a 19 italianos y 9 iraquíes. Estas operaciones confirmaron el uso de España como base logística de los extremistas islámicos, y que existen grupos asentados con capacidad de atentar.
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