Zapatero apuesta por "una sola voz de Europa en el mundo" en su discurso ante la Asamblea francesa

José Luis Rodríguez Zapatero ha aprovechado su histórico discurso en la Asamblea Nacional francesa -es el primer presidente español en comparecer ante esa institución- para proclamar que "la paz y la seguridad solo se extenderán en el mundo con la fuerza de las Naciones Unidas y la legalidad internacional, con la fuerza de los derechos humanos y de la democracia". En este contexto, ha hecho hincapié en la "responsabilidad de Europa" de "promover la paz en otras zonas del planeta" bajo la doctrina del multilateralismo. También ha definido a España como "un pueblo contrario a la guerra [...] un pueblo movilizado por la paz, la gran tarea de este momento histórico".

La construcción europea ha centrado la intervención de Zapatero en un momento en el que Francia encara el referéndum sobre la Constitución Europea en medio de un creciente rechazo popular a su aprobación. El jefe del Ejecutivo español ha abogado por "una sola voz de Europa en el mundo, sólida y fuerte"; "eso representará no algo positivo para todos los europeos, sino un gran motivo de esperanza para muchos países", ha añadido. Además, para Zapatero la UE debe ser "un modelo de paz" pero también "un espacio de seguridad". En este punto ha apostado por "reforzar la Defensa, la Justicia, la cooperación policial y la lucha contra el terrorismo". "Europa es la gran esperanza para la paz y, ante todo, en la lucha contra las injusticias de los pueblos que sufren".

El presidente también ha insistido, al igual que lo hiciera en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, en la idea de una "alianza de civilizaciones" basada en "tender puentes que faciliten la comprensión entre Occidente y el resto del mundo". En su alocución, Zapatero ha hecho un extenso repaso a los principios que han guiado la política de su Gobierno durante sus 11 meses de gestión: "el ideal de ciudadanía", la "búsqueda del acuerdo" -"la capacidad de escuchar debe ser tan importante como la de hablar", ha resumido- y la extensión de derechos (matrimonio entre homosexuales, lucha contra la violencia de género y la protección de los derechos de los menores).

La España del castellano, catalán, euskera y gallego

El presidente del Gobierno también se ha referido al debate sobre el modelo territorial que se está gestando en estos momentos en España. Así, ha dicho que "la España del castellano es grande, pero lo es más sumada a la España del catalán, la del gallego y la del euskera". En este sentido ha dicho que "la preservación de la propia identidad es compatible con la integración en un proyecto común", tal y como se demuestra en la actual Unión Europea. Para Zapatero es posible "sentirse ligado a la patria de cada uno y sentirse partícipe de un patriomio común con una historia compartida".

El último tramo de su alocución se ha centrado en las relaciones bilaterales entre Francia y España, países que "comparten un espacio geografico de vecindad, una historia común, complea y rica, conflictiva a veces, pero nunca marcada por la indiferencia". Además, en opinión de Zapatero, ambas naciones tienen ante sí un "presente de amistad, respeto y cooperación". Para colmar esa meta, el presidente ha apostado por "un clima de abierta confianza y un espíritu de dialogo sincero y constructivo para abordar nuestras eventuales discrepancias". Acto seguido ha agradecido "la eficaz cooperación de Francia en la lucha contra el terrorismo" al tiempo que ha aplaudido "la solidaridad del pueblo francés por el terrible atentado del 11 de marzo en Madrid". Su discurso ha concluido con una mano tendida: "Les ofrezco el compromiso de fraternidad de dos grande naciones, Francia y España, de dos grandes pueblos, de dos ciudanías vivas".

Tras su intervención, de 15 minutos de duración y muy aplaudida por los 577 diputados que integran el parlamento francés, Zapatero ha afrontado un turno de preguntas de los cuatro grupos parlamentarios franceses(derecha, centro, socialistas y comunistas). En sus respuestas ha recibido aplausos de intensidad variable según las cuestiones abordadas y que en ocasiones procedían con más fuerza de los escaños socialistas, mientras otras veces el entusiasmo era más patente en la bancada conservadora al entender que logros expuestos por Zapatero coincidían con políticas que aplica el Gobierno francés.