Los amigos "moritos" del confidente
Las fuerzas policiales niegan haber obtenido datos sobre el 11-M antes del atentado de los tres detenidos que al parecer actuaban como sus confidentes en asuntos de droga
Tanto la policía como la Guardia Civil niegan que tres de sus confidentes, luego detenidos por su vinculación en la trama de los atentados del 11 de marzo en Madrid, les hubieran proporcionado información alguna antes de los ataques sobre los planes o preparativos del comando terrorista responsable.
Así se deduce de sendos informes internos remitidos por la Policía Nacional y por la Guardia Civil al Ministerio de Interior, en el marco de la investigación abierta el 29 de abril después de que el diario El Mundo informara que Suárez Trashorras —encarcelado por orden de la Audiencia Nacional a la espera de juicio por su vinculación con los atentados— y su cuñado Antonio Toro eran confidentes de la policía, y de que Rafá Zohuier, detenido también por el mismo motivo, lo era de la Guardia Civil.
El ex subdirector general de la Policía, Pedro Díaz-Pintado, remitió el pasado 2 de junio un informe —con fecha de 24 de abril— firmado por el jefe de Grupo de Estupefacientes de Avilés, Manuel García Rodríguez, en el que se subraya "de forma rotunda que durante todo el tiempo que duró la relación con José Emilio [Suárez Trashorras], todas las conversaciones versaron única y exclusivamente sobre personas y asuntos relacionados con el mundo de la droga". Respecto a Antonio Toro, a los mandos policiales ni siquiera les consta que fuera confidente, según aseguran en su informe.
Por su parte, el actual director general de la Guardia Civil, Carlos Gómez Arruche, remitió un escrito en que se señalaba que Zohuier alertó a sus contactos de la Unidad Central Operativa en enero de 2003 de que tenía información sobre "un individuo de Avilés que buscaba compradores para explosivos y que decía que había sustraído cierta cantidad de algún depósito de explosivos, ya que al parecer trabajó como vigilante en este sector de la industria minera".
Zohuier contactó con la UCO en otoño de 2001 desde la cárcel para ofrecer información "a cambio de poder mejorar su situación judicial-penitenciaria". La Guardia Civil trató de comprobar esa información, para lo que desplegó "un vasto y extenso operativo policial" sin obtener "ningún dato o hecho objetivo" que corroborara las acusaciones de Zohuier. Informó luego a la Fiscalía de Avilés, que, "ante la ausencia de indicios distintos del testimonio de Zohuier y pese a la aparente gravedad de los hechos", descartó iniciar un procedimiento penal.
La policía asegura que el jefe del Grupo de Estupefacientes de Avilés, Manuel García Rodríguez, se mantuvo en contacto con Suárez Trashorras desde 2001, usándole como confidente. Sin embargo, esta relación se debilitó ante la sospecha de que el ex minero pudiera "andar traficando con dinamita", hecho que incluso llegó a ser investigado.
Durante este periodo de colaboración, Trashorras llegó a afirmar en alguna ocasión que tenía relación con unos "moritos" que vivían en Madrid, a donde había ido incluso a llevar un regalo al hijo de uno de ellos. A finales de 2003, García Rodríguez le vio en compañía de dos personas de apariencia árabe, por lo que montó un dispositivo a la postre infructuoso.
Después de los atentados, Trashorras hizo varios comentarios sobre la autoría de los mismos y sobre una llamada realizada a uno de "los moritos" en la que le dijo que "si no lo veía en la tierra, lo vería en el cielo". Después del 11-M trató de ponerse en contacto con él insistentemente, pero ya no le contestó. García Rodríguez puso en conocimiento de la Comisaría General de Información estos hechos, procediéndose posteriormente a su detención.
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