La historia de amor de 'Pretty Woman' se repite entre una prostituta china y un rico taiwanés
La que hasta ahora parecía una historia de amor sólo propia del celuloide, ha tenido su traducción en la vida real. Como si de la película Pretty Woman se tratase, una prostituta china de 22 años y un rico ingeniero informático taiwanés algo más mayor mantienen un apasionado romance, eso sí, tan jalonado de obstáculos que no parece que vaya a tener un desenlace semejante al cinematográfico idilio entre Julia Roberts y Richard Gere.
Yang Chien, de 22 años, es una guapa joven que ingresó ilegalmente en Taiwán y fue a parar a una red de prostitución, donde conoció como cliente a un rico y apuesto ingeniero informático. Cheng, que así se llama él, requirió sus servicios y se enamoró de ella a primera vista, como le ocurrió a Richard Gere en su papel de acaudalado y frío hombre de negocios en el filme de Hollywood. En ese primer encuentro, en vez de prestar los servicios habituales, Yang habló de sus avatares vitales y Cheng se compadeció de la joven aprisionada en la red de contrabando de mujeres chinas para los burdeles taiwaneses.
Cheng decidió redimir a su nuevo amor y preguntó al dueño del prostíbulo cuánto le debía Yang, que con su esbelta figura recuerda a Julia Roberts en Pretty Woman. Unos 5.000 dólares -que incluían "los gastos del viaje" desde su aldea nativa en la provincia china de Yunnan, su alojamiento y mantenimiento y "la comisión"- tuvo que pagar Cheng para liberar a Yang de las mafias. El galán abonó allí y en efectivo la deuda y se llevó a su amor a un apartamento de la ciudad taiwanesa de Taoyuan, cerca de Taipei. Allí comenzaron a vivir como pareja, pero las mieles del idilio no duraron mucho ya que una antigua colega de la joven fue a visitarla a su apartamento la semana pasada, y la policía que la seguía, detuvo a las dos.
De las mieles a las hieles del idilio
Yang, después de ser salvada de las garras de los proxenetas, acabó encarcelada por inmigrante ilegal, y el pasado martes mantuvo el último encuentro con su Romeo, quien debía salir de viaje a Seúl por motivos de trabajo. "Cuídate bien, iré a verte en cuanto pueda", dijo Cheng a la joven, al tiempo que le dejaba unos 6.000 dólares para su retorno a China. Yang le entregó una gargantilla de oro como prueba de su amor y señal de compromiso matrimonial.
La mujer china espera ser deportada y su idílica relación con el ingeniero informático sufrirá el obstáculo de las distancias. Taiwán mantiene serias restricciones para el ingreso en la isla de ciudadanos chinos y, tras la deportación, el permiso para volver será difícil, incluso aunque los dos enamorados se casen en China, por lo que es de temer que el final de esta historia no sea igual de feliz que el de Pretty Woman.
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