¿Hay forma de contener la deuda pública?
Después de la pandemia, en países como Estados Unidos y España la acumulación de déficits se está convirtiendo en un problema. Tanto la Oficina del Congreso de Estados Unidos, como la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, en España, advierten de un panorama complicado para las próximas décadas. Ahora bien, ¿tiene esto solución? En el último vídeo de ‘Si lo hubiera sabido’ se dan algunas pistas
El aumento de la deuda pública se ha convertido en uno de los mayores desafíos económicos de los países desarrollados. Crece más rápido de lo previsto antes de la pandemia por la covid-19, impulsada sobre todo por dos locomotoras: Estados Unidos y China, las dos mayores economías del planeta. La Oficina Presupuestaria del Congreso de los Estados Unidos estima que, de no producirse cambios, la deuda neta del gobierno federal crecerá desde aproximadamente el 98% del PIB a finales de 2022 a más del 185% durante los próximos 30 años. Esto supondría que entre el año 2000 y el año 2050, la deuda pública de Estados Unidos se multiplicaría prácticamente por cuatro.
Pero Estados Unidos no es un caso aislado. Sin ir más lejos, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) de España, también ha presentado un panorama poco alentador. Si no se produce un giro sustancial en la deriva, el gasto en intereses, pensiones, sanidad y dependencia empujará el déficit público hasta casi el 8% en el año 2050, haciendo que la deuda pública crezca sin parar hasta superar el 185% del PIB durante las próximas décadas. Es un escenario muy similar al descrito por el organismo estadounidense.
Las prospecciones de organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) no ofrecen mejores noticias. Vítor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, señaló en abril que la deuda pública mundial se había disparado hasta casi el 100% del PIB en 2020 (con la irrupción del virus), antes de registrar su mayor caída en 70 años en 2022, aunque se mantuvo unos 8 puntos porcentuales por encima del nivel anterior a la pandemia. Según el Informe sobre vigilancia fiscal del FMI, la deuda española continuará entre las más altas de la eurozona, pero todavía lejos del dato proyectado para Italia (un 140,3% del PIB en 2023) o el de Grecia, con un 166% para ese mismo año.
Parece claro que, ante semejante escenario, los gobiernos deberán tomar medidas con el fin de intentar contener el incremento de la deuda pública. Para lograrlo, existen cuatro grandes vías, según los expertos: el crecimiento económico, los planes de ajuste en el gasto, el impago y la reestructuración de la deuda, y por último, la represión financiera.
Otra opción que se suele poner sobre la mesa son los incrementos de impuestos. Sin embargo, en un entorno de competencia global, esta opción suele resultar limitada.
En esta línea, las investigaciones del economista italiano Alberto Alesina (seguramente el mayor experto en austeridad del siglo XXI), fallecido hace tres años, siguen teniendo su vigencia, con la evolución de la crisis económica. Según él, que los países que confían mayormente en las subidas de impuestos no suelen equilibrar sus presupuestos ni reducir el peso de la deuda de forma sustancial. En cambio, las reglas de gasto, como las implementadas en Suiza, han demostrado resultar muy efectivas para controlar el endeudamiento público con el paso de los años. Es por eso que representan la opción preferida de organismos como el FMI o el Banco Central Europeo.
La regla de gasto
En 2001, Suiza celebró un referéndum para poner en marcha un mecanismo conocido como el “freno de la deuda”. La iniciativa, que fue aprobada por el 85% de los votantes y se puso en marcha en 2003, establece que el gasto del gobierno no puede crecer más que los ingresos teniendo en cuenta los diferentes momentos del ciclo económico. Desde entonces, el gasto público del gobierno suizo ha crecido a un ritmo medio anual del 2,2 %.
Las reglas de gasto permiten gastar más progresivamente, no exigen recortes bruscos y contemplan eventos extraordinarios como guerras o crisis, permitiendo que el gobierno gaste en esos casos y luego compense ese esfuerzo en los años sucesivos. La experiencia suiza muestra que, además de controlar el gasto, estas reglas también hacen que los gestores públicos se esfuercen en invertir mejor en lugar de solo gastar más.
Ahora bien, ¿hasta qué punto es realista extender este modelo a otros países? ¿Realmente es posible contener la deuda pública sin provocar al mismo tiempo una crisis económica y social? ¿Qué otras alternativas existen? En el último vídeo de Si lo hubiera sabido, el canal de información financiera de Mutuactivos, se analizan las posibilidades.