Sostenible y digital, un binomio indivisible
Lo que ha unido la tecnología, la economía, el sentido común y hasta la naturaleza, que no lo separe el hombre. Por qué sostenibilidad y digitalización forman un matrimonio que no se divorciará nunca
“Esta empresa lleva la sostenibilidad en su ADN…”. “Esa otra tiene genética digital…”. Se repiten tanto que casi se han convertido en frases hechas. Sin embargo, la comparación está mejor traída de lo que parece: el ADN se configura con una doble hélice interconectada y esa forma es fundamental para la replicación, la adaptación y el crecimiento de los seres vivos.
Bien, sostenibilidad y digitalización serían como esas dos hélices o espirales interrelacionadas, y la replicación, la adaptación y el crecimiento se aplican a esa otra versión de entes vivos que son las empresas, a las especies que son los sectores y a la economía general entendida como un ecosistema.
“La digitalización es un habilitador para la sostenibilidad y la sostenibilidad debe ser el centro de la digitalización. Aquellas empresas que promuevan este cambio de paradigma tendrán un efecto muy positivo en sus resultados individuales, pero también en la sociedad”, apunta Lourdes de la Sota, directora de Estrategia Corporativa y Relaciones Institucionales de SEAT.
Vivir para contarlo
Por ejemplo, las consultorías HFS Research y KPMG International sostienen que la automatización robótica de procesos (RPA), la inteligencia artificial, la analítica inteligente o el multi-cloud ya eran fundamentales para ahorrar costes, mejorar las decisiones, aumentar ingresos y el valor de marca. A partir de la pandemia, además, serán “esenciales para sobrevivir”.
Accenture llega a conclusiones parecidas: las empresas que integren de lleno la innovación tecnológica, en particular la digital, para optimizar su eficiencia y evolucionar hacia un comportamiento sostenible, tienen casi tres veces más posibilidades de recuperarse rápido, salir reforzadas de la crisis y “liderar el mañana”.
Esa conexión íntima entre tecnología y sostenibilidad podría resumirse en que la primera actúa como el factótum de la segunda. Agustín Cárdenas, gerente de Transformación de Negocio de Telefónica Empresas, señala que la digitalización “es clave para conseguir más de la mitad de las metas plateadas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el 5G será capaz de crear valor social en 11 de los 17 ODS”.
Según la patronal AMETIC, “no hay medida que afecte a la sostenibilidad y no incorpore herramientas digitales”. Simplemente la migración a la nube de programas y aplicaciones puede reducir incluso un 65% el consumo de energía y hasta un 84% las emisiones de carbono respecto a la implantación física en los equipos informáticos, calcula Accenture. La digitalización, según el World Economic Forum, puede contribuir a descarbonizar el mundo mermando las emisiones de CO₂ hasta un 35% la próxima década.
La digitalización es clave para conseguir más de la mitad de las metas planteadas por los Objetivos de Desarrollo SostenibleAgustín Cárdenas, gerente de Transformación de Negocio de Telefónica Empresas
Tener o no tener (buena información)
Esas dos hélices engranadas multiplican la eficiencia para reducir el consumo y la dependencia de los recursos. Y a la eficiencia se llega sobre todo mediante el control de la información.
La digitalización dispara exponencialmente tanto la generación de datos como la capacidad de análisis para transformarlos en conocimiento, patrones, tendencias, relaciones de sentido, quids de la cuestión que permiten entender las decisiones adecuadas para transformarte en una empresa sostenible. “La digitalización es clave porque lo que no se mide, no se conoce, y lo que no se conoce no se puede mejorar. Por ejemplo, la sensorización de procesos para detectar oportunidades de mejora en los consumos es fundamental”, explica Carlos Velázquez, director de Sostenibilidad de Roca Group.
“Asistimos a un cambio forzado y rápido del modelo productivo y del modelo industrial que se empieza a definir como la economía del dato”, añade Montserrat Ballarín, vicepresidenta de Desarrollo Social y Económico en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). “La digitalización de las empresas y de la administración, el uso de datos masivos y de la inteligencia artificial, la sanidad digital, el turismo inteligente, la movilidad sostenible, la robótica o la agricultura de precisión, entre otros, formarán parte de la nueva cotidianidad. Aquellos entornos y sociedades que no sepan adaptarse a los nuevos cambios no sobrevivirán”.
Asistimos a un cambio forzado y rápido del modelo productivo y del modelo industrial que se empieza a definir como la economía del dato… Aquellos entornos y sociedades que no sepan adaptarse no sobreviviránMontserrat Ballarín, vicepresidenta de Desarrollo Social y Económico en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB)
No será por ejemplos como el del Port de Barcelona, que gestiona telemáticamente más de 31 millones de intercambios documentales al cabo del año, con el trajín de entre 3.000 y 4.000 camiones diarios para carga y descarga de contenedores. “Solo la digitalización logra que esta ingente cantidad de trayectos sea fluida o que podamos operar a pleno rendimiento a pesar de las restricciones locales e internacionales durante la pandemia”, explica su presidente, Damià Calvet. Esa dotación tecnológica incluye otras aplicaciones que determinan el tiempo de acceso a las instalaciones, definen la cadena de transporte óptima entre origen y destino, un sistema centralizado de trazabilidad de contenedores u otro de gestión de los servicios prestados a los buques, entre otros.
¿Reindustrialización en Europa?
La mención al cambio drástico de la industria es determinante, al fin y al cabo es uno de los ámbitos naturales para aplicar innovaciones. Pero también porque el tándem digital-sostenible por el que tanto apuesta Europa —con leyes y 1,8 billones de euros en fondos de recuperación— implica una oportunidad de reindustrializar el continente cuando la pandemia demuestra que las economías industrializadas aguantan mucho mejor el timón.
Falta hace, en España el peso del sector secundario en el PIB cayó del 19,8% en 1996 al 14,4% en 2018, y del 21% al 17,1% en la media comunitaria. Como sostienen algunos expertos —el Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB), entre otros—, la UE aspira a anticiparse para liderar la producción de tecnología sostenible exportable al resto del mundo.
Sería aplicar una lección aprendida tras la pérdida de puestos en otras carreras como la digital, hasta ahora liderada por EE UU, o la producción de microchips y baterías de litio casi monopolizadas por Corea del Sur y China. Sin embargo, la industria 4.0 —basada en la digitalización integral, la inteligencia artificial y la hiperautomatización—reduce los costes laborales, puede limitar la competitividad asiática en ese factor y así haría más viables la repatriación o la instalación de factorías en suelo europeo.
“La industria 4.0 evoluciona y transforma la manera de fabricar, de distribuir, de gestionar la cadena de suministro y de mitigar el impacto ambiental. Elimina residuos, produce con un mayor componente de proximidad, estimula nuevos perfiles profesionales y crea nuevas oportunidades de negocio. La digitalización nos aporta más valor en la adaptación a la nueva economía, pero debe ir de la mano de la sostenibilidad. Nos lo ruega el planeta”, apunta Pere Navarro, delegado especial del Estado en el CZFB.
La industria 4.0 transforma la manera de fabricar, distribuir, gestionar la cadena de suministro y mitigar el impacto ambiental, estimula nuevos perfiles profesionales y crea nuevas oportunidades de negocioPere Navarro, delegado especial del Estado en el Consorci de la Zona Franca de Barcelona
El final del camino promete nada menos que hacer compatibles el crecimiento demográfico, el desarrollo socioeconómico y la regeneración de la Tierra. No debería olvidarse la necesidad de crear riqueza con la que pagar precisamente la astronómica factura de la transición. Es más, según el CEO de Accenture Europa, Jean-Marc Ollagnier, la innovación tecnológica puede aliarse con valores de la identidad occidental como la solidaridad y el propósito social más allá del beneficio económico.
Etapas de montaña antes de la meta
Entre el ideal y la realidad se levantan retos formidables como los que apunta el Informe anual 2019, del Digital Future Society Think Tank: que los poderes públicos se pongan las pilas e innoven estímulos creativos y ágiles; una base de confianza, transparencia, seguridad y privacidad para los servicios digitales; la alfabetización digital y la inclusión que impida dejar fuera a grandes grupos de población —la ONU reconoce como derecho humano el acceso a la sociedad digital— y facilite un crecimiento equitativo sin brechas digitales extremas.
Hay muchos más retos. El volumen de inversión e incentivos, por supuesto. Acelerar el proceso de descarbonización: un experto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) decía que necesitaríamos cuatro parones como el de la pandemia para ponernos al día. Extender la digitalización por la miríada de pymes sin recursos o preparación suficientes para hacerlo por sí mismas. Regulaciones claras y estables que aporten seguridad jurídica. Una definición mucho más precisa de “sostenible” para diferenciar los proyectos verdes de verdad frente al greenwashing. O generar la enorme cantidad de profesionales tecnológicos que demanda la nueva economía, un déficit incomprensible cuando, por ejemplo, en Cataluña casi el 73% de sus empresas TIC aumentaron su facturación en 2019.
Además hay que luchar contra la precariedad laboral que puede desatar la robotización masiva, anticiparse a las nuevas relaciones profesionales —de acuerdo con la OCDE, al final de esta década habría más personas trabajando por cuenta propia que ajena— y a modelos emergentes como la economía de las plataformas que conectan directamente oferta y demanda, con todos sus pros y contras.
Pero un reto sirve para gobernarlos a todos: el cambio cultural imprescindible para que el cambio tecnológico fluya. El reseteo de la mentalidad que acerque todos los demás retos antes de que los desastres naturales extiendan a las bravas la conciencia climática. Para decir, sin exagerar, que la economía lleva la sostenibilidad en su ADN.
Bastante más que brotes verdes
Ejemplos de transformación digital que contribuyen al desarrollo sostenible y con efecto arrastre sobre otras empresas.
Consorci de la Zona Franca de Barcelona. Ha desarrollado la primera incubadora europea de impresión 3D, con unos 1.000 metros cuadrados, lo que ha implicado instalar una fábrica dentro de la sede del CZFB. En otoño inaugura la primera fase de la DFactory Barcelona para desarrollar proyectos tecnológicos de robótica, sensórica, internet de las cosas, etc. Y del 5 al 8 de octubre celebrará la segunda edición de la Barcelona New Economy Week, un evento híbrido sobre nueva economía que contará con contenidos sobre logística, e-commerce, industrial digital o sostenibilidad, entre otros sectores.
Telefónica. Desarrolla modelos de fábrica inteligente y conectada mediante 5G y edge computing (computación distribuida), que permiten un control exhaustivo de la producción y sus datos mediante 'blockchain' e internet de las cosas. En 2020, sus aplicaciones de tecnología sostenible evitaron la emisión de 3,5 millones de toneladas de CO2. La digitalización de puestos de trabajo durante los tres meses de confinamiento ahorró 2,2 millones de toneladas. Y participa en proyectos como los gemelos digitales para la construcción y reparación de buques por la naviera Navantia o la digitalización y descarbonización del Puerto de Bilbao.
Port de Barcelona. Uno de los más digitalizados del mundo, en plena transición sostenible mediante generación de energías renovables, electrificación de muelles y uso de combustibles limpios. Desarrolla las conexiones ferroviarias para mover mercancías y las llamadas autopistas del mar (Italia, Magreb, Mediterráneo oriental…). Aspira a eliminar el 50% de emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 y a la neutralidad en carbono a mediados de siglo, mediante proyectos como la conexión eléctrica de los buques a los muelles. Y avanza en digitalización con proyectos como el 5G Maritime, que combina inteligencia artificial, 'cloud computing', 5G y 'edge computing' para geolocalizar con precisión los buques, facilitando la asistencia remota a la navegación y las maniobras de entrada, salida y atraque.
Área Metropolitana de Barcelona (AMB). Parte de una buena base: un nivel alto de digitalización económica y social en Cataluña (el 62,47%, frente a la media europea del 52,49%). Este año estrenará la primera hidrolinera pública española para surtir de hidrógeno verde a una flota de 50 autobuses urbanos, dentro del proyecto marco del Valle del Hidrógeno. Contribuye a la neutralidad en carbono del área metropolitana mediante la reducción de la movilidad privada y el uso de energías limpias. Añade otros proyectos como la red de recarga para vehículos eléctricos, DigitalAMB (innovación tecnológica y social), Connectabit (formación en competencias digitales y orientación laboral), Digicomerç (digitalización del comercio de proximidad, que supone hasta un tercio de las empresas de la AMB) o el portal Hub Talent.
SEAT S.A. Capacita a sus empleados en tecnologías como inteligencia artificial, realidad virtual o internet de las cosas, entre otras, y su proyecto Future: Fast Forward pretende sentar las bases para convertir a la compañía y más adelante a España en un hub de movilidad eléctrica. Sus objetivos: contribuir a la descarbonización del continente y proteger el liderazgo español (segundo puesto) en fabricación de automóviles en Europa.
ROCA Group. En proceso de transformación de sus 84 fábricas repartidas por el mundo en factorías con un enfoque de industria 4.0 para reducir emisiones y consumos y aumentar la eficiencia, vía digitalización, de la cadena de suministros y la logística. Esto implica un enfoque a largo plazo y a la vez personalizado a la legislación, precios de la energía y acceso al suministro en cada país.