Acceso a electricidad limpia y agua de calidad en comunidades rurales
¿Cómo evitar que las inversiones y los proyectos de cooperación acaben polvorientos, despilfarrados? La fundación de Acciona (acciona.org) propone extender a las comunidades rurales un modelo de responsabilidad y confianza. Quince años de servicios básicos sostenibles demuestran que funciona
Según la Organización Mundial de la Salud, 675 millones de personas no tienen acceso a electricidad y casi la misma cantidad sufrirá esa carencia en 2030 si no se despliegan las infraestructuras básicas. La necesidad de agua fiable es aún mayor: un 25% de la población planetaria sigue excluida del suministro.
Estas cifras se encarnan en comunidades rurales cuya distancia de las zonas desarrolladas mantiene bajas, o nulas, sus expectativas de contar algún día con esas infraestructuras. Para las familias, iluminar la casa de noche, conservar alimentos y medicinas en una nevera o cargar el móvil son servicios de lujo. Algunas pueden sacrificar buena parte de sus ingresos en un generador eléctrico y combustible. Las que no, tiran de baterías, pilas o quinqués, renuncian a electrodomésticos y dispositivos o se desplazan kilómetros para cargar un teléfono.
Un total de 37.600 niños disponen de 1,57 millones de horas anuales para realizar tareas lectivas en casa, lo que reduce el abandono escolar
La pregunta para cualquier oenegé que quiera paliar esa precariedad no solo es cómo, sino hasta cuándo. Uno de los modelos de cooperación más extendidos es la donación directa pero, al no supervisarse su uso, cualquier avería o la falta de mantenimiento suele acabar en el abandono del proyecto. La fundación de Acciona (acciona.org) elige un enfoque distinto. “No de proyecto, sino de servicio permanente. Con un modelo asistencialista podríamos estar en más sitios, pero de forma mucho menos sólida. Buscamos la sostenibilidad no solo ambiental y social, sino económica y técnica, algo poco habitual”, apunta su director-gerente, José Gabriel Martín.
Para garantizar esa continuidad, acciona.org se basa, por un lado, en conocimientos y recursos propios: suministra los mismos servicios que la compañía a comunidades donde no llega nadie —electricidad renovable, agua potable y saneamiento— en países donde trabaja la empresa, lo que facilita el voluntariado de empleados de Acciona en proyectos de la fundación. Además, instala sistemas robustos, diseñados con la menor necesidad posible de mantenimiento. Por otro lado, y este factor es clave, logra esa permanencia mediante la involucración de las propias comunidades en la gestión del servicio y, sobre todo, con la presencia permanente de sus organizaciones locales sin fines de lucro, como proveedoras de servicio que conocen las necesidades sociales sobre el terreno.
Buscamos no solo la sostenibilidad ambiental y social, sino también la técnica y la económica. No es un enfoque de proyecto, sino de servicio permanenteJosé Gabriel Martín, director gerente de acciona.org
Después de presentar el proyecto para la aprobación de las familias, acciona.org instala sistemas fotovoltaicos domiciliarios —panel solar, batería y lámparas led— cuyo mantenimiento implica costear una cuota. “Implementamos tecnologías viables para cada contexto y buscamos la sostenibilidad de sus costes de explotación a largo plazo. Estas comunidades ya tienen un gasto en energía y proponemos sustituirlo por uno menor [el ahorro medio se ha calculado en un 40%] y con mejor calidad”, explica Martín.
Estímulo a emprendedores
No solo enseña a las familias cómo usar y cuidar el sistema. También acciona.org forma a emprendedores locales (muchos de ellos, mujeres, que se forman en aspectos técnicos y empresariales) para que abran negocios de reparación y mantenimiento. La fundación se mantiene como gestora en segundo plano, facilita tanto los repuestos como la provisión de electrodomésticos y dispositivos compatibles —leds, linternas, tabletas, televisores, neveras, etc.—, y no solo lleva servicio eléctrico con sistemas domiciliarios, también mediante plantas fotovoltaicas con almacenamiento y microrredes que permiten un mayor nivel de consumo continuo.
Los beneficios, contrastados tras 15 años de proyectos vigentes, van de lo individual a lo colectivo. Incluso de lo social a lo económico. Conservar en un refrigerador la leche para un bebé, luz nocturna para estudiar y prolongar una charla en familia, una cocina eléctrica que sustituye la quema de leña y materiales tóxicos, velas y queroseno. La electricidad, como en la propia era industrial, supone un salto en sus posibilidades de desarrollo: suministro e iluminación de calidad, móviles, tabletas y ordenadores permiten pequeños negocios agrícolas, de artesanía o comercio que van configurando un ecosistema. Modesto, pero estable. La más de las veces, inédito.
Los proyectos de la fundación de Acciona han llegado a más de 115.000 personas en 1.200 comunidades locales.
En cuanto a las infraestructuras de agua y saneamiento, también gestionadas junto con la comunidad, la fundación de Acciona estudia la climatología y, donde existe algún tipo de infraestructura, la disponibilidad de suministro y las condiciones de la distribución para diseñar una solución a medida, que puede proteger las fuentes de la contaminación e incluir sistemas de bombeo fotovoltaico, depósitos de almacenamiento y tecnologías de purificación y potabilización. Como en el caso de la electricidad, las soluciones de agua potable no solo atañen a la salud al mejorar la higiene y reducir enfermedades e infecciones; también aumentan la resiliencia a las sequías prolongadas y contribuyen a desarrollar la economía.
La eficacia del modelo se demuestra por sí misma en la sostenibilidad de proyectos en Perú, México, Panamá, Chile, Filipinas y, como caso especial, el campo de refugiados Hilaweyn, en Etiopía. Pero, además, ha recibido varios reconocimientos que José Gabriel Martín valora como un respaldo autorizado. El más reciente, que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) considere esta iniciativa como una de las tres soluciones con mayor impacto positivo para una transición energética justa. Además, acciona.org está participando en un proyecto para identificar necesidades, así como proponer soluciones renovables, en situaciones de respuesta a emergencias humanitarias.
De los Andes y el Amazonas a serie documental
Hablar de comunidades remotas no es un recurso literario. Algunas se ubican en diferentes enclaves de la selva amazónica, en el corazón andino de Perú, no lejos de Machu Pichu, o en un minúsculo poblado de pescadores en la costa chilena. Hasta allí se desplaza el equipo de profesionales de acciona.org con un acercamiento gradual, respetuoso, apoyado en que saben cómo son y qué servicios básicos necesitan esas personas. “Es crucial contar con profesionales en el país que entienden el contexto; crean confianza y demuestran que el proyecto funciona. Entienden a las comunidades para que ellas nos entiendan”, explica el director-gerente de acciona.org.
Este trabajo, relatado por Ibra Youssef, trabajador de Acciona y voluntario de acciona.org, ha saltado la distancia geográfica y cultural para convertirse en contenido global en la docuserie La luz que permanece, con cinco episodios. Se estrenó el 24 de octubre en la plataforma Movistar Plus+ (canales Documentales por M+ y Originales por M+) y se complementa con una serie de 5 podcasts que profundizan en el trabajo de la fundación, disponibles en Spotify, iVoox, YouTube y Soundcloud. Estos contenidos también se encuentran a través de la siguiente web:
laluzquepermanece.acciona.org.