De la biomasa a las energías renovables: un vector clave de la autonomía energética
Ence, el mayor gestor de biomasa de la Península Ibérica, genera electricidad y calor renovables, biometano y biofertilizantes a partir de restos agrícolas, forestales y ganaderos, y se prepara para la producción de combustibles renovables avanzados

Un mundo con nuevas y urgentes necesidades requiere de soluciones innovadoras; depende de conseguir que términos como “transformación” produzcan un cambio de paradigma real. El campo de la generación de nuevas fuentes de energía “asequibles y no contaminantes”, como se describe en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7 de Naciones Unidas, es uno de los más apremiantes, por la necesidad de optimizar los recursos y acelerar la descarbonización. Y en esta búsqueda, la compañía española Ence ha encontrado una manera de construir un ecosistema en el que conviven la fabricación de celulosa de última generación y la producción de energía renovable basándose en principios de economía circular. Un punto de conexión entre la actividad empresarial y la transición energética que le ha llevado a ser la mayor gestora de biomasa de la Península Ibérica.
La compañía procesa más de cinco millones de toneladas anuales de restos agrícolas, forestales y ganaderos como base de una plataforma de generación de energía renovable. El aprovechamiento de estos restos de origen natural permite la generación de esta biomasa, que se transforma después en distintas formas de energía que no solo sustentan sus procesos industriales –más del 90% del consumo de las dos biofábricas de Navia y Pontevedra es ya es renovable–, sino que exportan el excedente, contribuyendo a la descarbonización global del mix eléctrico.

Térmica renovable
Dentro de las distintas variantes de generación de energía verde a partir de la biomasa, Ence trabaja en la generación de energía térmica renovable a través de Magnon, su empresa filial. En este ámbito, el objetivo es alcanzar un suministro de 2.000 GWht a sus clientes industriales en 2030. Para lograrlo la compañía cuenta ya con una planta en operación, a la que se suman otros tres proyectos actualmente en ejecución para clientes de referencia del sector agroalimentario de España. Estos últimos consisten en la construcción, puesta en marcha y operación de sendas instalaciones de biomasa, que cubrirán una demanda anual de 85, 43 y 40 GWht/año, respectivamente, y se encuentran actualmente en fase de construcción. A ello hay que sumar un proyecto en fase de puesta en marcha de 33 GWht/año.
Ence se ha especializado en la innovación para la creación de celulosas especiales, de origen natural, que sustituyen a materiales derivados del plástico y que reducen la huella de carbono
Hacia los nuevos combustibles
La innovación ha llevado a Ence a explorar otra dirección, la de los combustibles renovables, a través del CO2 biogénico, generado también a partir de la biomasa. Este gas, que no es un residuo sino una materia valiosa, es la base sobre la que la compañía trabaja para producir metanol renovable, un combustible limpio crucial para descarbonizar sectores de difícil electrificación, como el marítimo o el aéreo, y conseguir que dejen de depender de los combustibles fósiles. Actualmente, la compañía produce anualmente cerca de cuatro millones de toneladas de CO2 biogénico y, a través de sus dos biofactorías y sus plantas en Mérida, Puertollano y Huelva, su objetivo pasa por crear un hub de producción de combustibles renovables. Otra de las aplicaciones circulares de esta gestión de restos es la fabricación de biofertilizantes, que convierte un problema medioambiental en varias regiones en una opción de impulso agrícola respetuosa con el entorno. Los desechos orgánicos procedentes de la ganadería se transforman aquí en un elemento que mejora la estructura de los terrenos de cultivo, ayudan a evitar la contaminación por nitratos en los acuíferos de los fertilizantes tradicionales y, al producirse con materias de proximidad, reducen el consumo de energía fósil. Al mismo tiempo que Ence se ha especializado en la generación de energías renovables y otros derivados de la biomasa, también ha aplicado la innovación para desarrollar soluciones basadas en la celulosa para alcanzar una mayor eficiencia ambiental.

Celulosa natural y biodegradable Una de las grandes apuestas de la compañía es el lanzamiento, en el cuarto trimestre de este año, de la celulosa fluff, generada en su biofactoría de Navia. Este material, clave para crear productos absorbentes e higiénicos como los pañales, es una fibra natural, compostable y biodegradable, que sirve para sustituir a derivados del plástico y que rompe la dependencia de importaciones desde Norteamérica, reduciendo drásticamente la huella de carbono logística. La previsión actual de la compañía es que sus celulosas especiales representen en 2028 más del 60% de sus ventas, incluyendo 125.000 toneladas de esta nueva celulosa.
La actividad de Ence, por último, también representa un impacto positivo y de impulso para el entorno rural. La gestión de biomasa forestal y agrícola genera empleos en distintas zonas de España amenazadas por la despoblación, en labores como la recolección, la logística y el tratamiento de recursos. Al mismo tiempo, esta gestión de la biomasa es una herramienta de prevención de incendios, limpiando los restos forestales de montes que propagan los fuegos, cada vez más acuciantes en el contexto actual de cambio climático.
Un recurso ecológico clave para la Unión Europea
La Directiva Europea de Energías Renovables define a la biomasa como “la fracción biodegradable de los productos, restos y desechos de origen biológico procedentes de actividades agrarias, incluidas las sustancias de origen vegetal y de origen animal”. A través de métodos termoquímicos o bioquímicos, estos restos orgánicos pueden canalizarse para conseguir energía, una alternativa que posee ventajas medioambientales, ya que es neutra en carbono, puede sustituir a los combustibles fósiles y se puede aprovechar también para generar biofertilizantes libres de elementos químicos. Por sus ventajas medioambientales y su principio de circularidad, la Unión Europea considera en su directiva esencial movilizar nuevos recursos de biomasa y encontrar distintas aplicaciones para este material.