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El maltrato a los animales como señal de alerta de la violencia machista

Cuando el agresor ataca a estos seres apreciados por la mujer puede estar ejerciendo una violencia psicológica contra ella

Dos niños con carteles participan en una concentración feminista. EUROPA PRESS
Dos niños con carteles participan en una concentración feminista. EUROPA PRESS

El maltrato a los animales de compañía puede ser un indicador de violencia machista. Así, cuando el agresor amenaza o ataca a estos seres apreciados por la mujer puede estar ejerciendo una violencia psicológica contra ella. Y en el peor de los casos también podría considerarse un tipo de violencia vicaria, que es “el daño más extremo que puede ejercer el maltratador hacia una mujer: dañar y/o asesinar a los hijos/as”, según la definición del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. En este caso, el maltratador atentaría contra la vida de los animales para hacer sufrir a la que es o ha sido su pareja.

La conexión entre la violencia de género y la violencia sobre los animales domésticos no es nueva. Pero la consideración en España a lo largo de la historia de que el único tipo de daño era el físico ha hecho que otras formas de violencia permanecieran en la sombra. A esta situación tampoco han ayudado las pocas publicaciones sobre el sufrimiento de las mascotas en comparación con los estudios sobre los beneficios que reportan a los hogares.

María José Bernuz, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Zaragoza, es una de las investigadoras que ha desarrollado esta relación. Según dice, “cuando se conoce y comprende el vínculo afectivo, emocional y de dependencia que une personas y animales, se entiende mejor el estrecho vínculo que une ambos tipos de maltrato”.

En el ámbito de la violencia machista, los animales pueden ser “utilizados como chivos expiatorios, mecanismos para maltratar a la pareja o los hijos, para someterlos, amenazarlos, evitar que se vayan y/o asegurar su silencio respecto a su situación de víctimas”. Se trata de un tipo de violencia que “no solo se produce mientras dura la relación, sino que también puede utilizarse para forzar a las mujeres a volver a casa cuando han decidido abandonar el domicilio familiar y romper con la relación de abuso, dejando atrás a sus animales”, desarrolla la jurista en el artículo El maltrato animal como violencia doméstica y de género. Un análisis sobre las víctimas (2015).

En esta dirección se ha pronunciado la justicia en reiteradas ocasiones. Por ejemplo, en 2019 la Audiencia Provincial de Albacete juzgó a un hombre que, tras despertar a golpes a su novia, cogió un cuchillo jamonero y tras exhibirlo y decirle que la iba a matar, “con ánimo de amedrentarla, cogió un gatito propiedad de ella y lo estrelló contra el suelo del baño, provocándole la muerte instantánea, diciéndole: Mira, ves lo que le he hecho al gato, esto mismo te lo puedo hacer a ti”. La sentencia 30/2019, de 21 de enero, que se puede consultar aquí, concluyó que el agresor no estaba “falto de intelecto y voluntad” como alegaba, aunque dichas capacidades estaban "atenuadas" por haber ingerido bebidas alcohólicas mezcladas con medicamentos.

En 2013, la Audiencia Provincial de Barcelona también enjuició a un hombre que, “con evidente ánimo de quebrantar la integridad corporal de su esposa, le dio un empujón” tras una discusión. También le propinó una “fuerte patada” a su perro, con "mala leche, con genio”. Así lo dispone la sentencia 1406/2013, de 12 de noviembre, que confirmó la condena que le habían impuesto por un delito de malos tratos en el ámbito familiar y una falta de maltrato animal. La resolución se puede consultar aquí.

Revisar protocolos

Y es que, como explica la magistrada Glòria Poyatos, el maltrato a los animales apreciados por las mujeres también busca hacerles daño a ellas. Se trata de una forma de violencia “incisiva” que afecta “al espíritu, a lo psicológico”, y que produce un dolor “profundo” que tarda en curar, incluso “más que el daño físico”. La jurista cree que los animales, como “seres sintientes”, deberían contar “con más protección” porque están “devaluados” a nivel jurídico. Y “esa devaluación a la hora de abordar la violencia sobre los animales” también se traslada al tratamiento de la violencia de género.

Por este motivo, Poyatos es partidaria de revisar los protocolos de detección y actuación en el ámbito de la violencia machista para analizar la relación con las agresiones a los animales. “Quien es capaz de maltratar a un animal es capaz de maltratar a un ser humano. Esto puede ser un indicio de que la persona podría maltratar a las mujeres, a los hijos o hijas y a las personas mayores”, apunta.

Las investigaciones relacionadas con el maltrato animal, más centradas en las características de los agresores que en las propias víctimas, señalan que en este tipo de delitos predominan como agresores los hombres. La observación empírica está sustentada en diferentes exámenes realizados con criminales. Así, por ejemplo, en el estudio Maltrato animal: delincuente y características del delito, de 2018, se analizaron 90 casos de violencia sobre animales que involucraron a 97 delincuentes, donde el 89 % fueron hombres y el 11 % mujeres. Los análisis también indican que los agresores suelen estar en la adolescencia tardía y en la edad adulta temprana (34 años en una escala de 7 a 68 años según el citado informe de Wijk, Hardeman y Endenburg).

Los niños

Bárbara Zorrilla, psicóloga experta en violencia de género, explica que es posible que los niños que han presenciado malos tratos hacia las mujeres y los animales puedan reproducirlos. “Una de las maneras de aprender es la imitación. Si han tenido un referente violento, tienen más posibilidades” porque entienden que la violencia es algo aceptable. No obstante, sufrir maltrato en la infancia “es un factor de riesgo, pero no es algo determinante”, advierte.

Si los niños ejercen actos violentos de este tipo “podemos estar ante una señal de alerta” de los malos tratos que podrían estar sufriendo. Y es que, “no están mostrando empatía hacia el sufrimiento ajeno”, llama la atención Zorrilla. Por eso, incide en la importancia de “la educación en valores, empatía y altruismo”.

El estudio Dompet, centrado en la violencia familiar y el maltrato a animales, ha recogido investigaciones realizadas en 71 refugios de animales de España, Colombia, Chile, Argentina, México, Perú, Uruguay y Venezuela. Tras preguntar qué porcentaje de los animales habían sido maltratados, el 79,3 % de estos centros reconoció una relación entre la violencia familiar y el maltrato animal. “Estudios previos revelan que el 71 % de las mujeres que ingresan en centros de acogida informaron que su agresor había herido, mutilado o amenazado con dañar al animal para controlar psicológicamente a las víctimas; el 32 % informaron que sus hijos habían herido o matado animales”, señala.

En lo que va de año, 21 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas y dos menores presuntamente han sido asesinados fruto de la violencia contra sus madres, según el portal estadístico del Ministerio de Igualdad. La última actualización es del 18 de mayo y no incluye a Olivia, una de las dos niñas secuestradas por su padre en Tenerife. Desde 2003, 1.099 mujeres han sido asesinadas en España, a las que se unen 41 menores desde 2013. Si sufres malos tratos, llama al 016. No estás sola.

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