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Ayudar a las empresas

El plan del Gobierno evitará el cierre de muchas compañías, pero debe ser flexible y ajustarse según avance la recuperación

José Carlos Díez
Varias personas, el viernes pasado, en la terraza de un restaurante de A Coruña.
Varias personas, el viernes pasado, en la terraza de un restaurante de A Coruña.M. Dylan (Europa Press)

Hace un año la pandemia provocó un confinamiento forzoso de la economía para evitar el colapso del sistema de salud. Italia y España fueron los países más afectados y en los que más cayó el PIB y el empleo. Muchos socios europeos optaron por cerrar sus fronteras y confinar y pudieron contener la primera ola y el impacto sobre el PIB. Luego, en la segunda ola, países como Alemania o Francia se vieron más afectados, pero todos sabíamos más de la pandemia y optaron por confinamientos selectivos con menor impacto sobre PIB y empleo.

La respuesta de política fiscal en la mayoría de países priorizó compensar la caída de rentas provocada por el confinamiento. Hubo dos modelos: el alemán y el italiano, que combinaron ayudas directas a familias y empresas; y el español, que fue muy generoso con ayudas directas a las familias y con las empresas optó por ayudas de liquidez a través de créditos avalados por el ICO.

La crisis ha sido prolongada y un año después el Gobierno español, con buen criterio, ha optado por un plan de ayudas directas a empresas de 7.000 millones de euros. El PIB ha caído casi un 10% y el descenso en las ventas totales de las empresas habrá sido de unos 200.000 millones.

Teniendo en cuenta nuestro altísimo nivel de deuda y déficit público, la prudencia es una virtud. Pero habrá que ser flexible y es probable que sea necesario aumentar la cantidad del plan si la vacunación y la recuperación sigue siendo lenta.

En la era del dato, Hacienda dispone de las ventas por empresa en sus declaraciones de IVA y no se entiende bien que se haya segmentado el plan por sectores de tablas que no se revisan desde hace décadas. El Gobierno se ha mostrado flexible a revisar esos sectores y acierta.

Otro problema en esta crisis es la eficacia en la implementación de las medidas. Los avales del ICO se centralizaron y se ejecutaron con mucha eficacia. El Ingreso Mínimo Vital se descentralizó y se tuvo que crear una nueva base de datos y ha sido muy lento e ineficaz.

En esta ocasión habría sido mucho más eficaz anticipar el dinero a las empresas vía impuestos y permitirles liquidar en el futuro contra el mismo impuesto. Se puede dar la paradoja de que tengan que pagar los impuestos el 20 de abril, antes de haber recibido la ayuda. Otra medida que sería eficaz sería agilizar los pagos de deudas de las Administraciones públicas con las empresas, especialmente con las pymes.

En definitiva, el plan es positivo y evitará el cierre de muchas empresas y la destrucción de todos sus empleos. Lo mismo que ha sucedido con los ERTE. Pero, igual que ocurrió con estos, será necesario ir ajustando la medida con flexibilidad en función de la intensidad y velocidad de la recuperación y la situación de las empresas.

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