Los mercados vislumbran la recuperación
Las Bolsas mundiales, materias primas como el petróleo y el cobre o activos como el bitcoin marcan máximos anuales ante el exceso de liquidez y la confianza en que este año se supere la crisis sanitaria
Hace solo diez meses estalló la bomba. El precio del petróleo Texas, de referencia en Estados Unidos, perforaba el suelo hasta caer en territorio negativo. El parón pandémico y el exceso de oferta hizo que los inversores llegaran a cobrar 38 dólares por hacerse con un barril del líquido antes conocido como oro negro. La noticia que sacudió los mercados parece ahora solo un lejano recuerdo. El barril de brent ha rozado esta semana los 65 dólares, su máximo en un año. Y el Texas ronda los 60.
No es solo el petróleo. Materias primas como el cobre tocan estos días su techo en casi una década, impulsadas por la creciente demanda en China. Las Bolsas de Estados Unidos y Asia (no tanto las europeas; y menos aún la española) nadan en la abundancia. Y el bitcoin pulveriza un día todas sus marcas, tan solo para volver a superarlas a la semana siguiente. Impulsada por obra y gracia del fundador de Tesla, Elon Musk, la criptodivisa más popular ya se cambia por 55.000 dólares. Su capitalización total ha alcanzado el billón de dólares.
En la tercera edición de su libro Exuberancia Irracional, publicada en 2015, el premio Nobel de Economía Robert J. Shiller decía que parecía lógico pensar que la gente hubiera aprendido la lección del último castañazo financiero como para no volver a volcarse en los mercados en expansión. “Pero las pruebas de que existen burbujas se han venido precipitando desde la crisis”, añadía. Algunas voces alertan ahora de un excesivo calentamiento de los mercados. La pregunta es si asistimos tan solo a una mejoría racional o a la génesis de otra burbuja en alguno de los sectores en expansión.
Los expertos consultados bajan el tono de alarma. La idea más extendida es que los mercados vislumbran ya el fin de la crisis económica provocada por la pandemia que, gracias a las vacunas, podría superarse a lo largo del segundo semestre del año. Acechan peligros a la estabilidad financiera, sí: hay miedo tanto a que una nueva mutación del coronavirus eche por tierra todo lo avanzado como a un excesivo calentamiento de los mercados que acabe generando una alta inflación o nuevas burbujas. Pero esos riesgos, por ahora, son bajos.
El combustible con el que se quema más madera está claro. Los paquetes de estímulo que los Gobiernos de medio mundo han aprobado para luchar contra la crisis —últimamente, el plan de 1,9 billones de dólares (1,6 billones de euros) que en EE UU ultima la Administración Biden—, así como el caudal de fondos inyectado desde hace ya mucho tiempo por los bancos centrales llena de liquidez la economía. “Es verdad que hay una acumulación de estímulos que puede ser incluso excesiva, pero en estos momentos es mejor errar en el lado de la prudencia. Si nada se tuerce por el camino, podremos asistir a una salida de la crisis algo más potente de lo que creíamos hace poco”, asegura José Manuel Amor, director de Análisis Financiero de Afi. “Simplemente, las cosas están volviendo a su cauce, a una normalidad de una economía que, a finales de 2019, antes del terremoto del coronavirus, se estaba desacelerando lentamente”, añade el analista Juan Ignacio Crespo. Una cierta normalidad es, por ejemplo, que el barril de brent cotice en el entorno de los 63 dólares. Es cierto que el repunte del crudo está muy influido por factores circunstanciales como la helada histórica en Texas o el recorte de producción en Arabia Saudí, pero también hay una corriente de fondo de mejora de demanda y de perspectivas económicas.
Las Bolsas también se benefician de estas mejores expectativas, pero aquí la alegría va por barrios. Mientras los índices neoyorquinos del Dow Jones y S&P han recuperado con creces los niveles previos a la crisis —por no hablar del tecnológico Nasdaq, que casi duplica su nivel de marzo del año pasado—, los europeos están aún lejos de haber ganado todo lo perdido por la crisis del coronavirus. El español Ibex cotiza casi un 20% por debajo de donde estaba hace un año.
Elevada valoración
En su reunión de enero, los responsables de la Reserva Federal de EE UU mostraron su preocupación por la elevada valoración de algunos activos, según las actas publicadas esta semana. El Banco Central Europeo también trató en su último encuentro la posibilidad de que el reciente aumento de la rentabilidad en el mercado de deuda esté anticipando presiones al alza en los precios. Pero el organismo que encabeza Christine Lagarde descarta los riesgos inflacionarios y continúa apostando por mantener sus estímulos.
Volviendo al título del libro del Nobel Shiller, ¿hasta qué punto estos vaivenes responden a datos fundamentales de la economía o son una muestra más de unos mercados cada vez más difíciles de entender? “Las bases de esta exuberancia son las políticas de dinero barato de los bancos centrales. Hay una gran parte de irracionalidad en algunos movimientos, sobre todo en las criptomonedas. Todo indica que algunos segmentos del mercado están cayendo en excesos”, respondía el jueves a este periódico el presidente de Renta 4, Juan Carlos Ureta, en un acto organizado para discutir el caso GameStop y la entrada masiva de inversores minoristas en la Bolsa. “Cuando la volatilidad en los mercados financieros procede de fenómenos psicológicos no es buena, porque los mercados empiezan a parecer casinos”, añadió el expresidente de la CNMV, Manuel Conthe. Otro caso de exuberancia en los mercados, en este caso bastante irracional.
Vuelve el miedo a la inflación
Otro rasgo de vuelta a una cierta normalidad es que el rendimiento del bono de EE UU y de Alemania se aleje del mínimo del año pasado. Pero el brusco cambio en la deuda soberana de la primera potencia, el más pronunciado desde 2018, alerta también a los que creen que esta fiesta de estímulos la acabará pagando el consumidor, con precios más altos. Los expertos consultados piden, sin embargo, cautela. Ramón Forcada, economista jefe de Bankinter, admite que en la segunda mitad del año habrá una inflación más alta, pero en niveles totalmente manejables: “Puede meter un poco de susto en el mercado, pero el repunte inflacionario va a ser transitorio. Y eso no va a suponer un rápido aumento de los tipos de interés. Ningún banquero central va a jugársela hasta que el ciclo esté consolidado”.
José Manuel Amor se atreve incluso a poner fecha a las próximas subidas de tipos: “Nadie espera que esto ocurra hasta que se cierre la brecha de producción potencial y bajen las cifras de desempleo. Eso no ocurrirá antes de 2023 o 2024. Y eso en EE UU. En Europa vamos con más retraso”, concluye el analista de Afi.
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