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Columna
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La difícil misión de ser el altavoz del Gobierno y gestionar Hacienda

La frenética actividad política de María Jesús Montero como portavoz complica su labor en el ministerio encargado de las arcas públicas

Miguel Ángel Noceda
Isabel Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero durante la conferencia de prensa posterior al consejo de Ministros.
Isabel Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero durante la conferencia de prensa posterior al consejo de Ministros.@ Julian Rojas

La coalición del PSOE con Unidas Podemos para formar Gobierno obligó a desgajar algunos departamentos (Trabajo y Seguridad Social, Sanidad y Consumo, Educación y Universidades, por ejemplo) para dar entrada a representantes de esta segunda formación. Asimismo, se cambió la responsabilidad de Portavoz, que pasó de la ministra de Educación a la de Hacienda, cuyas titulares (Isabel Celaá y María Jesús Montero) seguían siendo las mismas que en el anterior gabinete. El hecho, no obstante, llamó mucho la atención porque no se entendió muy bien que un departamento de tanta enjundia y peso específico en el Ejecutivo como es Hacienda asumiera una función más acorde de otros ministerios (como lo es Educación), que cuentan con muchas de las competencias transferidas a las comunidades autónoma y tienen menos intensidad de trabajo.

La carga de trabajo del departamento de Hacienda, que tiene bajo su paraguas el seguimiento del cumplimiento del déficit, la supervisión financiera a las comunidades, Ayuntamientos, la política fiscal, la Agencia Tributaria y todas las grandes empresas públicas que cuelgan de la SEPI deja poco margen para otras actividades. Además, Montero forma parte de la mesa de diálogo sobre Cataluña entre el Gobierno y los partidos catalanes. Cuando Montero asumió el encargo de Pedro Sánchez lo hizo con entusiasmo.

Posiblemente, Sánchez eligió a Montero para sustituir a Celaá, una vez que consideró que esta había cumplido su periodo como portavoz, por su perfil más político, su versatilidad y su capacidad de trabajo. Montero, médica bregada en cifras en su etapa en la Junta de Andalucía, demostró sobradamente sus facultades parlamentarias durante el año y medio que duró el primer Gobierno de Sánchez. Incluso sustituyó al presidente en algunos actos cuando ya se había entrado en campaña para las últimas elecciones, lo que daba señales de las preferencias presidenciales. Precisamente ese perfil político que tiene la ministra Montero es el que valoran en La Moncloa para limar asperezas con ERC y PNV, partidos decisivos para aprobar las cuentas públicas de 2020.

Sin embargo, y aunque no hayan pasado los 100 días de rigor que normalmente se conceden para evaluar a un Gobierno, la duplicidad de funciones de Montero ya ha recibido las primeras censuras. La mayor parte sotto voce e internas. En el entorno ministerial se critica que se han descuidado muchas tareas mientras se le da mayor relevancia a la función de portavoz y que la ministra andaluza se ha encontrado con una realidad que va mucho más allá. La portavocía del Gobierno y la vertiginosa actividad política apenas le deja tiempo para atender con la suficiente atención los asuntos del ministerio. Y que esto ocurra, además, en un momento en que está en plena efervescencia la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado para 2020, le da más empaque.

No obstante, el departamento mantiene la velocidad de crucero por la capacidad técnica de sus funcionarios y altos cargos. Asimismo, se precisa que no hay que alarmarse por el hecho de la ministra sea ahora más mediática que antes, que las funciones ministeriales siguen su camino sin precipitaciones.

Es posible que el equipo ministerial, es decir, las Secretarías de Estado de Presupuestos y de Hacienda, se encuentre todavía a la espera de las negociaciones políticas del Gobierno con los grupos parlamentarios para apoyar los Presupuestos. En todo caso, Inés Bardón (Hacienda) y María José Gualda (Presupuestos y Gastos) tienen un bajo perfil público que contrasta con el de otras etapas, en las que los secretarios de Estado como David Vegara, José Manuel Campa, Alberto Nadal o Miguel Ferre tenían mucho más predicamento.

También se interpreta que haber ampliado las funciones supone una degradación de un departamento que siempre ha estado en la primera línea de ministerios importantes, aparte de ser uno de los más antiguos. Es verdad que no ir emparejado con Economía (algo que ya ha ocurrido en varias ocasiones durante la democracia) le resta entidad, pero no quita para que se considere devaluado, tal como aseguran fuentes críticas con la decisión. En ese entorno se subraya que es difícil imaginar a Carlos Solchaga, Pedro Solbes, Elena Salgado (ministros de Economía y Hacienda y en los dos últimos casos vicepresidentes) o al mismo Cristóbal Montoro (ministro de Hacienda únicamente en dos ocasiones) dedicándose a relatar las decisiones de las reuniones del Consejo de Ministros.

Los Corros

Escrivá se sale por la tangente.  José Luis Escrivá, ministro de la Seguridad Social, acudió al Congreso para hablar de pensiones el mismo día en que había estallado la polémica por la guía de actuación para las empresas por el coronavirus lanzada por Yolanda Díaz, ministra de Trabajo. Y la oposición le apretó por ahí. “Todos tenemos que ayudar al Ministerio de Sanidad. Apoyando al ministro de Sanidad, entre todos, conseguiremos que España siga siendo una referencia internacional en la gestión de la crisis”, contestó el ministro tomando la tangente con habilidad. Otra cosa es lo que pensara, y de eso ni un gesto.

Gallego, obligado a cambiar las prioridades.  El coronavirus ha hecho acto de presencia justo cuando Luis Gallego está a punto de tomar las riendas de International Airlines Group (IAG), del que forman parte Iberia y British Airlines. Así que el ejecutivo getafense se encuentra en la obligación de hacer un esfuerzo suplementario y priorizar las medidas para enfrentarse al impacto que ha supuesto sobre las otras previstas en la gestión del grupo, que en las últimas tres semanas ha perdido un 36% en Bolsa y que solo ha tenido tres días de alivio.

Ibercaja, a la espera de que se despejen dudas para la Bolsa.  José Luis Aguirre, presidente de Ibercaja, avanza en los planes de salida a Bolsa de la entidad financiera (antigua caja de ahorros), que tiene que ejecutar antes de que acabe el año porque así lo dictaba la Ley de Cajas. El objetivo, en estos momentos, está centrados en la primavera, pero la situación del mercado por los devaneos que ha orginado el coronavirus y sobre todo en los valores financieros no lo hace suficientemente recomendable. Así que lo mejor es poner una rogativa y esperar que las tornas cambien.

 

 

 

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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