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Algunas lecciones que Japón puede dar a Europa

La economía del Viejo Continente discurre por senderos ya muy transitados en el país del sol naciente: bajo crecimiento, deflación, tipos de interés bajo mínimos, población envejecida y estancamiento de la productividad. ¿Cómo afectará a sus bancos?

En once de los últimos veinte años, la inflación media en Japón ha sido negativa.
En once de los últimos veinte años, la inflación media en Japón ha sido negativa.iStock

Muchos analistas coinciden en que la japonización económica en Europa no es ya tanto una posibilidad sino una realidad ineludible. Según cifras oficiales, Japón cuenta con una edad media ligeramente inferior a los 47 años. Algo más del 27% de sus casi 127 millones de habitantes supera los 65. En once de los últimos veinte años, la inflación media ha sido negativa y el año pasado su PIB creció un 0,8%. En las últimas dos décadas, su crecimiento económico solo ha superado el 2% en tres ocasiones y el país está muy lejos de ser aquella locomotora económica que sorprendió al mundo con cifras de dos dígitos en los años 60. Un sudoku al que todos los días se enfrenta Yasutoshi Nishimura, ministro japonés de Economía y Finanzas.

Sin embargo, bajo este aparente círculo vicioso en el que ha ido enredándose, la economía nipona fue capaz de concluir el pasado ejercicio con un 2,4% en su tasa de desempleo, su nivel más bajo de paro en el último cuarto de siglo. El tipo de interés de referencia a corto plazo en Japón es negativo: en concreto, se aplica un -0,1% a los depósitos de los bancos. Para reactivar la economía, el mensaje oficial no es otro que el de “gaste usted, consuma e invierta”.

Estabilidad y menos morosidad

En este escenario de tipos de interés exiguos, la concesión de créditos no es una actividad rentable para la banca nipona, que ha afinado al límite su olfato de negocio para coexistir con este cuadro económico. La transformación de las tradicionales sucursales en algo más que oficinas es ya un hecho en muchas entidades. Se han convertido en establecimientos en los que no solo se puede abrir una cuenta bancaria, sino tomar un café, beber un vino de autor o usar como espacio de coworking, entre otras posibilidades. Una reinvención de la red en toda regla. En España, Banco Santander ha entendido que ese es el camino del futuro y lidera esta misma tendencia en sus oficinas con el novedoso concepto de los Work Café.

Una derivada positiva de los tipos de interés cercanos al cero es la disminución de la morosidad bancaria, tal y como ha ocurrido en Japón y, en consecuencia, una menor necesidad de provisiones a tal efecto. Otra consecuencia favorable para la banca del país asiático se ha dejado sentir sobre su estructura de gastos, mucho más ligera que la de las entidades europeas.

En términos de rentabilidad, la banca japonesa “ha venido generando un ROE [Return on Equity o rentabilidad financiera] reducido, pero razonablemente estable, así como una ratio de capital sobre activos por debajo de la europea, lo que apuntaría a que con un negocio con tan poca volatilidad y riesgo de crédito tal vez no haya sido necesario exigirle más capital por parte del supervisor”, indican los especialistas Ángel Berges, Federica Troiano y Fernando Rojas en un artículo publicado en Cuadernos de Información Económica.

A modo de anticipo sobre lo que podría suceder en el venidero sistema financiero europeo, la rentabilidad de la banca japonesa sobre sus fondos propios oscila entre el 5 y el 7%, según han observado los autores del estudio: “En todo caso, en ningún momento acercándose a ese 10% que, a menudo, se esgrime como el coste de capital exigido por el mercado para invertir en acciones bancarias”.

Un espejo en el que mirarse

Otro elemento que llama la atención sobre los efectos de la japonización en el segmento bancario es la comparación entre la ratio de capital y los activos totales. “Mientras que en la banca europea se ha incrementado esa ratio en más de un 50%, en gran medida en respuesta a una muy exigente regulación tras la crisis, en el caso de la banca japonesa la ratio de capital se ha mantenido estable y muy por debajo de la europea”, indican los tres expertos. A la hora de establecer conclusiones, desde el punto de vista optimista, consideran que “con un negocio con tan poca volatilidad y riesgo de crédito como viene exhibiendo el japonés durante más de una década, tal vez no sea necesario exigirle más capital por parte del supervisor”.

La experiencia de la banca japonesa a lo largo de estos años es un importante precedente. No en vano, el endurecimiento cuantitativo de los requisitos sobre el colchón de capital exigible a los bancos es uno de los asuntos de mayor controversia en el seno de la Unión Europea en estos momentos, y el ejemplo japonés bien pudiera ser una referencia. Para la patronal bancaria española (AEB), la elevación continua del listón de capital equivale a sugerir al inversor dificultades en la salud de las entidades, en lugar de ofrecer seguridad y confianza. Este continuo incremento del colchón de capital, según los principales bancos, lastra la financiación de la economía productiva por parte de los bancos por el simple temor a una repetición de lo que sucedió en la crisis de 2008.

Un riesgo latente para la banca europea en este escenario continuo de rentabilidades pseudonegativas es la posible búsqueda de negocios a través de inversiones de mayor riesgo. El FMI lo advirtió a finales de octubre, en su informe sobre estabilidad financiera: “La deuda con rentabilidades negativas puede impulsar a los inversores a buscar inversiones más arriesgadas e ilíquidas. Este aumento de la asunción de riesgos puede derivar en un aumento de las vulnerabilidades entre fondos de inversión, de pensiones y aseguradoras, con implicaciones nefastas para la estabilidad financiera”, asegura el documento.

La diversificación geográfica, clave para Banco Santander

Hace tiempo que Banco Santander dejó de ser estrictamente español, tal y como han dicho alguno de sus directivos. Se trata de una entidad europea, estadounidense y latinoamericana. Y precisamente esa vocación universal se ha convertido en la piedra angular para mantener e incrementar sus resultados y rentabilidad. Su presencia en múltiples mercados ha permitido al banco fortalecer su balance y, hasta cierto punto, inmunizarse ante crisis económicas focalizadas en determinados entornos geográficos. Buena prueba de ello es que en España, por ejemplo, el Santander genera solo el 15% del beneficio ordinario del grupo, según las cifras del tercer trimestre de 2019. El peso de las actividades en Brasil, por ejemplo, es muy superior. En el país latinoamericano genera el 29% del beneficio ordinario y tiene 42 millones de clientes, frente a los 17,3 millones con los que cuenta en España. La filial mexicana, por ejemplo, aporta un 8% al beneficio ordinario, con 16,6 millones de clientes y casi 20.000 empleados, Chile contribuye con un 6% y EEUU, con un 8%. En Europa, Reino Unido significa el 10% del beneficio ordinario, mientras que Portugal suma el 5% y, Polonia, el 3%.

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