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Invertir en la sociedad, un deber rentable

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU son una buena guía para la inversión socialmente responsable

Carlos Gómez Abajo
iStock

La inversión socialmente responsable (ISR) está íntimamente relacionada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas. Se trata de 17 ámbitos de la sociedad en los que las Naciones Unidas animan a adoptar medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar la paz y prosperidad de la gente.

La iniciativa tiene metas específicas que deben alcanzarse antes de 2030, y fue adoptada por más de 150 líderes mundiales el 23 de septiembre de 2015 como parte de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. Sustituyeron a los Objetivos del Milenio, introducidos en 2000 para reducir la desigualdad y la pobreza, y son más ambiciosos y concretos, pues abarcan también aspectos como la salud, la educación, la igualdad de sexos o el clima.

En su consecución están implicados los Estados, obviamente, pero también las empresas, muchas de las cuales tienen un tamaño e influencia mayor que muchos países. También hay instituciones sin ánimo de lucro que ayudan a promover la ISR, como Fundación MAPFRE, que promueve acciones de concienciación a través de su página web, y participa en foros relacionados con este tema.

Y por supuesto, tienen un papel clave los fondos de inversión y los inversores en general, que con sus apuestas pueden dirigir hacia dónde va el crecimiento económico. La ISR por parte de los fondos y los ODS tienen puntos importantes en común. Uno muy importante es el deber fiduciario de los gestores de fondos, es decir, su obligación de actuar en interés del otro, que pueden ser los inversores o la sociedad en general, y que es motivo para que las empresas actúen en pos de los Objetivos.

Javier Garayoa, director general de Spainsif, asociación sin ánimo de lucro que promueve la inversión sostenible y responsable, destaca que para los fondos asociar la inversión a objetivos demostradamente menos arriesgados a largo plazo, como son los ODS –pues hay un compromiso de los Estados para conseguirlos– genera rentabilidad. Así, sirven de guía para la selección de activos, indicando cuáles hay que evitar y cuáles comprar.

Fondos soberanos

Los Estados pueden ser parte directa de la ISR mediante los fondos soberanos, es decir, los gestionados por ellos mismos. UN Environment, agencia de la ONU, está intentando promover la inversión en ODS relativos al medio ambiente por parte de los fondos soberanos, pero señala varios obstáculos: la aparente divergencia entre rentabilidad y este tipo de inversiones; la falta de presión social, sobre todo en mercados emergentes; o los costes de calcular la huella de carbono de las carteras.

Javier Capapé, director del Sovereign Wealth Lab de IE Business School y autor de un informe para UN Enviroment sobre el asunto, plantea un dilema importante para la inversión sostenible: si es mejor invertir en empresas que contaminan mucho o que atentan contra la sostenibilidad del planeta, a fin de influir para que cambien su forma de funcionar, o si salirse de ellas y apostar por empresas más sostenibles. En cierto modo, el debate de siempre entre la teoría y la práctica.

Bonos de Desarrollo Sostenible

Hay una forma directa de invertir en los ODS, y es mediante los Bonos de Desarrollo Sostenible, emitidos por organismos supranacionales como el Banco Mundial o el Banco Africano de Desarrollo, en los cuales participan los países desarrollados, y que ofrecen financiación (préstamos o subvenciones) para proyectos de desarrollo. Estos bonos suelen tener calificación de inversión (es decir, que la probabilidad de que las entidades emisoras acaben devolviendo lo invertido y un retorno es muy alta).

También las entidades privadas emiten bonos vinculados a los ODS: En España, lo hacen multitud de grandes empresas, como BBVA o Santander, y también empresas como Iberdrola, que los vincula a sus proyectos de energías renovables. En estos casos, la calidad de los bonos depende en gran medida del prestigio y fiabilidad de la empresa emisora.

Además, se puede invertir directamente en aquellas empresas que muestren un compromiso más claro con los ODS. Sin embargo, eso no es fácil: según el último Observatorio de los ODS de Esade y La Caixa, solo 24 de las 169 empresas de la muestra analizada, es decir el 14% de las empresas cotizadas españolas, divulgan suficiente información que permita afirmar que disponen de modelos de gobernanza de la sostenibilidad.

Ángel Pes, director del Observatorio, añade que para el futuro de las empresas será clave invertir en la digitalización, pues puede favorecer el desarrollo de los ODS gracias al ahorro de energía y otros recursos; del mismo modo, la introducción de la economía del compartir ayudará a introducir la economía circular, fundamental para los Objetivos.

Esta noticia, patrocinada por Fundación Mapfre, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

Sobre la firma

Carlos Gómez Abajo
Licenciado en Físicas, máster en Periodismo UAM-El País y posgrado en Información Económica. Es redactor de Opinión de Cinco Días, y también ha escrito en Mercados y en la sección de ocio/lujo. Ha trabajado en el portal de noticias científicas Tendencias 21 y ha hecho traducciones, la mayoría de tipo económico.

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