“Soy partidario de dejar quebrar los bancos”
Juan María Nin Génova (Barcelona, 1953) aporta en el libro Por un crecimiento racional (Deusto) su visión privilegiada de la crisis financiera. En su libro, narra los días anteriores al rescate del sistema financiero español para explicar cómo se llegó al borde del precipicio.
Pregunta. ¿Fue un error ir al rescate de la banca?
Respuesta. No soy partidario de los rescates bancarios, salvo que signifiquen salvar todo el sistema. Y si se hace, de forma selectiva. Eso significa que hay que dejar a los bancos quebrar. Pero para ello hay que cubrir la falla más importante, que es el pacto tácito entre el poder político y el sector financiero por el que el primero le da apoyo a cambio de que el segundo le preste el dinero de sus depositantes. Tras la crisis le hemos puesto remedio en términos exigencia de capital y liquidez a la banca. Y hemos aprendido que antes que el rescate hay el bail-in, es decir, que todos los acreedores pierdan antes. Pero para ello nos falta avanzar en formación. Los ciudadanos deben entender el riesgo del negocio bancario.
P. Aun así, fue a convencer a Angela Merkel para que accediera al rescate del sistema financiero español.
“Tras la crisis hemos puesto remedios en términos de exigencia de capital y liquidez”
R. Entonces estaba en cuestión el euro. El sistema financiero español colapsó, parcialmente, puesto que los grandes bancos no fallaron. Sí lo hizo una parte del sistema de cajas, lo que provocó una crisis de confianza. La factura era de 50.000 millones de euros, pero los mercados la elevaban hasta 260.000 millones.
P. Tuvo que insistir en que no había fraude. ¿Pensaba Merkel que se habían maquillado los números?
R. Eso fue muy importante. Fui a Berlín atendiendo a su llamada y tras hablar con el presidente Mariano Rajoy e invertí la mayor parte del tiempo en explicar que sabíamos qué errores habíamos cometido y que no había fraude, que el dinero estaba invertido en fábricas, autopistas o viviendas.
P. ¿Y cómo se concilian las resistencias que había en España para pedir el rescate con las que debía tener Merkel para explicarlo a sus contribuyentes?
R. En España había una opinión sólida de que si se pedía el rescate y se aceptaban más de 50.000 millones no renovaríamos los vencimientos que venían. Yo hablé con Rajoy y le dije que había el riesgo de que cayera España con el peor estigma, el de haber hecho caer también a la UE. Rajoy lo vio claro de inmediato. Al final se acordó la cifra de 100.000 millones. Merkel me dijo que entendía que era muy duro para el orgullo español pedir esa cantidad cuando en realidad se necesitaban 50.000, a lo que yo le dije: ‘no se equivoque, Rajoy es celta’.
P. Otra parte de la terapia fue la política expansiva del Banco Central Europeo. En el libro no parece ser un entusiasta de esa medida…
R. No es eso. Ante el abismo, en 2008 se adoptaron medidas fiscales y monetarias extremas. Con eso se compró tiempo. Y a partir de ahí hay dos escenarios de gestión: EE UU, que lo hace extraordinariamente bien, y Europa, que va con retraso. La política monetaria extrema nos ha salvado, pero esa liquidez provoca un crecimiento artificial en parte del valor del inmobiliario, la deuda y las bolsas. Y eso dispara una importante desigualdad entre las rentas más bajas y las más altas, que se agrava al condenar a las futuras generaciones al mileurismo porque la productividad del sistema se ajusta para pagar la deuda tan grande que hay contraída.
“La política monetaria extrema nos ha salvado pero ha provocado un crecimiento artificial”
P. La crisis destapó malas prácticas en muchas entidades, por ejemplo, en la venta de preferentes. ¿Entiende la desconfianza de los ciudadanos?
R. Hubo malas prácticas, pero también buenas. Lo de las preferentes estuvo extraordinariamente mal hecho. Y lo peor, se dieron hipotecas que no habría que haber concedido. Esa desconfianza es muy legítima, pero hay que contar que se han tomado medidas y que las nuevas reglas de juego son muy exigentes.
P. ¿Cómo debe ver el contribuyente que el Estado no haya recuperado ni el 2% de las ayudas que dio a CatalunyaCaixa?
R. Extraordinariamente mal, pero que no se aplique el patrón de CatalunyaCaixa a Ibercaja o Unicaja, que lo han hecho bien. Los daños provocados por la burbuja inmobiliaria en el sistema han sido inmensos. En concreto, 50.000 millones. Sabremos cuánto se recuperará cuando se privaticen Bankia y BMN.
P. ¿Se plantea volver a la primera línea del sector bancario español?
R. Ni en España ni fuera. Tenía una vida profesional intensísima y me pareció que mi etapa ejecutiva había terminado. Tuve la oportunidad de decir que terminaba una etapa y decidí no ocupar ningún otro cargo ejecutivo. Pero me interesa la vertiente internacional y estoy en el consejo de Société Genérale.
“Me entristece pensar en la gran decepción que se llevarán los catalanes, pase lo que pase”
P. ¿Su marcha de CaixaBank fue una decisión personal?
R. Absolutamente, sin ninguna duda. Me fui porque cubrí un ciclo, lo hice con éxito y no me cuadraban los condicionantes, en sentido positivo, de la siguiente etapa.
P. ¿Se refiere a que se trataba de ser presidente o irse?
R. No, a que se acabó una etapa. No he mirado nunca el siguiente paso. Fue una decisión que tomé yo y en silencio.
P. ¿Le preocupa el proceso secesionista de Cataluña?
R. Me produce una ruptura interior porque se ha situado en el mundo de los sentimientos. Es exigible un acuerdo institucional, pero además veo con tristeza y preocupación la gran decepción que tendrá una parte de la población pase lo que pase.
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