“Hay mucho apoyo de cartón piedra al emprendimiento”
La vicepresidenta de la Asociación de Startups cree que "en los planes locos están las ideas innovadoras"
Hay tres palabras que no se le caen de la boca a Carmen Bermejo (Madrid, 1980): “Es muy triste”. Se refiere a los múltiples problemas del sector tecnológico español, problemas que esta informática conoce de primera mano gracias a su experiencia en la preaceleradora de empresas Tetuán Valley, en la que ingresó como alumna y llegó a presidir durante tres años. Pero, junto a otras personalidades del sector, se niega a dar el país por perdido y a través de la Asociación Española de Startups —que se presentó en sociedad el pasado 26 de noviembre— quiere, sobre todo, dar a entender a la opinión pública que hay un grano muy fértil entre tanta paja retórica del emprendimiento.
Pregunta. Ni siquiera está claro qué es o qué deja de ser una start-up.
Respuesta. Es un tema que se discute constantemente. Cuando hemos abierto las inscripciones para socios, viene gente a discutirnos qué es o qué no es una start-up. Steve Blank dijo que son organizaciones que tienen el objetivo de encontrar un modelo de negocio escalable y repetible. Yo añadiría que deben ser innovadoras y tener base tecnológica. Porque es la tecnología lo que está cambiando el mundo: reduciendo el tiempo necesario para crear un negocio, abaratando lo que cuesta fundarlo, el comunicarse de una punta al otra del globo, el pasar de vender 80 copias a 80.000, probar cosas y fracasar. Todo eso está facilitando mucho la creación de negocios. Porque hace 50 años, si yo tenía una idea muy rara, todo el mundo se iba a reír; iba a necesitar que mucha gente me diera mucho dinero. Ahora ya no es necesario, y eso es bueno porque es entre esos planes más locos y más absurdos donde están las ideas realmente innovadoras.
P. ¿Y qué no es una start-up?
R. No te puedes imaginar la cantidad de gente que dice que una start-up es una empresa que empieza, y ya. Porque se ha puesto de moda y todo el mundo quiere ser una start-up.
P. ¿Cuáles son las principales diferencias de percepción?
R. Hay quienes piensan que las start-ups son las que hacen apps. Hay otros que dicen que todas las empresas de Internet son start-ups, y no: si creas una tienda de comercio electrónico sin absolutamente nada de innovación, quizás hace siete años fuera una start-up, pero ahora ya no.
P. ¿Por qué esa confusión?
R. Pienso que se ha creado un culto al emprendimiento. Y a mí me parece muy positivo, pero el problema es que en España, hasta hace poco, en el mundo tecnológico e innovador había poca gente que podía hablar de eso de primera mano. Afortunadamente, ahora estamos muchísimo mejor, mucha gente que ha trabajado en start-ups fuera, que se han dado muchos golpes y ya están bastante curtiditos. Y también tenemos talento extranjero. Pero el gran público todavía no lo sabe, y por eso es importante que exista una asociación que pueda explicar qué es esto, para qué sirve. Tenemos técnicos e ingenieros informáticos buenísimos y hay mucha gente que se ha ido a trabajar a Facebook, a Twitter, a Yahoo… Amazon fundó un centro de datos en España y contrató a 30 ingenieros, así, de golpe. En España nos quejamos de falta de un tejido productivo eficiente y que pueda crecer. Si realmente aprovechásemos ese potencial que tenemos, podríamos conseguir una ventaja competitiva enorme, porque a los ingenieros les gusta vivir en España. Si puedes elegir entre vivir en Londres, que llueve siempre y el alquiler es carísimo, o vivir en Madrid, en Barcelona o en Valencia, ¿dónde te quedas?
P. Ese culto al emprendimiento ha generado lo que podría llamarse un resentimiento igual o aún más fuerte.
R. Yo creo que el problema es una combinación de dos cosas: por un lado, se ha utilizado la idea del emprendedor como un emblema de forma muy vacía. Hay mucho apoyo de cartón piedra al emprendimiento y poco apoyo real. Hay mucho resentimiento por parte de los emprendedores hacia esa gente que dice que apoya al emprendimiento cuando en realidad es una pérdida de tiempo. Muchas veces se montan eventos para emprendedores en los que se gasta más dinero en marketing que en apoyar realmente a los emprendedores y traen a gente que nunca ha hecho un producto escalable en su vida. En España se llama innovador a cosas que no lo son; hay gente muy viva que quiere hacer negocio, no montando start-ups, sino aprovechándose del boom de los emprendedores. Eso es lo que está provocando ese rechazo. Es un problema que hace mucho daño y esa gente no se da cuenta del perjuicio que provoca. Por suerte, cada vez tenemos más gente que saca start-ups de verdad y monta cosas muy bien montadas, pero hace falta muchísimo más trabajo. Requiere un esfuerzo por parte de todos. Aún hay un montón de gente montando start-ups que no está bien asesorada. Y están haciendo algo por hacer algo, sin saber lo que hacen, sin tener gente que les ayude y sin los contactos adecuados que les permita crecer a nivel global.
P. Al final, ¿quién acaba ganando dinero con esto?
R. Consultores que les cobran por cursos que realmente no les apoyan y no marcan la diferencia, y eso no ayuda para nada. Hay empresas grandes que se suben a la moda y montan una aceleradora sin saber lo que es una start-up. Empresas de mucho prestigio me han dicho: “Quiero montar una aceleradora. Vamos a montar aquí unas mesas y la gente de nuestra empresa ya les asesorará”. Y cuando les preguntas si tienen experiencia en start-ups te contestan que no, pero que da igual. ¿Sabe el daño que hace que una marca reconocida, que se supone que sabe lo que hace, que la gente se fía de ella, haga estas cosas? Un emprendedor con experiencia sabe lo que le están ofreciendo y dice que no. Pero cuando una de esas es la primera aceleradora a la que va un joven, piensa que todo es así, y la impresión que se lleva del ecosistema… ¿Y cómo vas a decirle “no te vayas con estos, que es una tomadura de pelo”? Te quedas solo. Hay que trabajar por elevar la calidad, hay que establecer unos estándares mínimos, que se hable de qué es realmente una aceleradora y qué se puede esperar, qué es bueno para los emprendedores y qué un circo y un paripé.
P. ¿Cómo hacerlo?
R. Ahora mismo hablar del tema en España es un campo de minas. Porque hay muy buena gente con muy buena intención que no está haciendo las cosas bien. Me dicen: “Es que es lo que está haciendo todo el mundo”; sí, pero eso no significa que todo el mundo lo está haciendo bien. ¿Cómo se lo explicas? Hay que conseguir que las start-ups de calidad, las que hacen las cosas bien, se mojen un poco, hablen y marquen la diferencia. Queremos canalizar todo eso, que las start-ups tengan una voz, que hablen y mejorar el ecosistema, porque no hay consciencia del daño que nos están haciendo, que están haciendo a España. Esta batalla la tenemos ganada: es cuestión de tiempo porque España no se puede mantener en el siglo XX eternamente. El problema es cuánta gente va a tener que irse fuera a montar su start-up en vez de hacerlo aquí. Lo que me duele es ver a tantos chavales intentando montar empresas, dándose cabezazos contra una pared, dejándose tiempo, esfuerzo y ahorros. Es un poco desesperante, pero las cosas mejorarán.
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