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Energía latina renovable

La argentina Impsa, una de las grandes en infraestructuras eléctricas, está detrás de los grandes proyectos regionales

Instalaciones de Impsa.
Instalaciones de Impsa.

Con el desarrollo sostenible como bandera, Industrias Metalúrgicas Pescarmona (Impsa) se ha convertido en una de las referencias mundiales en materia hidroeléctrica, con presencia en 30 países. “Yo soy mejor ingeniero que empresario, para decírtelo claramente”. Quien habla es Enrique Pescarmona, y a pesar de la confesión, se trata del dirigente de uno de los conglomerados más importantes de América Latina en materia de energías renovables.

La empresa, originaria de la provincia argentina de Mendoza, opera directamente en 10 países del mundo y provee más de 45.000 megavatios en una treintena de territorios. A pesar de su dimensión, la empresa no pasa por su mejor momento financiero y llegó a declararse en concurso de acreedores hace un año. Sin embargo, el consorcio subsiste y, fiel a su trabajo en el campo de las energías renovables, busca recuperar los beneficios que le permitieron desarrollarse como grupo.

Impsa dice orgullosa que sus soluciones para producir energías limpias impidieron que más de 1.000 millones de toneladas de dióxido de carbono llegaran a la atmósfera. La compañía, en su web, publica un marcador que da cuenta de ese logro. El libro Nuestro futuro común (nombre original del Informe Brundtland), es el santo grial de la familia Pescarmona, la fundadora de la firma en 1907.

El grupo sufre los impagos de Brasil y Venezuela y la falta de obras en Argentina

El concepto de sustentabilidad es el que ha orientado a la empresa a crear sus divisiones de generación de energía hídrica, eólica y a partir de recursos renovables. En cuanto a esta última, la empresa desarrolló una planta de conversión de residuos a energía en Malasia junto con la estatal local Worldwide Holdings. “El acuerdo de cooperación ayudará no sólo a la construcción de nuestra capacidad, sino también lograr obtener resultados mutuamente beneficiosos y la creación de servicios de gestión de medio ambiente, de una calidad superior a la actual”, dijo el presidente de Worldwide Holdings, Noordin bin Sulaiman. Con esta iniciativa se generan 35 megavatios de electricidad para 100.000 viviendas por hora.

GRANDES REPRESAS

Impsa está considerada en la región latinoamericana como la empresa con mayor experiencia en la generación de energía hidroeléctrica. Prueba de ello es que la empresa participa en la construcción en Belo Monte (Brasil) de lo que será la tercera presa del mundo detrás de Tres Gargantas (China) e Itaipú (Brasil y Paraguay), y que representará el 11% de la potencia instalada del país. También está presente en el proyecto hidroeléctrico Ituango, que es de momento el mayor en la historia de Colombia, cuya construcción se inició en 2010 y entrará en funcionamiento en 2018.

Sin embargo, Impsa no ha sido profeta en su tierra. El grupo se resiente de haber sido sistemáticamente excluido de las más grandes obras que se hicieron en Argentina desde 2003, cuando comenzó la etapa del matrimonio Kirchner en el poder. La relación con el kirchnerismo, uno de los mayores impulsores de obra pública en medio siglo, nunca fue buena. Muchos analistas datan el comienzo de las malas relaciones en 2006. Ese año, la familia Pescarmona presidió un coloquio de empresarios donde se debatió de forma muy crítica el tema más delicado para el Gobierno, el incremento de la inflación. Otros entienden que Impsa, que se había beneficiado de muchos contratos con el Estado desde las épocas de las dictaduras militares, fue incapaz de competir con los rivales que fueron apareciendo.

IMPSA participa en las grandes presas de Belo Monte, Ituango y Tocoma

Lo cierto es que en la clasificación de las empresas contratistas del Estado que hace unas semanas difundió el ministro de Planificación, Julio de Vido —probablemente el hombre más fuerte del kirchnerismo—, Impsa no figura ni entre las primeras 35. El lugar de privilegio de esa lista es para otra firma del mismo sector, la cordobesa Electroingeniería, en manos de Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra. Este último fue militante político en los años setenta en la corriente maoísta Vanguardia Comunista y miembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Durante la última dictadura militar estuvo detenido ilegalmente y en prisión trabó amistad con Carlos Zannini, otro hombre fuerte del kirchnerismo y actual candidato a la vicepresidencia en el binomio con Daniel Scioli, respaldado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La falta de contratos y la recesión económica de Brasil han lastrado a la empresa con problemas financieros. El pasado 18 de septiembre se cumplió un año de la declaración previa a la suspensión de pagos al no poder cumplir con el vencimiento de títulos de deuda por más de 25 millones de dólares. La firma atribuyó la falta de liquidez a la demora en los pagos de trabajos realizados en Brasil y Venezuela por valor total de 5.500 millones de dólares.

En Venezuela, Impsa está a cargo de la construcción de dos obras hidroeléctricas. Para tener una idea de la dimensión del tamaño de las obras, basta decir que una de ellas, la de Tocoma, tendrá la misma capacidad de producir energía que la de Yacyretá, la más grande de Argentina.

Ante la situación del grupo y mientras sus propietarios buscan salir a flote a través de una reestructuración de deuda y la búsqueda de fondos en Brasil y Venezuela, el Gobierno argentino prometió una ayuda para mantener los 1.048 puestos de trabajo de la principal planta que el grupo tiene en Mendoza. Se publicó en algunos medios que la ministra de Industria, Débora Giorgi, se había reunido con Pescarmona para ofrecerle un aporte de fondos públicos con el fin de capitalizar la empresa. Como contrapartida, Impsa debía permitir la entrada del Gobierno en su accionariado y conformar un nuevo consejo de dirección con representantes del Ejecutivo. Tal acuerdo nunca se produjo y las puertas a la financiación por parte del Gobierno continuaron cerradas.

EN BUSCA DE PROYECTOS

Este año, el consorcio se vio forzado a desprenderse de bienes inmuebles para financiarse y a poner en venta un 25% de sus acciones con el fin de dejar atrás el fantasma de la suspensión de pagos. No obstante, en el último mes la empresa consiguió algo de alivio con la adjudicación de los contratos de extensión de vida útil de la central nucleoeléctrica Embalse y del Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM), destinado a la exportación de pequeños generadores nucleares de hasta 100 megavatios, por los que Impsa se embolsará unos 150 millones de dólares.

A pesar de estos proyectos, los expertos creen que si el grupo no consigue alguno de mayor magnitud a medio plazo la situación se complicará. Lo que salvará a Impsa no son las ayudas del Gobierno sino el trabajo”, sentenció Julio Totero, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Mendoza, provincia en la que más de medio centenar de pequeñas y medianas empresas están atadas a la suerte de Impsa. Enrique Pescarmona tiene puestas las esperanzas en el Gobierno que surja tras las elecciones del próximo octubre. Mientras tanto, deberá seguir negociando con los acreedores para salvar su empresa.

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