La Chureca de Managua, de la inmundicia al más moderno vertedero de América Latina
El vertedero de La Chureca, situado a orillas del lago Xolotlán, o de Managua, y el mayor habitado de Latinoamérica, pasó de ser un basurero donde las personas convivían con perros, cerdos y vacas y trabajaban hurgando en los desperdicios, a contar ahora con una moderna planta de reciclaje.
La Chureca, que ocupa 40 hectáreas en la periferia noroccidental de Managua, durante cuatro décadas recibió sin control miles de toneladas de desperdicios.
Allí sus 1.500 habitantes, 300 de ellos menores, vivían escarbando día y noche entre las montañas de basura, rebuscando restos reciclables entre los desperdicios en descomposición para sobrevivir, de los que obtenían ingresos de entre 85 centavos de dólar y 1,85 dólares al día.
En ese lugar los niños harapientos, muchos desnutridos y raquíticos, se disputaban con aves carroñeras, perros, cerdos y vacas las migajas de los alimentos que se arrojaban diariamente al vertedero, un emblema de la pobreza en Nicaragua.
Hace seis años, el Gobierno español y la Alcaldía de Managua suscribieron un protocolo para transformar La Chureca, tras una visita al terreno de la entonces vicepresidenta española, María Teresa Fernández de la Vega.
Allí la vicepresidenta ratificó el compromiso del Ejecutivo español para mejorar las condiciones de vida de los vecinos del barrio de Acahualinca, donde está enclavado el vertedero, y proporcionar a los niños la educación que les permita salir de esa situación.
Hace un año, España entregó en su totalidad a la Alcaldía de Managua el sellado del vertedero, que forma parte de un proyecto integral valorado en unos 48 millones de dólares y considerado el programa insignia de la cooperación española en Nicaragua.
El proyecto de desarrollo integral del barrio de Acahualinca-La Chureca de Managua incluye una moderna planta de tratamiento que procesa residuos sólidos como vidrio, plástico, papel, cartón y metales, entre otros.
Además, se llevó a cabo la construcción de 258 viviendas a un coste de 6 millones de dólares, que beneficia a 1.500 habitantes.
También se construyeron un centro de desarrollo infantil, un comedor, una escuela, un puesto de salud, una estación policial, un centro comunitario y un parque.
La planta es "la más moderna que hay en América Latina" y recicla al menos 1.000 toneladas de desperdicios diario, dijo a Efe el gerente general de la Empresa Municipal de Tratamiento Integral de Desechos Sólidos, Mauricio Díaz.
Díaz destacó que desde que entró en funcionamiento la planta de reciclaje, además de mejorar las condiciones ambientales de Nicaragua y disminuir la contaminación en el lago de Managua, ha significado una oportunidad de desarrollo para los habitantes que trabajaban hurgando entre la basura.
El proyecto beneficia a 500 personas con empleos directos y a otras 4.000 con indirectos, subrayó el funcionario.
Esas 500 personas antes eran "churequeros", llamados localmente así por recolectar basura en medio de la inmundicia.
En la actualidad, ese vertedero recibe de 1.200 a 1.300 toneladas de desechos de la capital nicaragüense, de las cuales el 60 % es material orgánico, de acuerdo con datos de la Alcaldía de Managua.
Mucha de la basura pasa al relleno sanitario, donde se entierra el material que la planta no puede procesar.
El relleno sanitario es uno de los métodos más adecuados para tratar la basura, explicó el funcionario municipal, quien dijo que están buscando otras alternativas una vez el terreno ya no tenga más espacio para la acumulación de desperdicios.
Una de esas alternativas es generar energía a través de la incineración de desperdicios que la planta no procesa, adelantó.
La técnica consistiría en la oxidación térmica de la basura para generar vapor a través del calor de los gases, hasta que se genere energía eléctrica.
Las autoridades celebran que las 1.200 toneladas de basura que Managua produce a diario ya no contaminan con líquidos el lago Xolotlán, ni con desechos sólidos, tampoco con dióxido de carbono.
Ahora los desechos sólidos de Managua no son acumulados sin control en el vertedero, sino acopiados y seleccionados para comercializar una parte de ellos.
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