Los petrodólares cataríes endulzan el paladar de los inversores estadounidenses
Los petrodólares cataríes comienzan a fluir a Estados Unidos como nunca antes, alimentando proyectos inmobiliarios necesitados de capital en Washington, Chicago o Nueva York y ampliando los vínculos con el país y el intercambio cultural con un emirato de gran potencial.
En los años 50 catar era uno de los países más pobres de la Península Arábica, un desierto, hogar de pescadores de perlas, convertido hoy en el más prometedor emirato del Golfo, gracias a los ingresos del petróleo, que han motivado durante años uno de los crecimientos económicos más espectaculares.
Pero catar tiene un activo aún más importante, un interés mayor que sus vecinos en abrirse al exterior y una cultura prudente en los negocios que les ha hecho convertirse lentamente pero con acierto en uno de los más apreciados inversores internacionales.
En el corazón de Washington, el complejo inmobiliario de "City Center", llevaba años de retraso por las dificultades para reunir los 1.000 millones de dólares que requería el proyecto, hasta que en 2010 inversores cataríes llegaron con una propuesta de inyección de 650 millones de dólares.
La inversión de 2,4 hectáreas de apartamentos de lujo y tiendas en el centro de Washington está dando mucho que hablar en esta ciudad, y se suma a otras grandes apuestas inmobiliarias en Chicago, Houston o Nueva York.
El dinero del diminuto emirato catarí también está llegando en forma de nuevas conexiones aéreas de Qatar Airways o con la compra de Current TV con 500 millones para establecer la filial norteamericana del canal qatarí Al Jazeera en Estados Unidos.
"La clave de la atracción de los cataríes al City Center es que era un proyecto muy sólido, estaba muy definido, las licencias y el plan fiscal estaba ya trazado y esa es una de las cualidades que más aprecian los cataríes", indicó en una entrevista con Efe Patrick Theros, presidente de la Consejo de Negocios Estados Unidos-Catar y ex embajador en el país árabe.
"Los cataríes son inversores prudentes, que necesitan conocer dónde se meten, pero la crisis en Europa los ha desplazado de sus inversiones tradicionales en Reino Unido o España", dijo Theros.
La llegada de los petrodólares cataríes al corazón inmobiliario de Washington ha despertado un gran interés por este país de poco más de dos millones de habitantes, aunque Catar lleva años aumentado discretamente su influencia en el país norteamericano.
La capital catarí, Doha, es desde la primera Guerra de Irak la principal sede militar estadounidense en el Golfo Pérsico o un imán para trabajadores cualificados estadounidenses, que al contrario que aquellos empleados en la construcción o el servicio doméstico, se benefician de la mayor renta per cápita del mundo (104.800 dólares anuales).
Además, Catar ha conseguido algo que sus otros vecinos árabes y ricos en petrodólares aún no han podido realizar: además de enviar centenares de estudiantes a formarse en Estados Unidos está comenzando a atraer a estudiantes y universidades estadounidenses, como Cornell o Georgetown, a su pequeño territorio desértico.
"Catar debe su éxito en parte a que es mucho más abierto que el conservador Arabia Saudí y tiene la ventaja de que al ser más pequeño tiene menos miedo al cambio", indicó Theros, embajador estadounidense en el país entre 1995-98.
La semana pasada la secretaria de Comercio, Penny Pritzker, lideró la primera visita comercial de alto nivel a Catar y otros emiratos árabes en 15 años, ya que como dijo la enviada del presidente estadounidense, Barack Obama, "ahora hay más oportunidades que nunca en este país".
"La organización de la Copa del Mundo del Fútbol en 2022 será clave para acabar de romper tabúes sobre Catar y mejorar vínculos con un país en busca de oportunidades donde invertir su dinero", explica Theros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.