El cronista musical Diego Manrique publica sus "grandes éxitos" profesionales
Diego Manrique, testigo de excepción de la época dorada del periodismo musical desde los años setenta, acaba de condensar en un libro sus "grandes éxitos", decenas de artículos en los que disecciona con mirada descreída las caras A y B de ese mundo cuyos protagonistas -dice- decepcionarían al más mitómano.
"La obra de los artistas es mucho mejor que los artistas en el 99 por ciento de los casos. Son los seres más egoístas del mundo. Un artista traiciona a sus compañeros, a sus parejas... Quizás sea parte del proceso de supervivencia a ese nivel, que solo se puede comparar con el del presidente de un Gobierno", afirma el escritor en una entrevista con Efe hoy en Madrid.
"Jinetes en la tormenta" (Espasa) es, además de la traducción al español de uno de los más célebres temas de The Doors, el título de esta obra, en alusión a esas figuras de la música que inauguraron una forma de vida para la que no había mapas.
Mediante una selección de sus mejores artículos, perfiles, necrológicas y entrevistas, se recorren los vericuetos y callejones de la música negra y de los llamados artistas malditos, las veredas de colosos como Bob Dylan y los años de la Movida, revelando un sinfín de curiosidades, como que Jerry Lee Lewis se presentó en casa de Elvis Presley con una pistola para ajustarle las cuentas.
Manrique sabe de lo que habla. El que fuera director de Radio3 y Premio Ondas 2001 vivió los años dorados del periodismo musical, viajando por todo el mundo para entrevistar a personajes de la talla de Lou Reed o "empotrarse" durante tres días en la gira de alguna que otra estrella.
"Hemos vivido unos años absolutamente acojonantes, en los que de repente viajábamos a Toronto para entrevistar a los Rolling Stones en medio de un ensayo y disponíamos de hora y media con un Mick Jagger relajado y cómodo, dispuesto a hablar de lo que fuera", recuerda en estos tiempos en los que abundan los cuestionarios por correo electrónico.
De su experiencia concluye por ejemplo que "la competitividad es brutal entre los artistas", como la que había entre los Beatles y los Rolling Stones, entre Elton John y Madonna o la que llevó a Michael Jackson a intentar batir a Prince en sus últimos días de vida con sus conciertos en el Estadio O2 de Londres.
Hablando de desaparecidos, destaca la "trágica" pérdida de Amy Winehouse, unas de las pocas figuras del siglo XXI a las que dedica un aparte. "Su potencial estaba sin desarrollar, tenía una carrera brutal y muy ecléctica en gustos", destaca, por encima del propio Jackson o de Whitney Houston.
Otra de las figuras recientes en las que se detiene es en la española Bebe, no tanto por su aportación a la historia musical, sino por su famoso encuentro con ella y la calidad de la entrevista. "No hay mejor entrevistado que el entrevistado hostil", defiende.
Acostumbrado a surcar aristas, dice que una de las necrológicas que más le costó escribir fue la de Antonio Vega, un gran músico, pero "sobrevalorado" en sus últimos discos, cuando la "heronía se había convertido en su necesidad número uno" y no servía de nada "avergonzarle o recriminarle su forma de vida".
"Cuando cuentas las historias duras de artistas de este país, sabes que se van a enfadar sus seguidores y su familia, y por eso vivimos con esas mentiras con las que comulgamos todos, como la de que Antonio Flores murió porque se le partió el corazón por la muerte de su madre", explica.
Al fin y al cabo, sobre mentiras va todo esto. "Las canciones, saben ustedes, son mentira. Pero se trata de una mentira dulce. Así que vale la pena seguir su pista. Y la de sus creadores", escribe el autor en este "Jinetes en la tormenta".
Javier Herrero.
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