Las singulares medusas del lago Kabakan atraen a los curiosos hasta Borneo
Las medusas del lago de agua salada de Kabakan, ubicado en una remota y deshabitada región de la isla de Borneo, a la que atraen a muchos turistas, tienen una particularidad: han perdido el poder urticante en un hábitat sin especies depredadoras.
Son muchos los curiosos que llegan cada día a la isla de Kakaban, situada a unos 1.500 kilómetros de Yakarta, la capital de Indonesia, para ver de cerca o tocar estas medusas no venenosas con cautela, cierto temor y hasta con asombro una vez satisfecho el capricho.
Los bañistas nadan y bucean entre ellas, las cogen con las manos para comprobar su inocuidad e incluso hay quienes se las llevan a los labios.
Hace más de dos millones de años, este lugar era un atolón con una laguna interna que se comunicaba con el mar, pero durante miles de años las rocas que lo formaban emergieron y el lago quedó aislado.
Con el paso del tiempo, los tentáculos de estas medusas perdieron sus células urticantes hasta que su toxicidad ha llegado a ser imperceptible para los humanos.
La incomunicación con el mar evita que en el lago penetre cualquier animal marino de gran tamaño y se convierta en el rey de sus habitantes actuales: pequeños peces, anémonas, esponjas, serpientes marinas y los cuatro tipos diferentes de medusas que le han dado la fama.
"La mutación de estas medusas ha sido propiciada por la evolución natural del ecosistema, no teniendo que temer a ningún gran predador, no necesitaban picar para protegerse", explica a Efe Dewi Satriani, experta indonesia de la asociación ecologista Fondo Mundial para la Naturaleza.
Los densos manglares y los escarpados acantilados de piedra caliza de la salvaje isla de Kakaban, que en el dialecto local bajo significa abrazo, rodean al lago, que cuenta con una profundidad máxima de 18 metros y cuya superficie alcanza los cinco kilómetros cuadrados.
En su interior habitan miles de medusas de entre 10 y 30 centímetros de longitud que forman un mosaico que combina el verde de las aguas y el rosáceo de las esponjas y corales con el naranja y el blanco de las aguamalas.
Las medusas más comúnmente avistadas en el lago son de las especies "Mastigias Papua", de color anaranjado, y "Aurelia Aurita", con forma de platillo y translúcida.
Mientras que en las profundidades del lago pertenecen a la "Cassiopea Ornata", que tiene la particularidad de vivir boca abajo, con sus tentáculos virados hacia el sol, y la "Tripedalia Cystophora", la de menor tamaño y población.
El prodigio natural de Kakaban sólo se repite en otro lugar del mundo, en la nación insular de Palau, en el oeste del océano Pacífico.
"El lago recibe turistas, principalmente indonesios, durante todo el año y es la mayor atracción de la zona, a pesar de que estas aguas también son de las mejores del mundo para observar mantas, tortugas marinas o tiburones", señala a Efe Darjohn, un hostelero de la vecina isla de Derawan, donde se alojan la mayor parte de los viajeros que acuden a Kakaban.
No obstante, las asociaciones ecologistas advierten de que el turismo puede ser un arma de doble filo y han solicitado al Gobierno local que limite el número de visitantes que pueden acceder al lago.
De hecho, a principios del nuevo siglo, la isla se enfrentó a uno de sus momentos más críticos cuando algunos turistas introdujeron ejemplares de tortuga carey en la laguna, lo que estuvo al borde de causar la desaparición de las medusas, ya que son parte de la dieta de los quelonios.
"Kakaban es un patrimonio único que debe ser preservado. Desafortunadamente, cada vez es más conocido por los turistas y su situación se está deteriorando", argumenta Rusli Andar, un activista indonesio especializado en la isla de Borneo.
Entre las singulares precauciones que los visitantes a Kakaban tienen que tomar se encuentra no bañarse en el mar antes de entrar en el lago, evitar la crema solar para no contaminar sus aguas y no llevarse ninguna medusa, un manjar común en Indonesia.
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