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CRISIS PORTUGAL

Los últimos ajustes en Portugal dividen la coalición conservadora de Gobierno

Manifestantes con pancartas participan en una marcha de los indignados ante el Parlamento portugués en Lisboa, Portugal. EFE/Archivo
Manifestantes con pancartas participan en una marcha de los indignados ante el Parlamento portugués en Lisboa, Portugal. EFE/ArchivoEFE

Paulo Portas, líder del Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP), la pequeña formación que permite al primer ministro luso, Pedro Passos Coelho, dominar el Parlamento, reveló hoy que no está de acuerdo con los nuevos ajustes anunciados por el Ejecutivo la semana pasada y espera que sean revisados.

Aunque subrayó la voluntad de los democristianos de no causar una crisis política y dialogar sobre el programa de Gobierno con el Partido Social Demócrata (PSD) de Passos Coelho, el anuncio de Portas deja aún más solo al primer ministro ante la contestación que han levantado sus últimas decisiones.

El dirigente del CDS-PP, que según Passos Coelho sí respaldó las últimas medidas de austeridad, explicó hoy en rueda de prensa que en realidad "alertó" y "defendió otros caminos" en relación con la medida más polémica, un fuerte aumento del pago a la seguridad social de los trabajadores para reducir el de las empresas.

Portas aseguró que no "bloqueó" la decisión para evitar una crisis de Gobierno o de las negociaciones con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las exigencias del rescate financiero luso.

Pero se mostró muy comprensivo con las manifestaciones que el sábado recorrieron decenas de ciudades portuguesas para protestar por la austeridad impuesta por Passos Coelho.

La plana mayor del CDS-PP se reunió en las ultimas horas y, según lo señalado por Portas y por otros dirigentes y portavoces, tomó la decisión de pedir al Ejecutivo una revisión de sus últimas medidas.

Ese paquete de austeridad, que han rechazado también todas las fuerzas políticas de la oposición, los sindicatos, la patronal y hasta destacadas figuras del partido del primer ministro, no podría ser aprobado en el Parlamento sin el apoyo de los democristianos.

Las discrepancias mostradas hoy por el CDS-PP son las primeras que afloran en la coalición que llegó al poder en las elecciones anticipadas de mayo del año pasado, las cuales perdió el entonces gobernante Partido Socialista (PS) unas semanas después de verse obligado a pedir el rescate financiero.

Los quince meses de severa austeridad que Portugal ha vivido desde entonces desencadenaron ayer una jornada de manifestaciones por decenas de ciudades lusas, bajo el lema "Que se fastidie la troika".

La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los tres organismos que concedieron a Lisboa 78.000 millones de euros en mayo de 2011 y evitaron la bancarrota del país, fueron blanco de la protesta popular junto al Ejecutivo de Passos Coelho.

Aunque las manifestaciones, surgidas de las redes sociales y los movimientos de "indignados", se convocaron hace semanas, las últimas medidas de austeridad fueron el blanco de muchas de las pancartas y gritos contra el Gobierno.

Tras sufrir fuertes aumentos de impuestos, desde el IVA a los gravámenes directos del salario, los portugueses se enteraron hace nueve días, en una alocución al país del primer ministro, de que en 2013 perderán más de un sueldo al año al subir los pagos de los trabajadores a la seguridad social del 11 al 18 %.

Ese incremento permitirá reducir el pago que corresponde a las empresas del 23,5 al 18 %, con el objetivo, según Passos Coelho, de estimular el empleo.

Sus argumentos han generado, sin embargo, el rechazo de la misma patronal de Portugal y de destacados líderes conservadores, como Manuela Ferreira Leite, que fue ministra de Finanzas, presidente y candidata del PSD a gobernar Portugal y expresó su temor a que esa medida solo contribuya aumentar los problemas lusos.

Passos Coelho recibió otro jarro de agua fría el mismo día con la publicación de una encuesta, la segunda de la semana con resultado similar, que muestra una fuerte caída de los conservadores lusos, tanto del PSD como del CDS-PP, y una ligera ventaja, por primera vez desde las elecciones, del Partido Socialista.

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