Viggo Mortesen se desdobla en gemelos en la argentina "Todos tenemos un plan"
El actor, que también se estrena en la cinematografía del país que le vio crecer, cree que sólo la "inseguridad, el aburrimiento o el miedo" pueden mover a alguien a querer ser otra persona.
Aún así, dice en una entrevista con EFE realizada hoy en Madrid, es inútil planear ni "cómo van a ser las vacaciones, cómo mi año laboral, cómo va a ir esta relación, la fiesta de cumpleaños que voy a organizar; cómo va a ir la Bolsa, el tráfico...".
"Hay cosas que más o menos sabemos cómo pueden llegar a ser, pero nunca los planes salen como uno espera", opina.
Mortensen comparte cartel con los soberbios Soledad Villamil (Claudia) y Daniel Fanego (Adrián), la joven Sofía Gala (Rosa) y el español Javier Godino (Rubén).
"Los planes -abunda Mortensen- son como sueños conscientes, deseos, pero que nunca llegan a ser, y eso tiene que ver con que la película se llame así, pero no quiere decir que vayan a cumplirse".
De hecho, la película acaba mal. O tristemente, como explica su directora que, sin embargo, salva a uno de los personajes.
"Rosa queda liberada de cierto padecimiento, aunque a un costo muy alto (...) Pero, a veces -reflexiona Piterbarg-, hay que atravesar situaciones dolorosas para que surja algo diferente".
La acción transcurre tanto en el entorno urbano de Buenos Aires como en el claustrofóbico Delta del Tigre, un sitio, recuerda Mortensen, utilizado por la clase alta porteña para ir de vacaciones o tener una segunda casa, pero que, río arriba, se convierte en "otra cosa, especialmente en invierno, que da un poco de miedo".
Ambos paisajes acompañan a los dos hermanos como símbolos de los contrastes que son ellos mismos, dice Mortensen, y, tal vez, apunta Piterbarg, explican por qué surge la envidia, los detalles del pasado.
"La película tiene algo sobre volver a la infancia. Y propicia que uno elabore hipótesis sobre las cosas, invita a la contemplación y a la reflexión", agrega.
Agustín, el hermano urbanita, médico, casado con Claudia, aunque tremendamente solo, asume la personalidad de Pedro, el "isleño" (como denominan a los pobladores del Delta) violento, solitario por voluntad, casi siempre ilegal y rodeado de malas compañías, cuando este muere.
Claudia, explica Villamil a EFE, "tiene los ojos del espectador, porque asiste a la transformación de su marido, es testigo del crimen y también quien descubre la mentira".
"Ella toma distancia de toda esta locura de la sustitución de la identidad y sigue adelante, transmuta todo ese dolor en otra cosa", afirma la actriz, a la que basta una mirada en pantalla para que todo esto se entienda.
A pesar de la complejidad técnica de interpretar dos papeles al tiempo, Mortensen, que ha sido sicario ruso, espadachín español, granjero amish, Sigmon Freud y el mismísimo Aragorn en la trilogía de "El señor de los anillos", en los más de cincuenta papeles de otros tantos largometrajes, apunta que "no ha sido tan diferente".
"Como actor siempre estoy haciendo de otro, mintiendo lo mejor posible, poniéndome la ropa de otra persona, la voz, un acento diferente, y siempre un punto de vista diferente al mío".
Es lo bueno de ser políglota, aunque en este caso, el neoyorquino de padre danés tiene corazón y acento argentino desde niño.
"Ha sido especial rodar en Argentina, porque me crié allí y porque admiro la formación de actores y la tradición del cine argentino; siempre hay cosas interesantes que salen de ese país"
Piterbarg, exitosa realizadora de televisión, ganó el prestigioso premio Julio Alejandro de guiones con este trabajo, que le ha llevado "años" sacar adelante, entre otras cosas, dice, porque "una ópera prima era un desafío muy grande para los productores y para mi misma, pero fue bueno porque maduró con el tiempo".
Y la directora no solo consiguió un elenco de lujo sino también a los productores de la oscarizada "El secreto de sus ojos".
Piterbarg "va a tener un gran futuro", augura Mortensen, quien, además de editor, poeta, fotógrafo, músico y pintor, retoma ahora una actividad que conoce de sus años mozos para convertirse en granjero, esta vez, en Segovia, y no en Dinamarca: "Me gustan las cabras con machas pequeñitas, dan mejor leche", afirma.
Por Alicia G.Arribas
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