Rato pide comparecer en el Congreso "lo antes posible" para hablar de Bankia
Las mismas fuentes han explicado que Rato ha reiterado su "total disposición" para analizar y responder cualquier aspecto relacionado con la entidad que presidió durante poco más de un año, hasta principios de mayo, cuando José Ignacio Goirigolzarri tomó el control del grupo.
En ese momento, Rato ultimaba un plan con el Gobierno y el Banco de España para reflotar la entidad solicitando una ayuda próxima a 7.000 millones de euros, pero las supuestas presiones de algunos competidores y las dudas del Ministerio de Economía sobre la posibilidad de otorgar más fondos manteniendo al mismo presidente le llevaron a dimitir.
Con su marcha, para muchos impuesta, Goirigolzarri se colocó al frente de Bankia y pidió la nacionalización de su matriz para no devolver la ayuda de 4.465 millones recibida en el pasado y además solicitó una inyección de 19.000 millones para sanear el grupo.
La salida de Rato y las primeras decisiones de Goirigolzarri se trasladaron en un fuerte varapalo para la acción de Bankia, ha dejado atrapados por el momento a miles de clientes que adquirieron participaciones preferentes y ha puesto en peligro la obra social de Caja Madrid, Bancaja y otras cinco entidades de menor tamaño.
Además, ha puesto en cuestión la gestión de Rato al frente de Bankia, especialmente después de que la Audiencia Nacional le vaya a citar como imputado al admitir a trámite dos querellas, una de UPyD y otra del movimiento ciudadano 15M.
Fuentes jurídicas consideran que es una "oportunidad" para que Rato y el resto de imputados cuenten su versión de lo sucedido, pero el ex vicepresidente del Gobierno quiere también comparecer en el Congreso para responder a las preguntas de los diputados.
A finales de enero de 2010 Rato llegó a la presidencia de Caja Madrid, entidad que había quintuplicado su tamaño durante la burbuja inmobiliaria, con el objetivo de sanearla y de buscar oportunidades de fusión.
Meses después, Caja Madrid anunció su unión con Bancaja, La Caja de Canarias, Caixa Laietana, y las de Ávila, Segovia y Rioja, creando BFA, el primer grupo por volumen de negocio en España.
Tenía cerca de once millones de clientes y una importante cartera de participadas, pero también un gran riesgo inmobiliario, cerca del 20 % de todos los activos tóxicos del sistema.
Las exigencias del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) de más capital para las cajas obligaron a Rato a elegir entre dejar el grupo en manos del Estado o encontrar inversores privados.
Apostó por la segunda opción y la cabecera del grupo creó Bankia, una filial con los activos supuestamente más atractivos para que debutara en Bolsa, y consiguió hacerlo en el verano de 2011 con el apoyo de buena parte de sus clientes.
Bankia reforzó su patrimonio en más de 3.000 millones y afianzó su idea de que podía seguir en solitario, pues una fusión con un grupo mayor solaparía en exceso redes y supondría una destrucción masiva de empleo.
El deterioro económico y las dudas sobre la banca continuaron y el nuevo Gobierno, del mismo signo político que Rato, impuso nuevas exigencias que perjudicaban especialmente a Bankia por su elevado riesgo inmobiliario.
Se trataba de provisiones millonarias que el grupo intentó conseguir hasta que supo que una nueva reforma financiera exigiría aún más, algo imposible para Bankia con un Ejecutivo que entonces era reacio a dar más ayudas a la banca o impulsar un banco malo.
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