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Andalucía pierde músculo financiero

El viejo proyecto de crear una gran caja regional nunca fructificó

Cajasol no cuajó nunca como nombre. Quizá no tuvo tiempo. O puede que el proyecto originado con la fundación en 1834 de la Caja de Ahorros de Jerez y la del Monte de Piedad de Sevilla en 1842 ya no se percibiera tan cercano en el imaginario ciudadano. Andalucía es un terreno vasto y solo recientemente bien comunicado. La naturaleza de las cajas fue en su origen lógicamente de extensión limitada en el territorio de la región. Ese elemento resulta fundamental a la hora de entender las bondades y las limitaciones de estas instituciones financieras. Pero esto no supone necesariamente culpa alguna de las mismas, sino más bien una carta de naturaleza.

La compra por parte de La Caixa de Banca Cívica no ha supuesto pues ningún gran terremoto ni emocional, ni político ni económico. Ese ya se vivió a partir de 1999 con la aprobación de la ley de Cajas de Andalucía, ante la que se rebelaron los presidentes de tres entidades andaluzas: el sacerdote Miguel Castillejo, de la cordobesa Cajasur; Isidoro Beneroso (El Monte) y Juan Manuel, López Benjumea (Caja San Fernando). Los dos últimos ascendieron a sus puestos como cargos del PSOE, pero se amotinaron ante el impulso de la Junta de Andalucía para crear una gran caja andaluza y llegaron a intentar una fusión de sus entidades bajo el nombre de Alcaja.

Los dos exediles socialistas se unieron a la Iglesia en el boicot de uno de los proyectos señeros de la Administración andaluza que el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, consideraba imprescindible para evitar la colonización financiera de la región. “Lo puedo decir más alto, pero no más claro: contra con una gran caja interesa a Andalucía”. Beneroso y Benjumea (B&B) tocaron todos los resortes a su alcance como poder financiero para en su intento de blindarse en su proyecto Alcaja. Manejaron argumentos económicos políticos, jurídicos y, sobre todo, localistas. Este último no suele fallar nunca en Andalucía, especialmente si en ambos lados del ring se sitúan Sevilla y Málaga.

La fusión de las entidades sevillanas fraguó finalmente en 2007 con el nacimiento de Cajasol y con B&B fuera de juego. Pero la caja andaluza no llegó a nacer ni el localismo desapareció con los dos díscolos socialistas fuera del tablero y Antonio Pulido como presidente.

Uno de los principales problemas sino el que más que se encontró la Junta en el largo proyecto de gran caja regional fue paradójicamente la fortaleza de la malagueña Unicaja. La entidad presidida por Braulio Medel siempre se manejó como la cabeza del hipotético león financiero andaluz. El simple hecho de que a futura caja tuviera sus sede en Málaga incendiaba columnas y páginas económicas en los medios sevillanos y cordobeses.

En 2010, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, aún soñaba que Unicaja y Cajasol “se miraran entre ellas” para pujar por Cajasur. La caja de la Iglesia prefirió tirarse a la pira y que su sede pasara a Bilbao. Cajasol —en Banca Cívica desde junio de 2011—, ya vive en Barcelona.

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